En una pequeña madriguera, en medio de un bosque frondoso y verde, vivía un conejito llamado Copito. Copito era un conejo joven, de pelaje blanco como la nieve y ojos curiosos y brillantes. Aunque amaba su hogar en el bosque, su corazón anhelaba aventuras y descubrir lugares nuevos.
Un día, mientras perseguía una mariposa colorida, Copito se alejó más de lo habitual y, sin darse cuenta, se encontró en un lugar completamente desconocido. Ruidos fuertes, luces brillantes y enormes edificios lo rodeaban. Copito había llegado a la ciudad, un mundo totalmente distinto al suyo.
Al principio, Copito se sintió asustado y abrumado. Nunca había visto coches que se movían tan rápido ni tanta gente caminando por las calles. Pero su curiosidad era más fuerte que su miedo, y decidió explorar este nuevo mundo.
Mientras saltaba por las calles, Copito vio a niños jugando en un parque. Se escondió detrás de un arbusto y los observó, maravillándose con sus juegos y risas. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que estaba muy lejos de su hogar y no sabía cómo volver.
Decidido a encontrar el camino de regreso, Copito comenzó a explorar la ciudad. Durante su viaje, conoció a varios animales que vivían en la ciudad. El primero fue un gato callejero llamado Rayas, que le contó sobre los peligros y las maravillas de la vida urbana. Rayas le enseñó a Copito a encontrar comida y a esconderse de los peligros que acechaban en las calles.
Luego, Copito conoció a una paloma sabia llamada Palomita, que le mostró cómo ver la ciudad desde lo alto y le contó historias sobre los parques y plazas donde los conejos podrían sentirse más seguros. Copito se asombró al ver la ciudad desde el cielo, extendiéndose en todas direcciones.
Copito también se encontró con un perro amigable llamado Beto, que le enseñó a cruzar las calles con cuidado y le habló sobre los humanos amables que a veces dejaban comida para los animales.
A medida que Copito exploraba la ciudad, comenzó a aprender muchas cosas nuevas. Descubrió que, aunque la ciudad era ruidosa y a veces peligrosa, también estaba llena de lugares interesantes y animales amigables.
Un día, mientras exploraba un parque cercano, Copito escuchó a unos niños hablar sobre un bosque que estaba no muy lejos de la ciudad. Su corazón saltó de alegría al darse cuenta de que ese podría ser el camino a casa.
Con la ayuda de sus nuevos amigos, Copito encontró el camino hacia el bosque. Rayas, Palomita y Beto lo acompañaron hasta el borde de la ciudad, donde los edificios daban paso a los árboles y la naturaleza.
Al llegar al bosque, Copito se sintió aliviado y feliz. Había extrañado su hogar, pero también estaba agradecido por todas las aventuras y amigos que había encontrado en la ciudad.
Al volver a su madriguera, Copito les contó a todos los animales del bosque sobre sus aventuras en la ciudad y los amigos que había hecho. Su historia inspiró a muchos otros animales jóvenes a ser valientes y curiosos.
Copito nunca olvidó la ciudad y, de vez en cuando, visitaba a Rayas, Palomita y Beto para vivir nuevas aventuras. Aprendió que, aunque uno esté lejos de casa, siempre puede encontrar amigos y aprender cosas nuevas.
Fin
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.