Era un hermoso día en el tranquilo pueblo de Colorín. El sol brillaba en el cielo azul y los pájaros cantaban alegres. En este pintoresco lugar vivían dos amigos inseparables, Gabriel y Belén. Gabriel era un niño curioso y aventurero, siempre con una sonrisa y un brillo especial en sus ojos. Belén, por otro lado, era una niña amable y carinhosa, siempre lista para ayudar a los demás. Juntos, formaban el mejor equipo.
Un día, mientras exploraban el parque, Gabriel y Belén decidieron que era hora de una gran aventura. “¿Qué tal si cruzamos el río que está detrás de las colinas?” sugirió Gabriel con entusiasmo. Belén pensó que era una idea emocionante, pero también un poco peligrosa. “¿Y si nos encontramos con algo desconocido?” preguntó, un poco nerviosa. Gabriel, con su valiente corazón, le aseguró: “No te preocupes, ¡estaremos juntos!”.
Así que, con la emoción palpitando en sus corazones, los dos amigos se pusieron en marcha hacia el río. Mientras caminaban, veían flores de mil colores, mariposas que danzaban en el aire y ardillas que jugueteaban entre los árboles. “Mira, Belén, ¡qué bonito está todo!”, exclamó Gabriel. Belén sonrió, disfrutando del colorido paisaje que los rodeaba.
Después de un rato, llegaron a la orilla del río, y ante ellos se extendía un agua cristalina que brillaba como diamantes bajo el sol. Pero al mirar más de cerca, notaron que no había un puente para cruzar. “Hmm, ahora tenemos que pensar en cómo cruzar este río”, dijo Belén, frunciendo el ceño. Gabriel, siempre lleno de ideas, dijo: “Tal vez podamos construir un puente con esas ramas grandes”.
Así que, empezaron a recoger ramas, hojas y piedras para construir su puente. Trabajaron juntos, riendo y disfrutando de la compañía del otro. Justo cuando estaban a punto de terminar su creación, escucharon un suave quejido proveniente de unos arbustos. Intrigados, se acercaron con cautela.
Entre las hojas, encontraron a un pequeño pato atrapado. “¡Oh, pobrecito!”, exclamó Belén. “¿Cómo podemos ayudarlo?”. El pato miraba con ojos tristes, incapaz de liberarse de las ramitas que lo apresaban. Gabriel y Belén se pusieron a trabajar de inmediato. Con mucho cuidado, comenzaron a deshacer las ramitas, hasta que el pequeño pato pudo salir.
“¡Gracias, amigos!”, dijo el pato con una voz suave y melodiosa. “Soy Pipo, y estaba buscando a mis amigos cuando me quedé atrapado. ¡Ahora no sé cómo regresar a mi hogar!”.
Gabriel y Belén se miraron y supieron al instante que podrían ayudar a Pipo a encontrar a sus amigos. “No te preocupes, Pipo, nosotros te ayudaremos”, dijo Gabriel, lleno de entusiasmo. Belén añadió: “Primero, cruzaremos el río, y luego buscaremos a tus amigos”.
Pipo se unió a ellos, saltando alegremente, ya que ahora se sentía a salvo. Juntos, intentaron cruzar su puente improvisado. Gabriel, que era valiente, fue el primero en hacerlo. “¡Voy a cruzar primero para asegurarme de que es seguro!”, gritó mientras caminaba con cuidado sobre las ramas. Belén lo siguió de cerca, un poco nerviosa pero decidida a no quedarse atrás.
Cuando llegaron al otro lado, miraron hacia atrás y vieron a Pipo, que apenas podía avanzar sobre las ramas. “¡No te preocupes, Pipo! ¡Nosotros te ayudaremos!”, gritó Belén. Así que Gabriel se quedó al lado del pato, animándolo, mientras Belén lo guiaba desde la otra orilla.
“¡Solo un pequeño paso más, Pipo! ¡Tú puedes!”, decía Belén. Y con un gran esfuerzo y sus pequeñas alitas, Pipo finalmente logró cruzar al lado donde estaban Gabriel y Belén. Los tres amigos celebraron, saltando y aplaudiendo por el éxito de su cruzada.
Una vez que estaban juntos en el otro lado, Belén preguntó: “¿Dónde crees que están tus amigos, Pipo?”. El pato reflexionó un momento y dijo: “Generalmente, nadan al otro lado del río. Vamos, que todavía no los he visto en todo el día”.
Así que los tres amigos comenzaron a explorar la orilla del río buscando señales de los amigos de Pipo. Miraron debajo de las hojas, detrás de los árboles, y hasta se asomaron al agua. Después de un rato, oyeron unos graznidos familiares. “¡Allí están!”, gritó Pipo emocionado. Al mirar hacia donde señalaba, vieron a un grupo de patos nadando felices, buscando comida y jugando entre ellos.
“¡Amigos, aquí estoy!” Graznó Pipo, agitando sus alitas con alegría. Los patos lo vieron y nadaron rápidamente hacia la orilla. “¡Pipo! ¡Te hemos estado buscando!”, dijeron todos al unísono, llenos de alegría. Pipo, feliz de estar nuevamente con su grupo, les explicó cómo sus nuevos amigos, Gabriel y Belén, lo habían salvado.
Los patos agradecieron a Gabriel y a Belén por ayudar a su amigo y decidieron invitar a los dos niños a un festín de semillas y frutas que habían encontrado. Todos se sentaron juntos en la orilla del río, riendo y disfrutando de una deliciosa merienda.
Mientras comían, Gabriel y Belén se dieron cuenta de algo muy importante: la amistad no solo se trata de jugar juntos, sino también de ayudar y cuidar unos de otros. “¡Ha sido un gran día!”, dijo Gabriel sonriendo. Belén asintió, “Sí, no solo cruzamos el río, ¡también hicimos un nuevo amigo!”.
Y así, en un hermoso día lleno de colores y risas, Gabriel y Belén aprendieron que la aventura de la amistad es el mejor viaje de todos. Cuando el sol comenzó a bajar en el horizonte, se despidieron de Pipo y los otros patos, prometiendo volver a visitarlos.
Mientras regresaban a casa, caminando y riendo, se sintieron felices y agradecidos por la nueva lección que habían aprendido. La aventura de cruzar el río les enseñó que, así como un puente, la amistad puede ayudarnos a superar cualquier obstáculo, siempre que estemos dispuestos a dar una mano a quienes lo necesitan. Y así, con corazones llenos de alegría, Gabriel y Belén continuaron su camino, listos para nuevas aventuras juntos.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.