Cuentos de Animales

Nuriel y el Conejito Perdido

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez un niño llamado Nuriel. Nuriel era un niño curioso y aventurero, con unos grandes ojos brillantes y una sonrisa que iluminaba cualquier lugar al que iba. Vivía en una pequeña casa junto a sus padres y su mascota favorita: un conejito blanco y esponjoso llamado Nieve. Nieve era más que una mascota para Nuriel; era su mejor amigo y compañero de aventuras.

Todas las mañanas, Nuriel y Nieve salían al jardín a jugar. Nuriel corría de un lado a otro, mientras Nieve saltaba felizmente detrás de él. Juntos exploraban cada rincón del jardín, encontrando pequeños tesoros como piedras de colores, ramitas curiosas y hojas que crujían bajo sus pies. Pero lo que más disfrutaban era cuando iban al parque cercano, un lugar lleno de árboles altos, flores de todos los colores y muchos otros animalitos.

Un día, como cualquier otro, Nuriel y Nieve fueron al parque. Nuriel llevaba a Nieve en sus brazos, acariciando su suave pelaje mientras caminaban. Cuando llegaron al parque, Nuriel dejó a Nieve en el suelo para que pudiera corretear libremente. Mientras Nuriel recogía algunas flores para hacer un ramo, Nieve se entretenía olfateando los alrededores, curioso por descubrir nuevos olores y lugares.

Sin embargo, cuando Nuriel terminó de recoger flores y giró para llamar a Nieve, se dio cuenta de que su querido conejito no estaba por ningún lado. Miró a la izquierda, miró a la derecha, pero Nieve no aparecía. Un sentimiento de angustia comenzó a crecer en el corazón de Nuriel. «¡Nieve! ¡Nieve!» gritó Nuriel con desesperación, pero no hubo respuesta.

Nuriel comenzó a correr por el parque, buscando a su pequeño amigo. Preguntó a las aves que cantaban en los árboles, pero ellas solo respondían con sus trinos alegres. Preguntó a las mariposas que revoloteaban por las flores, pero ellas seguían bailando en el aire sin prestar atención. Incluso preguntó a los demás niños que jugaban en el parque, pero nadie había visto a un conejito blanco.

El sol comenzó a bajar lentamente en el horizonte, y Nuriel empezó a sentirse muy triste. No podía imaginar su vida sin Nieve. Se sentó bajo un gran roble, con la cabeza apoyada en sus rodillas, tratando de no llorar. «¿Dónde estás, Nieve?» se preguntaba en voz baja.

De repente, escuchó un ruido suave, como el crujido de una hoja seca. Levantó la cabeza y vio un pequeño arbusto que se movía ligeramente. Con el corazón latiendo con fuerza, Nuriel se acercó despacio. Al apartar las ramas del arbusto, vio a Nieve, acurrucado y temblando. El pobre conejito parecía asustado y perdido.

«¡Nieve!» exclamó Nuriel, aliviado y feliz de encontrar a su amigo sano y salvo. Nieve saltó hacia los brazos de Nuriel, y el niño lo abrazó con fuerza, prometiéndole que nunca más lo perdería de vista. Con Nieve seguro en sus brazos, Nuriel decidió que era hora de volver a casa. Ya era casi de noche, y aunque se sentía un poco culpable por haber perdido de vista a su conejito, estaba muy agradecido de que lo había encontrado.

Mientras caminaban de regreso, Nuriel pensaba en lo importante que era cuidar de los seres que amaba. Nieve confiaba en él, y era su responsabilidad asegurarse de que siempre estuviera a salvo. Desde ese día, Nuriel decidió que siempre mantendría a Nieve cerca, sin importar qué.

Al llegar a casa, los padres de Nuriel estaban esperando en la puerta. Habían empezado a preocuparse porque Nuriel tardaba en volver. Cuando vieron a su hijo entrar con Nieve en brazos, sonrieron aliviados. «¿Dónde estabas, Nuriel?» preguntó su madre con cariño.

«Tuve un pequeño susto, pero todo está bien ahora,» respondió Nuriel, y les contó la historia de cómo había perdido y encontrado a Nieve. Sus padres le dijeron que era normal que a veces las cosas se complicaran, pero que lo importante era aprender de esas experiencias.

Esa noche, Nuriel se fue a la cama con Nieve a su lado. El conejito estaba tranquilo, sabiendo que estaba seguro junto a su amigo. Antes de cerrar los ojos, Nuriel susurró: «Nunca más te perderé, Nieve. Siempre estaremos juntos, pase lo que pase.» Y con ese pensamiento, ambos se quedaron dormidos, soñando con nuevas aventuras que vivirían juntos.

Y así, Nuriel aprendió una valiosa lección sobre la amistad, el cuidado y la importancia de estar atento a los que amamos. Desde entonces, Nuriel y Nieve siguieron explorando el mundo juntos, pero siempre con Nuriel vigilante, asegurándose de que su querido amigo estuviera siempre a salvo y feliz.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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