En el corazón de Gran Canaria, rodeado por la exuberante vegetación del Barranco de Guiniguada, tres amigos compartían una pasión inquebrantable por la aventura y la historia. Tanausú, Guanarteme y Harimaguada se encontraban todos los días al pie de un antiguo drago, punto de encuentro para iniciar sus exploraciones.
Un cálido día de verano, mientras deambulaban por un sendero menos transitado, descubrieron una cueva oculta tras una cascada susurrante. Intrigados, decidieron investigar. Dentro de la cueva, entre antiguos artefactos y cerámicas rotas, encontraron un viejo mapa de pergamino que mostraba las Islas Canarias, con una gran X marcada en el centro de Gran Canaria.
—¿Qué creéis que significa esta X? —preguntó Harimaguada, sus ojos brillando con curiosidad.
—Debe ser un tesoro, o quizás un lugar secreto que nadie más conoce —respondió Tanausú, no menos emocionado.
Guanarteme, siempre el más cauteloso, sugirió buscar más información antes de lanzarse a la aventura. Fue entonces cuando un anciano del pueblo, Don Lucho, conocedor de muchas historias de la isla, se acercó a ellos. Les contó sobre los primeros exploradores que llegaron a las Islas Canarias en el siglo XV, liderados por Juan de Bethencourt, y cómo desembarcaron justo en esa área para explorar el barranco.
—La X podría marcar el lugar donde decidieron establecer su primer asentamiento o algo que querían esconder —explicó Don Lucho.
Con el mapa en mano y el relato del anciano resonando en sus mentes, los tres amigos decidieron buscar el lugar marcado por la X. Equipados con mochilas llenas de provisiones y herramientas para excavar, siguieron el mapa a través del barranco, descifrando los símbolos y las marcas que parecían guiarlos a través del laberinto de senderos y riscos.
Durante días, exploraron cada rincón del barranco, aprendiendo sobre la flora y la fauna local, así como sobre las antiguas tradiciones de sus antepasados. Una tarde, cuando el sol comenzaba a ocultarse detrás de las montañas, llegaron a un lugar que coincidía perfectamente con la ubicación marcada en el mapa.
Excavaron cuidadosamente y, para su asombro, desenterraron un cofre de madera antigua. Estaba reforzado con bandas de hierro ahora oxidadas por el tiempo, y cerrado con un candado que se rompió fácilmente bajo la fuerza de Guanarteme. Al abrir el cofre, encontraron no oro ni joyas, sino una colección de documentos antiguos y objetos personales que habían pertenecido a los primeros exploradores.
Había cartas escritas a mano, instrumentos de navegación, y un diario que detallaba el día a día de los exploradores. Fascinados, los amigos pasaron horas leyendo y aprendiendo sobre las esperanzas y desafíos de aquellos que, como ellos, habían sido movidos por el espíritu de la aventura.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.