Cuentos de Aventura

El Mundo Mágico detrás de la Librería

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 7 minutos

Español

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En el corazón de una pequeña ciudad, vivía una niña llamada Rocío. Tenía 7 años y, aunque una discapacidad física limitaba sus movimientos, su mente volaba libre como un pájaro cada vez que se sumergía en las páginas de sus libros favoritos. Rocío amaba las historias de aventuras, esas que la llevaban a explorar junglas desconocidas, desiertos misteriosos y océanos profundos, todo desde la comodidad de su silla de ruedas.

Su compañera fiel en estas aventuras era Cuki, una labradora cariñosa y leal que nunca se apartaba de su lado. Juntas, formaban un equipo invencible. Rocío le leía en voz alta mientras Cuki descansaba su cabeza en su regazo, moviendo la cola cada vez que la historia se ponía emocionante.

Un día soleado, mientras paseaban por el centro de la ciudad, Rocío y Cuki descubrieron una librería antigua que nunca habían visto antes. «Libros y Leyendas» decía el cartel desgastado sobre la puerta. Con una mezcla de curiosidad y emoción, Rocío decidió entrar a explorarla.

La librería era un laberinto de estanterías repletas de libros de todas las formas y colores. El olor a papel viejo y tinta llenaba el aire, creando una atmósfera mágica. Rocío se dirigía hacia la sección de aventuras cuando algo llamó su atención. Un libro con una cubierta de terciopelo azul, incrustado con lo que parecían ser pequeñas estrellas brillantes, sobresalía de una de las estanterías.

Con la ayuda de Cuki, Rocío se acercó y extendió la mano para tomar el libro. Pero en el momento en que sus dedos rozaron la cubierta, ocurrió algo extraordinario. La estantería tembló y luego, como si fuera una puerta secreta, se abrió lentamente, revelando un pasaje oculto detrás de los libros.

Rocío y Cuki se miraron con asombro y, sin dudarlo, decidieron aventurarse en el misterioso pasaje. Empujó su silla de ruedas hacia adelante, con Cuki caminando a su lado, alerta a cualquier señal de peligro.

El pasaje los llevó a un mundo diferente, un lugar donde la magia parecía impregnar cada rincón. Rocío no podía creer lo que veían sus ojos. Estaba en un bosque encantado, con árboles que brillaban con luces de colores y criaturas místicas que revoloteaban a su alrededor. Lo más sorprendente de todo era que, en este mundo, ella podía caminar. Se levantó de su silla de ruedas, dando pasos temblorosos al principio, pero pronto ganando confianza. Cuki ladró alegremente, dando vueltas alrededor de Rocío.

Mientras exploraban este nuevo y asombroso lugar, se encontraron con un chico. Era un poco mayor que Rocío, con pelo oscuro y gafas azules que enmarcaban sus grandes ojos de color verde esmeralda. Se presentó como Juan y parecía tan sorprendido como ellos de encontrar a alguien más en aquel lugar.

Juan les explicó que también había llegado allí por accidente, dos años atrás, mientras buscaba un objeto muy especial: una cámara de fotos antigua que le había regalado su abuelo. Era su posesión más preciada y la había perdido en ese mundo mágico.

Rocío, movida por el deseo de ayudar y la emoción de vivir su propia aventura, se ofreció a ayudar a Juan a encontrar su cámara. Juntos, los tres, Rocío, Cuki y Juan, se embarcaron en una búsqueda que los llevaría a través de paisajes mágicos y pruebas desafiantes.

Viajaron por densos bosques donde los árboles susurraban secretos antiguos, cruzaron ríos cuyas aguas cantaban melodías olvidadas y escalaron montañas que tocaban el cielo. En cada paso del camino, Rocío se sentía más viva que nunca, liberada de las limitaciones de su cuerpo en el mundo real.

Durante su viaje, enfrentaron desafíos que pusieron a prueba su valentía y astucia. Se encontraron con un dragón que custodiaba un puente colgante, pero lograron calmarlo con una canción que Rocío recordaba de uno de sus libros. En otra ocasión, tuvieron que resolver acertijos planteados por un anciano sabio para cruzar un laberinto de espejos.

Cada prueba los acercaba más a la cámara de Juan, y con cada desafío superado, su amistad se fortalecía. Cuki, con su lealtad inquebrantable, protegía y guiaba al grupo a través de los peligros del camino.

Finalmente, llegaron a un valle iluminado por la luna, donde un lago cristalino reflejaba las estrellas del cielo nocturno. Allí, en una pequeña isla en el centro del lago, yacía la cámara perdida de Juan. Pero para llegar a ella, tenían que confiar plenamente el uno en el otro.

Construyeron una balsa con ramas y enredaderas, y juntos remaron hacia la isla. La travesía fue tranquila, y a medida que se acercaban, Rocío sintió una mezcla de emoción y tristeza. Sabía que una vez que recuperaran la cámara, su aventura llegaría a su fin y tendría que despedirse de este mundo mágico que le había dado tanto.

Al alcanzar la isla, Juan corrió hacia su cámara, levantándola con lágrimas en los ojos. Rocío y Cuki lo observaban, sintiendo una alegría profunda por haber ayudado a su nuevo amigo.

Juan se volvió hacia Rocío y, con una sonrisa, le agradeció por todo. Le prometió que siempre recordaría la aventura que habían compartido y la valentía que ella había demostrado. Rocío asintió, sabiendo que también llevaría consigo esos recuerdos para siempre.

Juntos, regresaron a la entrada del mundo mágico. Al cruzar el umbral, Rocío volvió a su silla de ruedas, pero ahora con una nueva perspectiva sobre la vida. Había aprendido que su verdadera fuerza no residía en su capacidad física, sino en su coraje, su imaginación y el amor de aquellos que la rodeaban.

Al salir de la librería, Rocío miró hacia atrás una última vez, sonriendo. Sabía que aunque esa puerta a la aventura se había cerrado, siempre habría nuevas historias esperándola en cada libro que abriera.

Desde ese día, Rocío y Cuki continuaron explorando mundos fantásticos a través de las páginas de sus libros, y aunque nunca regresaron al mundo mágico detrás de la librería, siempre llevaron consigo el espíritu de aventura y la amistad que habían encontrado allí.

Y así, Rocío aprendió que las mayores aventuras no siempre están en lugares lejanos o mundos mágicos, sino en la valentía para enfrentar los desafíos de la vida y en los corazones de aquellos que caminan junto a nosotros en nuestro viaje.

Con este cuento, esperamos que los niños comprendan el valor de la amistad, la imaginación y la superación de los obstáculos, no importa cuán grandes parezcan. Cada uno de nosotros tiene un mundo mágico esperando ser descubierto, y a veces, todo lo que necesitamos es un poco de curiosidad y el valor para dar el primer paso.

Fin

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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