Había una vez un niño llamado Mariano, que tenía seis años y vivía en un pequeño pueblo lleno de colores y sabores mágicos. Mariano era un niño muy cariñoso, con ojos vivaces y una sonrisa que iluminaba cualquier habitación. Vivía con su mamá, a quien llamaba Mommy, que siempre cuidaba de él con mucho amor y paciencia. Pero, una tarde, algo sucedió que hizo que Mariano se sintiera triste y preocupado.
Ese día, mientras jugaban en el parque, Mommy tropezó y se lastimó el pie. Mariano la vio caer y sintió un miedo enorme. Quiso correr hacia ella para ayudarla, pero no sabía qué hacer, y en su corazón se encendió un deseo muy fuerte de protegerla. Con los ojos llenos de lágrimas, abrazó a Mommy y le dijo: «¡No te preocupes, mamá! Yo cuidaré de ti siempre». Sin embargo, dentro de él sentía que no era suficiente, porque no tenía la fuerza para ayudar como ella merecía.
Esa noche, en su cuarto, Mariano se quedó pensando mucho. Quería ser fuerte y valiente, pero no sabía cómo lograrlo. De repente, algo mágico ocurrió: mientras miraba un libro de aventuras en su estantería, una luz suave y brillante lo envolvió. Mariano sintió que el libro cobraba vida, y de sus páginas apareció un hombre sabio y amable con un uniforme blanco y un cinturón negro.
—Hola, Mariano —dijo el hombre—. Soy Sa Bom Nim, tu nuevo mentor en el camino del Taekwondo. Tú has creado esta magia con tu deseo de proteger a los que amas. El Taekwondo no es solo un deporte; es un viaje de corazón, disciplina y fuerza. ¿Quieres acompañarme en esta aventura?
Mariano no podía creer lo que veía, pero su corazón latía fuerte y con entusiasmo. —¡Sí, quiero aprender! —respondió lleno de ilusión.
Al día siguiente, Mariano fue por primera vez a la escuela de Taekwondo. Tenía miedo y también un poco de nervios, porque no conocía a nadie y no sabía si podría hacerlo bien. Pero Sa Bom Nim estaba allí. Su voz era tranquila y amable, y le explicó que el Taekwondo se basa en muchos principios importantes, como la disciplina, el respeto, el autocontrol y la mejora personal. Le dijo que ser fuerte no solo significa ser rápido o fuerte con el cuerpo, sino también con la mente y el corazón.
—La verdadera fuerza, Mariano —explicó Sa Bom Nim—, nace cuando aprendemos a controlar nuestras emociones, a respetar a los demás y a no rendirnos aunque las cosas sean difíciles. ¿Sabes qué? Tu mamá ya te ha enseñado mucho sin darte cuenta. Ella te ha enseñado la disciplina cuando te prepara para ir a la escuela, la paciencia cuando te explica algo nuevo, y sobre todo, el amor que tienes en tu corazón.
Mariano recordó las palabras de Mommy: “La disciplina es practicar, practicar y nunca rendirse, aunque al principio sea complicado”. Esa idea le dio muchas ganas de seguir adelante.
Las primeras clases fueron duras para Mariano. Sus piernas dolían de hacer patadas, y su cuerpo se cansaba rápido. A veces sentía ganas de dejarlo, pero Sa Bom Nim le decía: “Respira, calma tu mente, y vuelve a intentarlo. Cada vez que te esfuerzas, estás entrenando tu voluntad y tu autocontrol.” Mariano empezó a aprender a respirar profundo cuando el cansancio llegaba y a pensar en lo que su mamá le había dicho: “La fuerza está en la calma”.
Con el tiempo, Mariano conoció también a otros niños que entrenaban con él. Al principio, sentía timidez y miedo de no ser tan bueno como ellos, pero Sa Bom Nim les enseñó que el Taekwondo también es respeto. Respeto por uno mismo y por los demás. Todos eran compañeros aprendiendo juntos, y eso hacía que fuera divertido. Mariano hacia nuevos amigos que lo apoyaban y lo animaban.
Una tarde, mientras entrenaban, Mariano tuvo un pequeño problema. Un compañero mayor, llamado Diego, se impacientaba y se enojaba fácilmente cuando las cosas no salían bien. Diego empujó a Mariano por accidente y se disculpó cortésmente, pero Mariano sintió que su corazón se agitaba y le dio ganas de enfadarse. En ese momento, recordó la enseñanza de Sa Bom Nim: el autocontrol es no dejar que las emociones malas nos dominen. Respiró profundo, se calmó, y respondió con respeto: “Está bien, Diego. Sigamos practicando juntos”.
Ese día comprendió que ser fuerte también es ser valiente en controlar lo que sientes y responder con respeto, aun cuando te den ganas de enojarte o rendirte. Comprendió que esa era una forma de proteger a su corazón y al de los demás.
Mariano siguió entrenando cada semana. Su cuerpo mejoraba, pero lo más importante era que su mente se hacía cada vez más fuerte y tranquila. Con Sa Bom Nim, aprendió que el Taekwondo es una acción consciente; cada movimiento estaba hecho con atención y cuidado, sin prisa ni descuido. Así, se entrenaba el cuerpo y la mente juntos.
Un día muy especial llegó: era el momento de cambiar la cinta blanca por la cinta amarilla. El cambio de cinta era una ceremonia simbólica que mostraba que Mariano había avanzado en su aprendizaje y había trabajado con mucha voluntad, autocontrol y respeto. Antes de la ceremonia, Sa Bom Nim lo llamó a un lado y le dijo:
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.