Cuentos de Aventura

Aventuras al alcance de la mano, la historia de Alessio y su tía

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Había una vez un niño llamado Alessio, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y coloridas flores. Su mejor amiga era su tía Cin, una mujer alegre y llena de energía, que siempre tenía una nueva aventura lista para vivir. Un día soleado, con el cielo despejado y las nubes bailando como si fueran algodones de azúcar, Alessio se despertó con un gran deseo de explorar.

—¡Tía Cin! —gritó Alessio mientras corría hacia la cocina—. ¡Hoy quiero tener una aventura!

La tía Cin, que estaba preparando un delicioso desayuno de tortitas, se volvió hacia Alessio con una sonrisa. Sus ojos brillaban de emoción.

—¡Eso suena maravilloso, Alessio! —dijo—. ¿Qué te gustaría hacer? Podemos ir a buscar tesoros, o tal vez explorar el bosque. La naturaleza está llena de sorpresas.

Alessio se quedó pensando por un momento. Recordaba que había oído historias sobre un misterioso lago en el bosque donde habitantes mágicos nadaban. Quería ver el lago y, tal vez, conocer a una sirena.

—¡Quiero ir al lago misterioso, tía Cin! —exclamó Alessio.

—¡Perfecto! —respondió su tía, haciendo un gesto hacia la puerta—. Prepara tu mochila con lo que necesites, y no olvides la merienda. ¡Saldremos en un instante!

Alessio corrió a su habitación y llenó su mochila con sándwiches, una botella de agua y galletas. También llevó su linterna, por si acaso se hacía de noche. Cuando estuvo listo, se encontró con su tía Cin en la puerta.

—¡Vamos! —dijo ella, y juntos salieron al brillante día.

El sol estaba radiante, los pájaros cantaban y el viento suave acariciaba sus rostros a medida que se adentraban en el bosque. Mientras caminaban, Alessio miraba a su alrededor, fascinado por los enormes árboles que parecían tocar el cielo y las pequeñas flores que adornaban el suelo.

—¿Sabías que en este bosque viven criaturas mágicas? —le dijo la tía Cin mientras señalaba un árbol enorme—. He escuchado que a veces, si escuchas con atención, puedes oír sus risas.

—¡Yo quiero escucharlas! —respondió Alessio emocionado.

Continuaron caminando, y tras un rato, llegaron a un claro donde había un río que brillaba como si estuviera hecho de estrellas. En la orilla, había un pequeño pato que nadaba felizmente.

—¡Mira, tía Cin! —gritó Alessio—. ¡Un pato!

—¡Sí, es un patito muy juguetón! —respondió ella, sonriendo—. Pero no debemos olvidarnos de nuestro objetivo. Vamos a buscar el lago.

Siguiendo el murmullo del agua y el canto de los pájaros, Alessio y su tía continuaron su camino. De repente, se encontraron con un pequeño zorro que los miraba con curiosidad.

—¡Hola, pequeño zorro! —saludó Alessio, acercándose con cuidado.

El zorro parecía amistoso y movía la cola de un lado a otro.

—Hola, soy Zacky, el zorro curioso. ¿A dónde van ustedes? —preguntó el zorro con voz suave.

—Vamos al lago misterioso —respondió Alessio—. ¿Quieres acompañarnos?

Zacky, emocionado por la idea de una aventura, asintió rápidamente.

—¡Sí, sí! ¡Me encantaría! —exclamó.

Así que los tres continuaron su camino, hablando y riendo mientras se adentraban más en el bosque. La luz del sol se filtraba entre las hojas, creando sombras danzantes en el suelo.

Después de un buen rato de caminar y de seguir a Zacky que les mostraba el camino, llegaron a una colina desde donde podían ver el lago. El agua brillaba con una luz azulada que parecía mágica.

—¡Mira, ahí está! —gritó Alessio con alegría.

El lago era aún más hermoso de lo que había imaginado. Las ondas del agua reflejaban el cielo y alrededor había flores que parecían sonreír. Alessio y su tía comenzaron a acercarse, y en ese instante, un suave susurro llegó hasta ellos, como si el lago los llamara.

—¿Escuchas eso? —preguntó tía Cin, mirando extrañada a su sobrino.

Alessio asintió, sus ojos brillaban de emoción. El sonido era como una melodía suave que danzaba en el aire. Sin pensarlo, Alessio corrió hacia el agua y Zacky le siguió.

Tan pronto como llegaron a la orilla del lago, algo increíble sucedió. De las profundidades del agua emergió una hermosa sirena. Tenía largos cabellos azules y una cola brillante que reflejaba colores del arcoíris.

—¡Hola! —dijo la sirena con una voz melodiosa—. Soy Marina. ¿Quiénes son ustedes y qué hacen aquí?

Alessio, completamente sorprendido, no pudo evitar sonreír.

—¡Soy Alessio y esta es mi tía Cin! —dijo, señalando a su tía. Luego miró a Zacky—. Y este es nuestro amigo Zacky.

—Es un placer conocerlos —dijo Marina mientras se movía elegantemente en el agua, creando pequeñas olas—. He estado esperando la llegada de aventureros. Este lago tiene un secreto.

—¡Cuéntanos, cuéntanos! —exclamó Alessio lleno de curiosidad.

Marina sonrió y continuó hablando.

—En este lago, cada vez que la luna llena brilla, un tesoro especial emerge de las profundidades. Es un cofre lleno de maravillas. Pero, para hallarlo, necesitarán superar tres pruebas.

—¡Estamos listos! —gritó tía Cin, decidida.

Alessio asintió con firmeza. Quería ver el tesoro y vivir una gran aventura. Marina los guió hasta el borde del lago y explicó las pruebas.

—La primera prueba —dijo Marina— consiste en encontrar una piedra que brilla en la oscuridad. Debe estar escondida en este bosque. Si la traen aquí, pasarán la primera prueba.

Alessio, Zacky y tía Cin miraron al bosque, decididos a buscar la piedra. Sin perder tiempo, se adentraron entre los árboles, buscando atentamente.

—¡Miren! —gritó Alessio, señalando un pequeño resplandor bajo un arbusto.

Corrieron hacia el arbusto y, efectivamente, allí estaba la piedra, brillando como una estrella en la tierra. Alessio la recogió con cuidado.

—¡Lo logramos! —dijo emocionado mientras regresaban al lago.

Marina sonrió, sorprendida y contenta.

—¡Muy bien! Han pasado la primera prueba. La segunda prueba es resolver un acertijo. ¿Están listos?

Los tres asintieron, confiados en sus habilidades.

Marina contó el acertijo:

—“Soy ligero como una pluma, y aunque todos me pueden sostener, nadie puede retenerme. ¿Qué soy?”

Alessio frunció el ceño, pensando en la respuesta. La tía Cin también estaba concentrada. Zacky movía su cola ansiosamente.

—¡Ya sé! —gritó Alessio de repente—. ¡Es el aire!

—¡Correcto! —respondió Marina riendo—. Tienen una mente brillante. Solo queda una prueba más.

El corazón de Alessio latía rápido. Querían explorar el cofre de maravillas.

—La última prueba —continúo Marina— es una prueba de valentía. Deberán nadar en el lago y traerme una concha que se encuentra en el fondo, y está custodiada por un pez muy grande.

Todos estaban un poco nerviosos, pero decididos. Zacky nadaba rápido y tía Cin no quería quedarse atrás.

—Voy a contar hasta tres y nos lanzaremos al agua —dijo Alessio, mirando a su tía y a Zacky—. Uno… dos… ¡tres!

Los tres se zambulleron al lago, el agua era refrescante y los rodeaba como un abrazo. Nadaron con fuerza, y de repente, un gran pez apareció frente a ellos, nadando lentamente.

El pez, que era azul con destellos dorados, miró curiosamente a Alessio, a tía Cin y a Zacky.

—¿Por qué han venido a este lado? —preguntó el pez con una voz profunda.

—Venimos a buscar una concha mágica —respondió Alessio un poco nervioso—. Nos han dicho que vive aquí.

El pez sonrió y señaló hacia el fondo del lago.

—Si son valientes, podrán encontrarla. Pero deben ser amigables y mostrarme que son buenos de corazón.

Alessio y sus amigos sonrieron, y Zacky decidió jugar un poco con el pez, haciéndole burbujas. El pez se rió y se dejó llevar, mostrando el camino hacia la concha.

Alessio, tía Cin y Zacky nadaron hacia el fondo del lago, y allí encontraron una hermosa concha brillante. Alessio la tomó con cuidado y nadaron de regreso a la superficie.

—¡Lo logramos! —gritaron todos al salir del agua.

Marina aplaudió, muy orgullosa de ellos.

—¡Felicitaciones! Han pasado las tres pruebas, y ahora pueden abrir el cofre de tesoros.

Marina se sumergió en el agua y apareció con un cofre dorado en sus manos. Lo colocó suavemente en la orilla, y Alessio, tía Cin y Zacky no podían contener su emoción.

—Abrelo —dijo Marina.

Con manos temblorosas, Alessio levantó la tapa del cofre. Dentro, encontraron un montón de cosas maravillosas: calaveras de cristal que podían ver en lo oscuro, globos de colores que jamás se desinflaban, y un libro lleno de historias de aventuras increíbles.

—¡Es increíble! —exclamó Alessio mientras sacaba una de las calaveras de cristal y admiraba su brillo.

Marina sonrió.

—Estas son cosas especiales que les ayudarán en sus futuras aventuras. Pero lo más valioso de todos es lo que han aprendido juntos: la amistad, la valentía y el trabajo en equipo.

—Gracias, Marina —respondió tía Cin—. Este ha sido un día que nunca olvidaremos.

Emocionados, los tres amigos se despidieron de la sirena y comenzaron su camino de regreso a casa, llenos de historias para contar y recuerdos inolvidables.

Mientras caminaban por el bosque, Alessio miró hacia el cielo y sonrió.

—Hoy fue un día mágico, tía Cin. Estoy agradecido por nuestra aventura.

Tía Cin le acarició la cabeza, sonriendo.

—A veces, las mayores aventuras están justo al alcance de la mano, si tenemos el valor de buscarlas.

Y así, Alessio, tía Cin y Zacky disfrutaron de su regreso, sabiendo que siempre habría más aventuras esperándolos, dondequiera que fueran. Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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