Cuentos de Aventura

El Viaje de la Esperanza

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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En una ciudad donde la vida solía ser un constante ir y venir de personas, ahora reinaba un silencio perturbador. Un virus zombie había transformado el bullicio en un escenario de desolación. Pero aún en la peor de las adversidades, la esperanza no se extinguía para Kelly, Diego, Tatiana, Kevin y Briana, cinco valientes de un grupo de diez amigos que luchaban por sobrevivir.

La noticia de una ciudad protegida, un oasis en medio del caos, llegó a sus oídos como un eco lejano de posibilidad. Sabían que el viaje sería peligroso y que tal vez no todos lograran sobrevivir, pero la promesa de seguridad bien valía el riesgo.

No obstante, un germen de duda se arraigaba en la mente de uno de ellos. Diego, quien en un principio se mostró tan decidido como los demás, comenzó a ceder ante el miedo. Una noche, consumido por la desconfianza, traicionó a sus amigos de la peor manera: robando los suministros y, en un acto de desesperación, acabó con la vida de Nathaly antes de huir.

Con el corazón fracturado por la pérdida y la traición, el grupo se dividió en dos para continuar el peligroso viaje sin los recursos que Diego les había arrebatado. El primer grupo, liderado por Damaris, partió con determinación, pero la marea de zombies fue incontenible y sólo Isaac logró sobrevivir, quedando oculto y malherido en las ruinas de lo que antes era un refugio.

El segundo grupo, sin saber el fatídico destino del primero, seguía su camino cuando se toparon con Isaac. Kelly, cuyo corazón rebosaba compasión y valentía, corrió a su lado para ayudarlo. Con la unión que les caracterizaba, le brindaron los primeros auxilios y lo incorporaron a su búsqueda de la ciudad protegida.

Mientras avanzaban, un encuentro inesperado los dejó sin aliento: Diego, o lo que quedaba de él, ahora era un ser desfigurado por el virus. El encuentro fue violento, pero la unión del grupo y su inquebrantable deseo de sobrevivir les permitió vencerlo.

Finalmente, tras incontables riesgos y obstáculos, el segundo grupo llegó a la ciudad protegida. Los portones se abrieron, era real, era seguro, era un nuevo comienzo. La felicidad los embargó al entrar, pero no olvidarían a quienes quedaron atrás, y Diego, el amigo que se perdió por el camino. Los sobrevivientes entendieron que en la más oscura de las noches, su unión fue la luz que los guió hacia la esperanza de un nuevo amanecer.

Con la adquisición de un nuevo hogar y la promesa de un mañana sin zombies, ellos reconstruirían no solo las paredes de una ciudad, sino también las de sus corazones, entendiendo que la verdadera fortaleza residía en ellos, en la amistad y en la capacidad de enfrentar juntos cualquier adversidad.

Después del desgarrador evento con Diego y la recuperación de Isaac, el segundo grupo de amigos continuaba su viaje hacia la ciudad protegida con la resolución fortalecida y la certeza de que cada acción, cada paso dado, era en honor a los que habían perdido. Con Kelly al frente, cuya audacia y liderazgo se habían vuelto el faro del grupo, avanzaban entre las calles silenciosas, esquivando los peligros que acechaban en cada esquina.

Tatiana, con ojos de águila, vigilaba cada movimiento entre las sombras. Su agilidad y su conocimiento en artes marciales, perfeccionado antes de que el caos tomara la ciudad, les había salvado en más de una ocasión. Kevin, el cerebro del grupo, llevaba consigo un mapa detallado y un GPS solar que habían encontrado en una tienda de campaña abandonada, indispensable para su orientación. Y Briana, con su eterno optimismo y su habilidad para encontrar lo bueno en medio de la adversidad, mantenía alta la moral del equipo.

Los días pasaban y las provisiones escaseaban. Cada lata de comida encontrada era celebrada como un tesoro, y el agua era racionada con extrema precisión. A pesar de la tensión y el cansancio, se turnaban para montar guardia durante las frías noches, asegurándose de que el sueño de los demás fuera seguro aunque fuera por breves momentos.

Mientras avanzaban, cada edificio, cada calle les recordaba lo que en un momento fue la humanidad y lo frágil de su existencia. Automóviles abandonados, vitrinas rotas y el eco lejano de un mundo que fue. Las risas de los niños que jugaban se habían silenciado hace tiempo, y en su lugar, el amenazante gruñido de los infectados les recordaba el peligro constante.

Una tarde, el cielo se oscureció antes de lo habitual, y no por la llegada de la noche, sino por una inminente tormenta. Se vieron obligados a buscar refugio en un antiguo supermercado que, para su sorpresa, estaba casi intacto. El grupo aprovechó para buscar algo de comida y descansar un poco mientras el viento y la lluvia arremetían contra los muros del edificio. Dentro, entre estantes vacíos y el olor a mojado, encontraron más que suministros: encontraron un momento de paz en una realidad que se negaba a ofrecerla.

Con el amanecer, se retiró la tormenta, y con ella parte del pesimismo que ocasionalmente nublaba sus esperanzas. Secaron sus ropas, repartieron los alimentos hallados y se prepararon para partir. Kelly revisó el mapa junto a Kevin, mientras Tatiana y Briana ayudaban a Isaac, cuya herida estaba sanando lentamente gracias a los cuidados constantes que recibía.

Pero el peligro acechaba incluso en los momentos más serenos. Justo cuando estaban a punto de abandonar su refugio temporal, una horda de infectados, atraída por el olor a vida humana, emergió de las sombras. Los cinco amigos, aunque temían al confrontamiento, sabían que no había otra opción: era luchar o perecer. Con valentía, tomaron lo que pudieron como armas; baras de metal, bates encontrados en el almacén, y se pusieron en posición de combate.

La batalla fue rápida pero intensa. Cada uno utilizaba sus habilidades para repeler la amenaza. Kelly, con su fuerza y liderazgo, se abría paso como un rayo. Tatiana, con movimientos precisos, eliminaba un peligro tras otro. Kevin, aunque prefería la estrategia a la confrontación física, se defendía con brío. Briana, siempre positiva, insuflaba ánimos aún en los momentos de tensión. E Isaac, aunque herido, demostraba que su voluntad era más fuerte que su dolor.

Sobrevivieron, más unidos que nunca y sabiendo que cada victoria era un paso más hacia su destino. Los días siguientes transcurrieron sin incidentes importantes y la ciudad protegida se acercaba. Con cada amanecer, la esperanza crecía y el sueño de una vida fuera del alcance de los zombies se volvía más nítido.

Finalmente, tras lo que pareció una eternidad de incertidumbre y miedo, la visión de los altos muros de la ciudad protegida se alzó frente a ellos. Era una fortaleza inexpugnable, un símbolo de la perseverancia de la humanidad. Los guardias, al verlos acercarse, corrieron a su encuentro. Después de comprobar que ninguno estaba infectado, les abrieron las puertas con lágrimas en los ojos. Habían escuchado historias de supervivientes, pero pocos eran los que lograban llegar.

El alivio fue indescriptible. Por fin podían dejar atrás el pasado y empezar a construir un futuro. Con el corazón pesado por los recuerdos de los que dejaron atrás, prometieron nunca olvidar y siempre luchar por un mundo mejor.

En la ciudad protegida, se encontraron con otros supervivientes, historias de coraje y de lucha, y allí, entre desconocidos que se convertirían en amigos, los cinco iniciaron una nueva vida. Aprendieron a valorar aún más cada pequeño momento, cada sonrisa y cada amanecer sin amenazas. Aunque la vida que conocían se había perdido, en esa nueva ciudad, rodeados de muros que los protegían, sembraron las semillas de un nuevo comienzo.

La aventura había terminado, pero una nueva historia estaba por escribirse, una de esperanza, de comunidad y de humanidad restaurada. Y así, en medio de la reconstrucción, los sueños de Kelly, Diego, Tatiana, Kevin y Briana cobraban vida, formando la crónica de una civilización renacida.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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