Había una vez un niño llamado Agustín que vivía en una casita con su papá, su mamá y su gatito Minky. Agustín tenía el cabello castaño y unos ojos llenos de curiosidad. Minky, su gatito, era muy esponjoso y tenía un pelaje gris que parecía una nube. Agustín y Minky eran los mejores amigos y siempre jugaban juntos en el jardín.
Una mañana soleada, Agustín se despertó muy emocionado. Hoy era un día especial porque sus papás le habían prometido que jugarían con él y Minky en el jardín. Después de desayunar, Agustín corrió a su cuarto y se puso su camiseta favorita y sus zapatillas. Minky lo seguía, maullando suavemente, como si también estuviera emocionado.
«¡Papá, mamá, estoy listo para jugar!» gritó Agustín, saltando de alegría.
Su papá, un hombre alto con barba, y su mamá, una mujer de cabello largo y sonrisa amable, lo miraron con ternura. «Vamos, Agustín, ¡vamos a disfrutar del sol!» dijo su papá, abriendo la puerta del jardín.
El jardín estaba lleno de flores de todos los colores, mariposas revoloteando y un gran árbol que ofrecía sombra. Agustín corrió hacia el centro del jardín, con Minky saltando detrás de él. Papá y Mamá los siguieron, llevando una pelota y una manta para sentarse.
«¡Vamos a jugar a atrapar la pelota, Minky!» dijo Agustín, lanzando la pelota suavemente. Minky corrió tras la pelota, moviendo su cola con entusiasmo. Agustín reía cada vez que Minky atrapaba la pelota y la empujaba con su patita.
Después de un rato de jugar, Agustín decidió que era hora de explorar. «Papá, Mamá, ¿podemos ir a ver las flores?» preguntó, señalando las coloridas flores al otro lado del jardín.
«Claro que sí, cariño,» respondió Mamá, tomándolo de la mano. «Vamos a ver qué flores encontramos.»
Caminaron juntos, observando las mariposas que volaban de flor en flor. Agustín se detuvo frente a una flor especialmente brillante. «¡Mira, Papá, esta es mi favorita!» dijo, tocando suavemente los pétalos.
«Es muy bonita, Agustín,» dijo Papá, sonriendo. «Las flores son como un arcoíris en el suelo.»
Mientras exploraban, Minky se escabulló detrás de un arbusto. «¿Dónde está Minky?» preguntó Agustín, buscando a su gatito.
«Debe estar explorando también,» dijo Mamá. «Vamos a buscarlo juntos.»
Agustín y sus papás caminaron por el jardín, llamando a Minky. «¡Minky, Minky!» llamaba Agustín, hasta que finalmente vieron su colita moviéndose detrás de un arbusto. «¡Aquí estás, Minky!» exclamó Agustín, abrazando a su gatito.
«Creo que Minky también está disfrutando del jardín,» dijo Papá, riendo. «Vamos a descansar un poco en la manta.»
Se sentaron en la manta bajo el gran árbol. Mamá sacó una canasta con bocadillos deliciosos. Había galletas, frutas y jugo fresco. «Es hora de un picnic,» dijo Mamá, ofreciéndole una galleta a Agustín.
«Gracias, Mamá,» dijo Agustín, mordiendo la galleta con gusto. Minky se acurrucó a su lado, ronroneando suavemente.
Después del picnic, Agustín comenzó a sentirse un poco cansado. «Papá, Mamá, ¿podemos contar una historia?» preguntó, acurrucándose entre ellos.
«Claro, cariño,» dijo Papá, abrazándolo. «¿Qué historia quieres escuchar?»
«Una historia sobre un niño y su gatito,» dijo Agustín, bostezando.
Papá comenzó a contar una historia mágica sobre un niño valiente y su gatito aventurero que viajaban a un reino de flores y mariposas. Agustín escuchaba con los ojos muy abiertos, imaginando cada detalle. Pero pronto, el cansancio lo venció y se quedó dormido en los brazos de su papá.
Mientras Agustín dormía, Papá y Mamá lo miraban con amor. «Es tan feliz cuando está jugando en el jardín,» dijo Mamá en voz baja.
«Sí, le encanta estar al aire libre con Minky,» respondió Papá, acariciando el cabello de Agustín.
Después de un rato, Agustín se despertó con un suave ronroneo en su oído. Minky estaba acurrucado junto a él, como un pequeño calentador de peluche. «¿Dormiste bien, cariño?» preguntó Mamá, besando su frente.
«Sí, Mamá,» dijo Agustín, frotándose los ojos. «Fue una siesta muy bonita.»
«Es hora de regresar a casa y prepararnos para la cena,» dijo Papá, levantándose y extendiendo la mano a Agustín. «Vamos, Minky, es hora de volver.»
Recogieron sus cosas y regresaron a la casa. Mamá preparó una cena deliciosa, y después de comer, Agustín sabía que era hora de su rutina de noche. «Mamá, ¿puedo ducharme con Minky?» preguntó, sabiendo que su gatito no era muy fan del agua, pero siempre disfrutaba su compañía.
«Claro, pero recuerda ser muy cuidadoso con Minky,» respondió Mamá, sonriendo.
Agustín llenó la bañera con agua tibia y suavemente puso a Minky en el agua. Aunque al principio Minky estaba un poco asustado, pronto se relajó y disfrutó del agua. Agustín se rió mientras jugaban con las burbujas. «Minky, ¡eres un gato burbuja!» dijo, riendo.
Después del baño, Agustín y Minky estaban limpios y frescos. Mamá los ayudó a secarse y luego Agustín se puso su pijama favorito. Minky se acurrucó en su cama, esperando a que Agustín se uniera a él.
«Buenas noches, Agustín,» dijo Papá, dándole un abrazo. «Que sueñes con aventuras mágicas.»
«Buenas noches, Papá,» respondió Agustín, abrazándolo de vuelta. «Y buenas noches, Mamá. Los quiero mucho.»
«Te queremos, cariño,» dijo Mamá, besando su frente. «Duerme bien.»
Agustín se metió en la cama y Minky se acurrucó a su lado, ronroneando suavemente. Cerró los ojos, sintiéndose feliz y seguro. Pensó en su día en el jardín, las flores brillantes, las mariposas, y las historias mágicas. Sabía que siempre tendría a su familia y a Minky a su lado para vivir aventuras y compartir momentos felices.
Y así, Agustín se quedó dormido, soñando con un jardín lleno de flores mágicas y su gatito Minky siempre a su lado. Fue una noche tranquila, llena de amor y paz, y Agustín sabía que mañana sería otro día lleno de aventuras y juegos con su familia y su querido Minky.
Y así termina la historia de una tarde en el jardín con Agustín y Minky, donde cada día es una nueva oportunidad para explorar, jugar y amar a su familia.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.