En el corazón de un antiguo bosque donde los árboles tocaban el cielo y las flores bailaban con el viento, vivía una lechuza sabia llamada Matilda. A lo largo de los años, Matilda había visto pasar muchas estaciones y había aprendido los secretos del bosque y sus criaturas. Sin embargo, su mayor deseo era enseñar a los humanos a entender y respetar la delicada relación entre ellos y la naturaleza.
Un día, Matilda observó a tres niños, María, Ricardo y Luis, mientras se adentraban en el bosque con la curiosidad brillando en sus ojos. Decidió que era el momento perfecto para iniciar su misión.
“Buenos días, jóvenes aventureros”, los saludó Matilda desde su rama, sorprendiéndolos.
“¿Una lechuza que habla?”, exclamó Luis, el más pequeño y siempre el más asombrado.
“Sí, y tengo una historia importante que contarles”, respondió Matilda, invitándolos a sentarse a su alrededor.
Los niños, impulsados por la fascinación, se acomodaron rápidamente en el suelo cubierto de hojas y escucharon atentamente.
“Este bosque es antiguo y está lleno de vida, cada criatura, desde la más pequeña hasta la más grande, juega un papel esencial en su equilibrio. Pero este equilibrio está en peligro si los humanos no aprenden a cuidarlo”, comenzó Matilda, su voz tan suave como el viento entre las hojas.
María, con su corazón lleno de amor por todo lo vivo, preguntó, “¿Qué podemos hacer para ayudar, Matilda?”
“Hoy, les mostraré cómo cada acción que toman afecta a este bosque y a sus habitantes. ¡Venid, seguidme!”, dijo la lechuza, desplegando sus grandes alas y liderando el camino.
La primera parada fue el río que corría como una cinta de plata a través del bosque. Matilda les mostró cómo la basura y los productos químicos podían dañar la vida acuática.
“Cada vez que dejáis basura, o usáis demasiados productos químicos en vuestros jardines, terminan aquí, lastimando a los peces y las plantas”, explicó Matilda. Los niños observaron con tristeza cómo un pez luchaba cerca de la orilla.
Llenos de determinación, Ricardo y Luis comenzaron a recoger la basura que encontraban a lo largo del río, prometiendo nunca más ser descuidados.
Luego, Matilda les mostró un árbol que había sido marcado para ser cortado. “Este árbol es hogar de muchas criaturas. Cortarlo no solo les quita su hogar, sino que también afecta a todo el ecosistema del bosque”, explicó Matilda.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.