Cuentos de Animales

Milo y la Perla Mágica

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En lo más profundo del océano, donde los corales formaban un colorido jardín submarino, vivía un pequeño cangrejo llamado Milo. Milo tenía una concha brillante de color rojo y unos ojos grandes y curiosos. Le encantaba explorar su hogar en el arrecife y descubrir nuevos secretos marinos. Siempre estaba acompañado por sus mejores amigos: Costra, una sabia tortuga marina con un caparazón verde y ojos amables, y Gill, un pez alegre con escamas azules que brillaban como el cielo.

Un día, mientras nadaban juntos, Milo vio algo que lo dejó sin aliento. En medio de unas algas ondulantes, había una ostra que lentamente se estaba abriendo. Dentro de la ostra, Milo vio una perla hermosa, tan brillante y perfecta que parecía brillar con su propia luz.

—¡Miren eso! —exclamó Milo, señalando la ostra—. ¡Es la perla más hermosa que he visto!

Costra y Gill nadaron rápidamente hacia donde estaba Milo y también vieron la perla. Era realmente magnífica, pero justo cuando Milo se acercó más para admirarla mejor, la ostra se cerró de golpe, haciendo un fuerte sonido que asustó al pequeño cangrejo.

—¡Ay! —gritó Milo, retrocediendo rápidamente—. Me asusté mucho.

Gill, con su sonrisa siempre presente, se acercó a Milo y le dijo:

—No tengas miedo, pequeño Milo. A veces, las cosas pueden resultar un poco difíciles y asustar al principio, pero si eres muy valiente, puedes lograr lo que te propongas.

Costra, con su voz suave y tranquilizadora, añadió:

—Es cierto, Milo. A veces, solo necesitas un poco de paciencia y valentía. Recuerda, las cosas buenas a menudo requieren esfuerzo.

Milo pensó en lo que habían dicho sus amigos. Respiró hondo y se llenó de valentía. Decidió intentarlo de nuevo, después de todo, intentar dos veces es mejor que una. Se acercó lentamente, pasito a pasito, a la ostra, esperando el momento en que se abriera.

Mientras Milo esperaba, recordó todas las veces que había superado sus miedos con la ayuda de sus amigos. Pensó en la vez que nadó por primera vez en una corriente fuerte y en la vez que ayudó a Gill a escapar de una red de pescadores. Cada vez que había sido valiente, había logrado cosas increíbles.

Finalmente, la ostra comenzó a abrirse lentamente. Milo, con mucho cuidado, se acercó más y más. La ostra se abrió completamente y allí estaba la perla, tan brillante como antes. Esta vez, Milo no se asustó. Con mucho cuidado, extendió una de sus pinzas y tocó la perla suavemente.

—¡Lo logré! —exclamó Milo, sintiéndose muy orgulloso de sí mismo.

Costra y Gill aplaudieron emocionados por su amigo. Estaban muy contentos de ver que Milo había superado su miedo y había logrado admirar la perla.

—Sabía que podías hacerlo, Milo —dijo Gill, nadando en círculos alrededor de él.

—Siempre supe que tenías mucha valentía en tu interior, pequeño cangrejo —añadió Costra, sonriendo.

Milo se sintió muy feliz y agradecido por el apoyo de sus amigos. La perla era realmente hermosa, pero lo que más apreciaba era haber aprendido una valiosa lección sobre la valentía y la perseverancia.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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