Abril era una niña hermosa de tres años, con su cabello ensortijado que parecía bailar con el viento cada vez que corría y jugaba. Vivía en Bogotá con sus papás, Pablo y Vanessa, quienes la cuidaban con mucho amor. Abril siempre soñaba con aventuras grandes y mundos mágicos, y un día sus papás le dieron una sorpresa muy especial: la llevarían de vacaciones a Disney World, un lugar lleno de magia y diversión.
Cuando llegaron a Disney World, abril no cabía en sí de la emoción. Todo era tan grande y colorido que parecía un cuento que había saltado de sus libros favoritos. Pablo, Vanessa y Abril caminaron por calles llenas de luces, música y personajes que saludaban a todos con sonrisas grandes. Abril quería conocer a todos, pero tenía un objetivo en su pequeño corazón: conocer a Mickey, el ratón más famoso y amigable del mundo mágico.
Abril llevaba puesto un vestido rosa con dibujos de estrellas y sus zapatos tenían luces que se encendían cuando caminaba. Sus ojos brillaban mucho, y cada vez que veía algo nuevo, gritaba emocionada: “¡Mira, papá, mira, mamá!” Pablo la tomó de la mano y Vanessa le pasó una cámara para que tomara las fotos de su aventura, porque quería que recordaran cada instante para siempre.
La primera atracción que visitaron fue el carrusel de colores, donde Abril montó un caballito que parecía bailar con las nubes del cielo. Se reía con todas sus ganas, hasta que el caballo la llevó muy rápido y sintió que volaba. Pablo y Vanessa la acompañaban, abrazándola para que no se cayera. Luego, caminaron hacia un castillo muy grande y brillante, donde unas princesas saludaban a los niños con vestidos largos y coronas de estrellas.
Abril estaba feliz, pero lo que más deseaba era conocer a Mickey. De repente, Vanessa vio a lo lejos una fila de niños y adultos que esperaban para saludar al ratón mágico. “¡Vamos, Abril! ¡Allí está!”, dijo ella sonriendo. Abril saltó de alegría y corrió con sus patitos de luz hasta la fila. En el camino, vio su personaje favorito, Donald, que le hizo una sonrisa y un saludo con la mano que la hizo reír mucho.
Cuando fue su turno, Abril se acercó a Mickey con sus ojitos muy grandes y brillantes. Mickey la saludó alzando sus grandes guantes blancos y le dio un abrazo que parecía calentar todo su cuerpo de felicidad. Abril sintió un cosquilleo en la barriga y no pudo contener las lágrimas de alegría que comenzaron a caer por sus mejillas. «¡Mickey, qué lindo eres!», susurró Abril mientras lo abrazaba fuerte.
Pablo y Vanessa tomaron muchas fotos y videos para que Abril pudiera mostrárselos a su Tito y a su Tita cuando regresaran a casa. Tito y Tita vivían en Bogotá y siempre estaban atentos a las aventuras de Abril. Le mandaban mensajes y dibujos por teléfono, y Abril les contaba todo mientras dibujaba estrellas y ratones con orejas grandes. Ahora tendría algo aún más mágico para compartir.
Después de conocer a Mickey, la familia siguió explorando el parque. Subieron a un barco que navegaba por un río rodeado de luces y figuras de animales y piratas que contaban historias de aventuras lejanas. Abril gritaba con emoción y señalaba cada detalle, mientras Pablo y Vanessa le explicaban pequeñas historias de piratas valientes y animales curiosos. Abril se sentía como una princesa que exploraba tierras nuevas y peligrosas, pero siempre protegida por sus papás.
Luego, entraron al mundo de los juguetes donde los muñecos cobraban vida. Abril corrió detrás de un muñeco gigante que se movía y hablaba. Se llamaba Woody y llevaba un sombrero muy grande. Woody le dijo con voz amable que siempre debía tener valor y cuidar de sus amigos, porque así las aventuras son más divertidas y seguras. Abril escuchó atentamente, recordando que siempre debía estar cerca de Pablo y Vanessa porque la aventura sin ellos sería muy triste.
Cerca del mediodía, todos fueron a comer al castillo de la Bella Durmiente. Abril pidió su plato favorito con puré de papas que parecía nubes, y mientras comían, miraba por la ventana el parque llenarse de luces y personas felices. A veces, Tito y Tita llamaban por video para saludar y preguntar qué tal la estaba pasando y Abril les mostraba sonriente la camisa de Mickey que había comprado.
Después de comer, fueron a un espectáculo de fuegos artificiales y música. Abril miraba al cielo con los ojos muy abiertos mientras los colores estallaban en estrellas mágicas. La música la hacía querer bailar y Pablo la sostuvo fuerte para que no se cansara. Vanessa abrazó a los dos y juntos vieron el brillo especial que solo se puede encontrar donde los sueños se hacen realidad.
Cuando el día terminó y regresaron al hotel, Abril se quedó dormida en los brazos de su mamá. Soñó que volaba con Mickey y sus amigos a un mundo donde todo era posible, donde las risas nunca acababan y la aventura estaba en cada rincón. Pablo y Vanessa miraban la pequeña y sonreían, felices de haber hecho realidad uno de los sueños más grandes de Abril.
Al día siguiente, en el camino hacia el aeropuerto, Abril contó una y otra vez a sus papás todas las cosas maravillosas que había vivido. “Papá, mamá, Mickey es mi amigo para siempre”, decía con una voz tierna y segura. Sabía que pronto estaría en Bogotá, donde Tito y Tita la escucharían atentas y juntos guardarían esas fotos como un tesoro.
Cuando finalmente llegaron a casa, Tito y Tita les estaban esperando con los brazos abiertos y muchas preguntas. Abril mostró cada foto con orgullo: la del carrusel, la del castillo, la de Mickey sonriendo al abrazarla, la de Woody y la de fuegos artificiales que parecían caer del cielo. Tito le dio un gran abrazo y dijo: “Abril, qué valiente y feliz estás. Eres una aventurera de verdad”. Y Tita le regaló una pequeña cajita para guardar los recuerdos, donde Abril colocó con cuidado una oreja de Mickey que había comprado.
Desde ese día, Abril supo que cualquier aventura es más bonita cuando se comparte con las personas que amas. También aprendió que la felicidad se puede encontrar en las cosas más simples: un abrazo, una sonrisa, un juego o un cuento contado en familia. Cada vez que miraba las fotos, sentía que estaba de nuevo en el Reino de los Sueños de Disney, un lugar donde los sueños de una niña de tres años con cabello ensortijado sí pueden hacerse realidad.
Y así, con su corazón lleno de alegría y sus ojos brillando de emoción, Abril seguía siendo la misma niña valiente y curiosa que un día viajó muy lejos solo para descubrir que la verdadera magia está en compartir momentos felices con su familia y sus seres queridos. Esa fue la gran aventura que guardó para siempre, dentro de su pequeño pero infinito mundo.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.