Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y árboles altos, una familia muy especial. Esta familia estaba compuesta por tres amigos inseparables: Neithan, Elisabet y Ezequiel. Los tres compartían una gran curiosidad por el mundo que los rodeaba y siempre soñaban con vivir una aventura mágica.
Un día, mientras jugaban en el jardín de Neithan, descubrieron un misterioso mapa antiguo enterrado bajo una gran piedra. Elisabet, que era muy buena en resolver acertijos, examinó el mapa con atención. «¡Miren! Este mapa parece llevar a un lugar llamado ‘Los Cielos Lejanos’, donde según la leyenda, brilla una estrella muy especial que se dice que concede deseos», dijo emocionada.
Neithan, con ojos brillantes de emoción, respondió: «¡Debemos ir de inmediato! ¡Imaginemos todas las cosas increíbles que podríamos desear!». Ezequiel, que siempre llevaba consigo su compás y su linterna, asintió y exclamó: «¡Sí! Pero primero, necesitamos reunir lo que necesitemos para el viaje».
Así que los tres amigos corrieron a sus casas y empacaron mochilas llenas de comida, agua y otros objetos útiles. Elisabet llevó un cuaderno y lápices para dibujar lo que encontrarían en el camino. Ezequiel llevó su fiel compás y su linterna, mientras que Neithan empacó una manta por si se hacían tarde.
Cuando estuvieron listos, se encontraron en el punto más alto del pueblo, donde una gran colina les permitía ver más allá de su hogar. «¡Hacia la aventura!», gritó Neithan, y comenzaron a caminar siguiendo el mapa.
Tras un rato de caminar, comenzaron a notar que las flores del camino eran de colores más vivos y que los pájaros cantaban melodías alegres. «Esto es mágico», murmuró Elisabet mientras tomaba nota de todas las maravillas que estaban viendo. Pero también se dieron cuenta de que, a medida que avanzaban, el aire se hacía más fresco y el cielo empezaba a cambiar de un azul normal a un hermoso tono anaranjado que jamás habían visto.
De repente, el camino se dividió en dos. «¿Cuál tomamos?», preguntó Ezequiel mirando el mapa. «Creo que deberíamos seguir la izquierda, donde hay más flores», sugirió Elisabet. Sin embargo, antes de que pudieran decidir, un pequeño zorro apareció entre los arbustos. Tenía una cola brillante y un par de ojos que brillaban con inteligencia. «¡Hola, amigos!», dijo el zorro con una voz suave. «Yo soy Lúcio, guardián de los Cielos Lejanos. ¿Buscan llegar allí?».
Los tres amigos se miraron sorprendidos. «¡Sí!», respondieron al unísono. «Vamos, que os guiaré», dijo Lúcio moviendo su cola felizmente. Así, el pequeño zorro comenzó a caminar delante de ellos, guiándolos por un sendero secreto entre los árboles. Mientras caminaban, Lúcio les contó historias sobre el lugar que estaban intentando alcanzar. «En los Cielos Lejanos, las estrellas bailan y juegan entre sí. Si logran tocar una estrella, podrán hacer un deseo».
La emoción creció en los corazones de Neithan, Elisabet y Ezequiel. El camino aún tenía que ser recorrido, pero la amistad y la magia los alentaban a seguir adelante. Después de un rato, llegaron a un prado lleno de flores de todos los colores. «¡Miren qué hermoso!», gritó Elisabet mientras comenzaba a dibujar los colores y las formas de las flores.
Mientras disfrutaban del prado, Lúcio dijo: «Debemos apresurarnos. El sol se está escondiendo detrás de las montañas y las estrellas comenzarán a surgir». Los amigos asintieron y continuaron con su aventura.
Finalmente, llegaron a una gran montaña que tocaba el cielo. «Aquí es donde debemos escalar», dijo Lúcio, señalando hacia arriba. Con determinación, comenzaron a escalar la montaña. Al llegar a la cima, el espectáculo era impresionante. Un cielo lleno de estrellas brillantes los esperaba. Había estrellas de todos los tamaños y colores, y parecía que estaban danzando en una fiesta mágica.
«¡Increíble!», exclamó Ezequiel, mientras su linterna parpadeaba por la emoción. «Ahora, tenemos que tocar una estrella para hacer nuestro deseo», dijo Neithan, un poco nervioso. «Pero, ¿cómo lo hacemos?», preguntó Elisabet. Lúcio sonrió y respondió: «Sigan su corazón. La estrella que más deseen tocar será la que les conceda su deseo».
Los tres amigos miraron a su alrededor y dejaron que su corazón les guiara. Luego, avistaron una estrella brillante que parecía más cercana que las demás. Con mucha emoción, corrieron hacia ella. Cuando la tocaron, brilló aún más y una suave voz les habló. «¿Cuál es vuestro deseo, pequeños aventureros?».
Neithan, Elisabet y Ezequiel se dieron la mano, y juntos dijeron: «¡Deseamos poder explorar y vivir aventuras en el mundo siempre que queramos!». La estrella parpadeó y les regaló un destello mágico.
De repente, sintieron que el aire se llenaba de una luz brillante. Volvieron a la aventura con una nueva magia que les permitiría explorar cada rincón de su imaginado y vivir aventuras en cualquier momento. Se despidieron de Lúcio, agradeciendo por su ayuda, y comenzaron a caminar de vuelta a casa, sintiendo que cada paso era especial.
Al regresar al pueblo, comprendieron que la verdadera magia estaba en su amistad y en las aventuras que vivirían juntos. Ahora, cada vez que miraran al cielo y vean las estrellas, recordarían que los sueños son posibles cuando se tiene valentía y amigos a tu lado.
Y así, Neithan, Elisabet y Ezequiel siguieron explorando su mundo, llenando sus días de risas, amor y la promesa de nuevas aventuras por venir. Desde entonces, siempre supieron que los cielos lejanos estaban más cerca de lo que pensaban, y que cualquier deseo podría hacerse realidad siempre que estuvieran juntos. Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.