En un bosque lleno de colores otoñales y hojas que crujían suavemente bajo las patas de los animales del bosque, vivían tres amigos muy especiales: Cocodrilo Liso, Ardilla Rita y Zorro Nono. Cada uno de ellos amaba el otoño por diferentes razones, pero compartían la emoción por las festividades que traía consigo: el Día de la Castaña y Halloween.
Cocodrilo Liso, con su piel verde y suave, siempre estaba listo para una aventura. Aunque era grande comparado con sus amigos, tenía un corazón aún más grande y una fascinación por las historias de brujas y magos. Por eso, cuando llegaba octubre, Liso se ponía su sombrero de bruja y se preparaba para contar cuentos que hacían reír y a veces un poquito de miedo a sus amigos.
Ardilla Rita, por su parte, era experta en encontrar las castañas más grandes y sabrosas del bosque. Su pequeña cesta nunca estaba vacía, y le encantaba compartir sus hallazgos con Liso y Nono. La llegada del otoño significaba que podía saltar entre los árboles dorados y rojos, recolectando castañas para la gran fiesta de Halloween.
Zorro Nono, siempre alegre y juguetón, disfrutaba disfrazarse. Cada año, su disfraz de Halloween era una sorpresa para todos. Este año, había elegido ser un fantasma, y con una sábana blanca cubriendo su pelaje naranja, se escondía detrás de los árboles, intentando dar sustos amistosos a quien pasara por su camino.
Un día, mientras los tres amigos decoraban el claro del bosque para la fiesta de Halloween, Rita sugirió hacer algo especial. «¿Y si hacemos una búsqueda del tesoro con castañas? Podemos esconderlas y hacer mapas para encontrarlas», propuso con entusiasmo. Liso y Nono estuvieron de acuerdo de inmediato, emocionados por añadir aún más diversión a su celebración.
Así que se pusieron manos a la obra. Rita, con su increíble sentido de la orientación, fue la encargada de esconder las castañas alrededor del bosque, mientras Liso dibujaba los mapas con pistas mágicas y Nono preparaba los «sustos» a lo largo del camino para hacer la búsqueda más emocionante.
Llegó la noche de Halloween y el bosque se iluminó con pequeñas luces de colores que colgaban de los árboles y crujían las hojas secas bajo los pies de todos los animales que acudieron a la fiesta. Con sus disfraces puestos, los amigos comenzaron la búsqueda del tesoro. El aire estaba lleno de risas y chillidos de sorpresa cuando algún animalito encontraba una castaña o era sorprendido por Nono el fantasma.
Después de que todos los tesoros fueron encontrados y los sustos dados, se reunieron alrededor de una gran fogata para compartir historias y castañas asadas. Liso, con su sombrero de bruja un poco chueco después de tantas aventuras, tomó la palabra y comenzó a contar una nueva historia, inventada especialmente para esa noche mágica.
La historia hablaba de un bosque encantado, muy parecido al suyo, donde las amistades verdaderas y las risas compartidas tenían el poder de hacer que cada día fuera especial y único. Mientras hablaba, los ojos de Rita y Nono brillaban, no solo por el reflejo del fuego, sino por la felicidad de estar juntos en esa noche especial.
Cuando la historia terminó y las últimas castañas fueron comidas, se prometieron que cada otoño, celebrarían de la misma manera mágica y feliz. Y así, entre abrazos y deseos de buenas noches, Liso, Rita y Nono se despidieron, sabiendo que su amistad, al igual que las hojas cada otoño, solo se volvería más rica y colorida con el tiempo.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.