En un pintoresco pueblo rodeado de colinas y un cielo siempre estrellado, vivían tres amigos inseparables: Alex, un chico audaz y soñador; María, una niña inteligente y observadora; y Mario, conocido por su gran humor y corazón bondadoso. A pesar de sus diferentes personalidades, compartían una pasión inquebrantable por las aventuras y los misterios del universo.
Una noche, mientras observaban las estrellas, un fenómeno inusual ocurrió: tres estrellas fugaces cayeron en direcciones distintas, dejando tras de sí un resplandor que iluminó el cielo. Impulsados por la curiosidad y el asombro, Alex, María y Mario decidieron embarcarse en una aventura para encontrar los lugares donde habían caído estas estrellas.
Equipados con mochilas, linternas y un telescopio, los amigos se dividieron para cubrir más terreno. Alex siguió la estrella que cayó hacia el norte, adentrándose en un bosque denso y misterioso. María se dirigió al este, hacia las altas montañas que bordeaban el pueblo. Mario, por su parte, tomó el camino del oeste, que llevaba a un antiguo valle lleno de leyendas y ruinas.
La aventura de Alex en el bosque estuvo llena de desafíos. Se encontró con enigmas naturales, superó obstáculos y descifró antiguos símbolos tallados en los árboles. Su valentía y astucia lo llevaron hasta un claro, donde encontró un fragmento de estrella incrustado en el suelo, brillando intensamente.
Mientras tanto, María enfrentaba su propia aventura en las montañas. Con su conocimiento y habilidades de escalada, superó riscos peligrosos y descifró mapas antiguos encontrados en cuevas ocultas. Su persistencia la llevó a la cima de la montaña más alta, donde halló otro fragmento de estrella, emitiendo una luz cálida y acogedora.
Mario, en el valle, se adentró en un mundo de leyendas y misterios. Con su humor y optimismo, hizo amistad con criaturas míticas y descubrió secretos olvidados. Su viaje lo condujo a las ruinas de un antiguo observatorio, donde entre los escombros encontró el último fragmento de estrella.
Con los tres fragmentos reunidos, los amigos se encontraron en el centro del pueblo. Al unir las piezas, los fragmentos de estrella se fusionaron, revelando un antiguo mapa celeste que señalaba hacia un lugar desconocido en el cielo. Con la ayuda del telescopio de María, descubrieron que el mapa apuntaba a una constelación oculta, la cual relataba la historia de un guardián celestial que protegía el equilibrio del universo.
Impresionados por su descubrimiento, los amigos se dieron cuenta de que su verdadera aventura acababa de comenzar. Decidieron que seguirían explorando y aprendiendo, manteniendo siempre viva su curiosidad y su amistad. Y así, cada noche, bajo el manto estrellado, recordaban su increíble aventura y soñaban con los nuevos misterios que el universo aún tenía por revelar.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.