Cuentos de Animales

Aventuras en la Selva: Ethan y Gael, Maestros de la Naturaleza

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Ethan y Gael eran dos amigos muy especiales que vivían en un pequeño pueblo al borde de una gran selva llena de aventuras. Ethan era un niño curioso con una gorra azul y una sonrisa que iluminaba su rostro. Gael, su mejor amigo, era un poco más pequeño, con ojos brillantes y un pelo rizado que parecía tener vida propia. Ambos amaban explorar y aprendían cosas nuevas cada día.

Un día, mientras estaban sentados en el jardín de sus casas, oyeron un sonido extraño que venía de la selva. Era un rugido fuerte que resonaba entre los árboles. Ethan miró a Gael y dijo: «¡Vamos a investigar! ¡Puede ser un animal curioso!». Gael, entusiasmado, asintió con la cabeza y ambos se pusieron en marcha hacia la selva.

Caminaron por un sendero cubierto de hojas verdes y flores de colores brillantes. En el camino, encontraron mariposas volando y pájaros cantando. Gael se detuvo un momento para observar una mariposa amarilla que danzaba en el aire. «¡Mira, Ethan! Es hermosa», exclamó. Ethan sonrió y la siguió con la mirada mientras continuaban caminando.

A medida que se adentraban en la selva, el rugido se hacía más fuerte. «¿Qué crees que es?», preguntó Gael con un poco de miedo en su voz. «No lo sé, pero debemos ser valientes», respondió Ethan, intentando sonar más confiado de lo que se sentía. Los dos amigos se miraron y decidieron seguir adelante, llenos de valentía.

Después de unos minutos de pasear, llegaron a un claro donde había un gran árbol. En su tronco, había un agujero y de él salió una pequeña cabeza de un tigre. «¡Hola! Soy Tito, el tigre travieso», dijo el animal con una voz juguetona. Ethan y Gael se quedaron boquiabiertos. Nunca habían visto un tigre tan cerca. «No teman, chicos, no soy un tigre malo. Solo estaba jugando y me caí de un árbol», dijo Tito mientras se sacudía.

Ethan, emocionado, se acercó un poco más. «¿De verdad te caíste? Eso suena divertido, pero un poco peligroso», comentó. Tito asintió, «Sí, pero a veces los accidentes traen cosas buenas. Pude conocerlos a ustedes». Gael sonrió, sintiéndose un poco más tranquilo. «¿Te gustaría jugar con nosotros?», preguntó.

«¡Claro que sí! Me encantaría mostrarles mi lugar favorito de la selva», dijo Tito mientras daba un salto alegre. Los tres amigos comenzaron a caminar juntos, explorando la selva. Tito les mostró flores que cambiaban de color al tocarlas y plantas que parecían bailar al viento. Ethan y Gael estaban maravillados con cada descubrimiento.

Mientras jugaban, llegaron a un pequeño arroyo con agua cristalina. «¡Miren! Aquí podemos refrescarnos», dijo Tito mientras se zambullía. Ethan y Gael se quitaron los zapatos y se unieron a él. Salpicaban agua y reían, disfrutando del momento. «¡Esto es lo mejor!», gritó Gael, feliz de estar con sus nuevos amigos.

De repente, mientras jugaban, escucharon un ruido detrás de unos arbustos. Tito se acercó con cautela. «¿Quién está ahí?», preguntó. De los arbustos salió una pequeña tortuga llamada Tula, que estaba escondida y observando lo que pasaba. «Hola, soy Tula. ¿Puedo unirme a ustedes?», preguntó tímidamente.

«¡Por supuesto!», exclamó Ethan. Todos estaban emocionados de conocer a Tula. Ella era muy amable y tenía una gran sabia capaz de contar historias antiguas de la selva. «¿Te gustaría contarnos una historia Tula?», preguntó Gael, ansioso por escuchar. Tula sonrió y comenzó a narrar.

«Había una vez en esta selva, un gran árbol que hablaba. Era muy sabio y los animales venían a él para buscar consejo. Un día, un pequeño pájaro se perdió y no podía encontrar el camino de regreso a su casa. Así que fue a ver al gran árbol. El árbol le dijo que debía confiar en sí mismo y seguir el vínculo de su canto, porque así podría encontrar a su familia». Todos escucharon atentamente mientras Tula relataba cómo el pájaro, siguiendo sus instintos, finalmente logró volver a su hogar.

Después de la historia, Ethan dijo: «¡Qué bonita! A veces también sentimos que estamos perdidos, pero siempre podemos encontrar el camino». «Sí», comentó Gael, «como cuando estamos en la selva, siempre seguimos el camino que nos llevará a la aventura». Tito sonrió orgulloso de sus amigos. «Eso es lo que me gusta de ustedes. Siempre están dispuestos a buscar aventuras».

Mientras el sol comenzaba a ocultarse, Tito sugirió: «Deberíamos construir algo divertido antes de que oscurezca». Todos estuvieron de acuerdo y comenzaron a recolectar ramitas, hojas y piedras. Juntos, construyeron una pequeña fortaleza donde podrían jugar y contar historias.

Cuando terminaron, estaban muy orgullosos de su obra. «¡Es perfecta!», gritó Gael, mientras corría hacia la puerta de la fortaleza. «Podemos ser los guardianes de la selva», dijo Ethan, y todos se unieron a su risa.

Al caer la tarde, los cuatro amigos se sentaron en su fortaleza, felices y cansados. «Hoy fue un día increíble», dijo Tula, mirando al cielo. «Sí, y todo gracias a que nos atrevimos a explorar», contestó Tito.

Ethan y Gael se miraron y se dieron cuenta de que lo más importante no solo era la aventura en sí, sino también las amistades que habían hecho y las historias que habían compartido. «Siempre podemos regresar a explorar», dijo Ethan, mientras el sol se ocultaba, dejando una estela de colores en el cielo.

Así, entre risas y cuentos, aprendieron que la verdadera aventura está en la amistad y en el corazón de aquellos que se atreven a soñar y explorar. Y así terminó un día maravilloso en la selva, lleno de risas, aprendizajes y nuevas amistades, mientras los cuatro amigos planeaban su próximo gran día juntos, sabiendo que siempre habría más historias por contar y aventuras por vivir.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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