Cuentos de Animales

La Verdadera Semilla del Cambio en el Corazón de un Mono Desordenado y una Conejita Determinada

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

Puntuación:

0
(0)
 

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico
0
(0)

En un colorido bosque lleno de árboles altos, flores brillantes y un suave murmulló de ríos, vivía una conejita llamada Avy. Ella era una conejita muy especial, con orejas largas y suaves, y un pelaje blanco como la nieve. A Avy le encantaba explorar el bosque y ayudar a sus amigos. Era conocida por todos como una conejita determinada, siempre lista para brindar su apoyo y amor.

Un día, mientras saltaba felizmente entre las flores, Avy se encontró con Jhon, un mono travieso que vivía en un alto árbol. Jhon era muy divertido, pero también un poco desordenado. Su hogar estaba siempre lleno de plátanos tirados por todas partes, ramas desparramadas y hojas caídas. A veces olvidaba hacer sus tareas y se pasaba el día jugando, haciendo travesuras y riendo a carcajadas.

—¡Hola, Jhon! —saludó Avy con una sonrisa—. ¿Qué estás haciendo?

—¡Hola, Avy! Estoy preparando un gran festín con todos mis plátanos. Pero, uh oh, creo que he perdido algunos. ¿Me ayudas a encontrarlos? —contestó Jhon, haciendo una mueca divertida.

Avy miró a su alrededor. Había plátanos colocados entre la hierba, otros colgaban de ramas, y otros estaban escondidos bajo hojas secas. Ella pensó que sería una gran oportunidad para ayudar a su amigo desordenado. Así que, con su determinación habitual, decidió ayudar.

—¡Claro! ¡Vamos a buscarlos juntos! —dijo Avy entusiasmada.

Y así, comenzaron su búsqueda. Avy saltaba de un lado a otro mientras Jhon usaba su agilidad para moverse entre las ramas. De repente, Jhon se coló entre unas hojas y, cuando salió, se encontró con un pequeño pajarito que parecía muy triste. Su plumaje era amarillo brillante, pero su expresión era de preocupación.

—¿Qué te pasa, pequeño pajarito? —preguntó Avy, acercándose al ave.

—¡Oh! ¡Hola! Me llamo Pip. Estoy muy triste porque no puedo encontrar la rama adecuada para construir mi nido. He buscado por todos lados y no encuentro nada que me guste —respondió el pajarito con una voz temblorosa.

Avy pensó que tal vez ella y Jhon podrían ayudar a Pip. A pesar de que Jhon era un poco desordenado, siempre estaba dispuesto a divertirse. Así que, Avy dijo:

—¡No te preocupes, Pip! Jhon y yo te ayudaremos a encontrar una buena rama para tu nido.

Jhon, aunque un poco distraído por sus plátanos, asintió con entusiasmo. Juntos comenzaron a explorar el bosque, buscando una rama firme y hermosa para que Pip pudiera hacer su hogar. Mientras caminaban, Avy pensó en lo importante que era ayudar a sus amigos.

Jhon, aunque muy travieso, comenzó a entender que a veces es importante poner un poco de orden para que las cosas funcionen mejor. Mientras buscaban, él decidió recoger algunas cosas que estaban desordenadas por su camino. Las hojas caídas que encontraba, las apilaba, y las ramas que caían, las organizaba un poco. Avy, al verlo trabajar, no pudo evitar sonreír.

Después de un tiempo, finalmente avistaron una rama perfecta, grande y fuerte, que colgaba de un árbol. Jhon saltó ágilmente hasta la rama y la desgajó con cuidado.

—¡Mira, Pip! ¡Aquí tienes la rama ideal para tu nido! —gritó Jhon, mientras la dejaba caer gentilmente al suelo.

Pip, al ver la maravillosa rama, aleteó emocionado y dio un pequeño giro en el aire.

—¡Muchas gracias! ¡Son los mejores amigos que podría tener! Ahora podré construir mi nido, gracias a ustedes —exclamó Pip, lleno de alegría.

Avy y Jhon sonrieron felices al ver que su esfuerzo había valido la pena. Avy le dio un pequeño abrazo a Jhon.

—¡Ves, Jhon! ¡Ayudar a los demás es maravilloso! Y además, hacer las cosas juntos es más divertido —dijo Avy.

Pero Jhon se sintió un poco avergonzado. Se dio cuenta de que su desorden había causado problemas en su vida diaria. Así que, decidió que era momento de hacer un cambio.

—Tienes razón, Avy. Creo que debo aprender a ser un poco más ordenado. Si puedo ayudar a Pip y a otros, también debería ser capaz de cuidar bien de mi casa. ¡Voy a organizar mis plátanos y limpiar un poco! —confesó Jhon, con una sonrisa decidida.

Avy se emocionó mucho al escuchar las palabras de su amigo. Juntos, regresaron a la casa de Jhon, donde él comenzó a recoger sus plátanos dispersos, a apilar cuidadosamente las hojas y organizar todas sus cosas. Con cada plátano que colocaba en su cesta y cada rama que recogía, Jhon se sentía más satisfecho.

Al poco rato, su casa estaba iluminada por el orden, y Jhon no podía dejar de sonreír. Pip, quien había terminado de construir su nido, se posó en la rama más alta de un árbol cercano y, mientras lo observaba, aplaudió con sus pequeñas alas.

—¡Bravo, Jhon! ¡Eres un gran amigo! El cambio comienza con uno mismo —gritó Pip lleno de alegría.

Avy, mirando a su amigo Jhon, se sintió orgullosa. Comprendió que todos pueden experimentar cambios positivos si tienen la determinación adecuada y el apoyo de los amigos. No solo su amistad había florecido, sino también la determinación de Jhon a mejorar y ayudar a los demás.

—Siempre hay una pequeña semilla de cambio en nuestros corazones —reflexionó Avy—. Solo necesitamos hacerla crecer con amor y esfuerzo.

Así fue como Jhon, el mono desordenado, aprendió sobre la importancia del orden, no solo en su casa, sino también en su vida. Y Avy, la conejita determinada, demostró que con un pequeño gesto de ayuda, grandes cambios pueden suceder. Desde entonces, el bosque se llenó de sonrisas y buenas acciones, todo gracias a una conejita y su amigo el mono que decidieron hacer las cosas juntos y con amor.

image_pdfDescargar Cuentoimage_printImprimir Cuento

¿Te ha gustado?

¡Haz clic para puntuarlo!

Comparte tu historia personalizada con tu familia o amigos

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico

Cuentos cortos que te pueden gustar

autor crea cuentos e1697060767625
logo creacuento negro

Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

Deja un comentario