Había una vez una ardilla muy curiosa llamada Rocky. Rocky no era una ardilla común y corriente, ¡era una ardilla muy especial! Desde pequeño, siempre había soñado con viajar por el espacio y conocer los planetas. Le encantaba mirar las estrellas desde su árbol y se preguntaba cómo sería volar entre ellas.
Un día, mientras Rocky estaba recolectando bellotas en el bosque, encontró algo brillante enterrado en el suelo. Cavó y cavó hasta que sacó un casco de astronauta en miniatura. «¡Qué descubrimiento tan increíble!» pensó Rocky emocionado. Decidió ponérselo y, al instante, se sintió más valiente y listo para una aventura espacial.
Esa noche, Rocky miró al cielo y vio una estrella fugaz. Cerró los ojos y pidió un deseo: «Quiero viajar por el espacio y conocer todos los planetas». De repente, sintió un cosquilleo y, cuando abrió los ojos, estaba flotando en el espacio. ¡Su deseo se había cumplido!
Rocky flotaba entre las estrellas, mirando a su alrededor con asombro. Vio planetas de todos los colores y tamaños. Primero, se acercó a un planeta rojo y grande. El planeta tenía una cara amable y le sonrió a Rocky. «Hola, pequeño explorador,» dijo el planeta. «Me llamo Rojo. ¿Qué haces por aquí?»
«Hola, Rojo,» respondió Rocky con una sonrisa. «Estoy explorando la galaxia. ¡Siempre he querido ver los planetas de cerca!»
Rojo se rió y dijo: «Pues has llegado al lugar correcto. Aquí hay muchos planetas interesantes. Deberías visitar a mi amigo Azul, es un planeta muy divertido.»
Rocky se despidió de Rojo y siguió flotando hasta llegar a un planeta azul brillante. Azul también tenía una cara amigable y saludó a Rocky con entusiasmo. «¡Bienvenido, pequeño viajero! Soy Azul. ¿Qué te trae por aquí?»
«Hola, Azul,» respondió Rocky. «Estoy explorando la galaxia y Rojo me dijo que te visitara. ¿Qué puedes contarme de tu planeta?»
Azul sonrió y dijo: «Aquí en mi planeta, nos encanta jugar y divertirnos. Tenemos mares llenos de peces de colores y cielos donde vuelan cometas brillantes. ¡Es un lugar maravilloso!»
Rocky pasó un buen rato en el planeta Azul, jugando con los peces y volando con los cometas. Se sintió muy feliz de haber conocido a Azul y de haber disfrutado de tantas aventuras.
Después de despedirse de Azul, Rocky continuó su viaje espacial. Llegó a un planeta verde y frondoso llamado Verde. Verde tenía una voz suave y acogedora. «Hola, pequeño viajero,» dijo Verde. «Me alegra verte. Soy Verde. ¿Qué te trae por aquí?»
«Hola, Verde,» respondió Rocky. «Estoy explorando la galaxia y he conocido a Rojo y Azul. Me dijeron que tu planeta es muy hermoso.»
Verde sonrió y dijo: «Sí, mi planeta está lleno de bosques, flores y animales de todo tipo. Te invito a explorar y disfrutar de la naturaleza.»
Rocky exploró los bosques de Verde, conoció a animales muy interesantes y disfrutó del aire fresco. Se sintió muy agradecido por la amabilidad de Verde y por la belleza de su planeta.
Después de pasar un tiempo maravilloso en el planeta Verde, Rocky siguió su viaje. Flotó hasta llegar a un planeta brillante y dorado llamado Dorado. Dorado tenía una voz profunda y cálida. «Bienvenido, pequeño aventurero,» dijo Dorado. «Soy Dorado. ¿Qué te trae por aquí?»
«Hola, Dorado,» respondió Rocky. «Estoy explorando la galaxia y he conocido a Rojo, Azul y Verde. Me dijeron que tu planeta es muy especial.»
Dorado sonrió y dijo: «Mi planeta es un lugar de luz y calidez. Aquí siempre brilla el sol y las estrellas nos iluminan por la noche. Es un lugar perfecto para relajarse y disfrutar del resplandor.»
Rocky se tumbó en la suave arena dorada de Dorado y miró las estrellas. Se sintió muy tranquilo y feliz, disfrutando de la luz y el calor del planeta. Sabía que su aventura espacial había sido increíble y que había aprendido mucho de cada planeta que había visitado.
Finalmente, después de visitar todos esos planetas maravillosos, Rocky decidió regresar a casa. Cerró los ojos y deseó volver a su árbol en el bosque. Sintió el cosquilleo nuevamente y, cuando abrió los ojos, estaba de vuelta en su hogar, bajo las estrellas brillantes.
Rocky miró al cielo y sonrió. Sabía que, aunque su aventura espacial había terminado, siempre tendría las estrellas para recordarle los increíbles planetas y amigos que había conocido. Y así, cada noche, Rocky se ponía su casco de astronauta, miraba las estrellas y soñaba con nuevas aventuras en la galaxia.
Fin
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.