Cuentos de Aventura

Entre las Estrellas, un Viaje sin Fin con Yess y Ale

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Era una tarde soleada en el pequeño pueblo de Luminaria, un lugar donde las estrellas parecían brillar un poco más que en cualquier otro sitio. Allí vivían dos amigos inseparables: Yess y Ale. Yess era una niña curiosa, con ojos color esmeralda y una risa contagiosa que iluminaba el día más nublado. Era soñadora y siempre estaba buscando nuevas aventuras. Ale, por su parte, era un niño astuto y un poco travieso, con cabello desordenado y una sonrisa pícara que delataba sus travesuras. Juntos formaban un equipo imparable, siempre listos para explorar el mundo que les rodeaba.

Un día, mientras jugaban en el parque del pueblo, Yess sacó un libro antiguo que había encontrado en el desván de su abuela. El libro, cubierto de polvo y telarañas, tenía un título desgastado: «Las Crónicas de los Viajes Estelares». Intrigados, se sentaron sobre la hierba y comenzaron a leer las historias llenas de magia y viajes a lugares lejanos, donde las constelaciones cobraban vida y los seres celestiales jugaban entre las estrellas.

«¡Imagina que pudiéramos viajar entre las estrellas!» dijo Yess, sus ojos brillando de emoción. «Podríamos visitar planetas desconocidos y conocer a criaturas fantásticas».

«Eso sería increíble», respondió Ale, imaginando un mundo lleno de aventuras. «Pero, ¿cómo podríamos hacerlo? No tenemos una nave espacial».

Justo en ese momento, un brillo deslumbrante apareció en el cielo. Era como si una estrella fugaz hubiera decidido aterrizar en el parque. Los dos amigos la miraron asombrados. De la luz emergió un pequeño ser, que parecía hecho de estrellas y polvo de luna. Tenía alas brillantes y una voz suave, como un susurro del viento.

«Hola, soy Estelina, la guardiana de los sueños estelares», dijo el ser con una sonrisa. «He estado escuchando su deseo de viajar entre las estrellas, y he venido a ayudarles».

Yess y Ale se miraron emocionados. ¡Era su oportunidad de vivir una aventura de verdad! «¿Cómo podemos hacerlo?» preguntó Yess, incapaz de contener su entusiasmo.

«Suban a mi espalda», dijo Estelina. «Les llevaré a un mundo donde podrán explorar todos los misterios del universo».

Sin pensarlo dos veces, Yess y Ale se aferraron a Estelina mientras ella se elevaba hacia el cielo. Sintieron una brisa fresca en sus rostros y, en un abrir y cerrar de ojos, estaban surcando las estrellas. A medida que ascendían, el pueblo de Luminaria se volvía cada vez más pequeño hasta convertirse en un puntito en la distancia.

El primer viaje los llevó al planeta de los Bosques Luminosos, un lugar lleno de árboles que brillaban en tonos de azul y verde. Las hojas centelleaban como si tuvieran luz propia, iluminando el camino a través de densos matorrales.

«¡Mira esos árboles!» exclamó Ale. «Nunca he visto algo así en toda mi vida».

Estelina sonrió mientras aterrizaban suavemente en el suelo blando del planeta. «Aquí, los árboles hablan y pueden contarles historias de los antiguos viajeros del espacio».

Justo en ese momento, un enorme árbol con tronco ancho se inclinó hacia ellos. «Bienvenidos, amigos de las estrellas. Soy Arborin, el árbol sabio. He oído que vienen en busca de aventuras».

«¡Sí! Queremos conocer todo lo que se pueda conocer», respondió Yess, sintiéndose emocionada al ser recibida por una criatura tan magnífica.

«Entonces, escuchen con atención», dijo Arborin, «pues en este planeta hay un secreto. Un tesoro escondido que solo se revela a aquellos puros de corazón».

Ale y Yess se miraron intrigados. «¿Qué tipo de tesoro?» preguntó Ale, disfrutando de la idea de una búsqueda.

«Es un cristal que contiene la energía de la esperanza», explicó Arborin. «Si logran encontrarlo, no solo recibirán su poder, sino que también podrán ayudarse mutuamente y ayudar a otros en sus propias aventuras».

«¿Dónde lo encontramos?», preguntó Yess, ya emocionada por la búsqueda.

«Debes adentrarte en el corazón del bosque, donde la luz es más brillante. Pero tengan cuidado; por el camino encontrarán desafíos que pondrán a prueba su amistad y valentía», advirtió Arborin.

¡Eso solo aumentó su emoción! «Lo haremos», dijo Ale decidido. Con Estelina guiándolos, se internaron en el bosque, donde cada paso estaba lleno de maravillas: riachuelos que cantaban, flores que danzaban al ritmo del viento y mariposas que brillaban como joyas en el aire. Pero también había sombras y misterios que tendrían que afrontar.

Pronto encontraron su primer desafío: un lago de aguas turbulentas que parecía gritar su nombre. «No podemos cruzar este lago», dijo Yess con nerviosismo, al ver las olas revueltas.

«¡No, espera!», interrumpió Ale. «Si saltamos juntos al mismo tiempo, podremos hacerlo».

Se tomaron de las manos, contaron hasta tres y saltaron. La sensación de volar sobre el agua les dio una oleada de valentía, logrando aterrizar en la otra orilla. Ambos rieron con alegría, sabiendo que juntos podían enfrentarse a cualquier obstáculo.

Continuaron su viaje, encontrando más maravillas y también más pruebas. En un claro, se encontraron con un grupo de criaturas llamadas Fulgoritas, pequeñas criaturas brillantes que danzaban alegremente entre los rayos del sol. Les pidieron ayuda, pues estaban atrapadas en una telaraña mágica creada por una araña oscura llamada Nocturna.

«Nocturna se lleva el brillo de nuestra alegría», explicaron las Fulgoritas. «Si nos ayudan a romper la telaraña, les mostraremos el camino al tesoro».

«¿Qué les parece? ¿Ayudamos a las Fulgoritas?», preguntó Yess a su amigo. Los ojos de Ale brillaron con determinación. «¡Por supuesto! No podemos dejar que esa alimaña les robe su luz».

Las dos criaturas comenzaron a tramar un plan. Con cuidado y astucia, decidieron distraer a Nocturna. Yess se puso a bailar, moviéndose de lado a lado como si estuviera en un festival, mientras que Ale se ocultaba detrás de un arbusto, preparado para liberar a las Fulgoritas.

Nocturna, intrigada por el extraño espectáculo, se acercó a observar a Yess, lo que le dio la oportunidad a Ale de liberar a las criaturas. Con un movimiento rápido, fue cortando la telaraña con un cuchillo que había encontrado en el camino.

Las Fulgoritas, al ser liberadas, brillaron intensamente y, en un instante, el lugar se llenó de luz. «¡Gracias, amigos! Ahora podemos ayudarles a encontrar el cristal».

Con el camino iluminado por las Fulgoritas, Yess y Ale llegaron a un valle escondido, donde las flores eran de un color dorado y los árboles tenían frutos que resplandecían como oro. Al final del valle, en una cueva sembrada de estalactitas luminescentes, descansaba el tesoro: un enorme cristal que brillaba con todos los colores del arcoíris.

«¡Lo encontramos!» exclamó Yess, corriendo hacia el cristal. Pero justo cuando iba a tocarlo, una sombra se alzó ante ellos. Era Nocturna, furiosa por haber sido engañada. «No se atrevan a llevarse mi tesoro», rugió.

Pero Ale no se dejó intimidar. «No es tu tesoro, Nocturna. Este cristal pertenece a todos los que creen en la esperanza».

Yess, sintiendo que estaban a punto de perderlo todo, recordó las palabras de Arborin sobre la pureza del corazón. «Nocturna, no tenemos que ser enemigos. Puedes encontrar luz y alegría si nos dejas llevarnos el cristal», dijo con dulzura.

Nocturna, sorprendida por el coraje de los dos amigos y por la bondad en su voz, cesó su ataque. «¿De verdad creen que hay esperanza incluso para mí?», preguntó, la ira desvaneciéndose lentamente.

«Sí. Todos merecemos una oportunidad de cambiar», respondió Ale. «Y juntos, podemos encontrar la forma de que brillemos, incluso tú».

Las palabras de los niños tocaron el corazón de Nocturna, quien, poco a poco, fue cambiando su actitud. «Quizás tienen razón», murmuró, sintiéndose menos aterradora y más curiosa. «Tal vez pueda aprender de su luz».

Finalmente, Yess y Ale levantaron el cristal, y lo llevaron de regreso con Arborin. El árbol sabio sonrió al verles regresar, con Nocturna ahora a su lado, intentando brillar con los demás.

«Pueden llevarse un trocito de este cristal como símbolo de su amistad y valentía», dijo Arborin. «Pero también deben recordar que la verdadera luz viene de ayudar a los demás y esperar siempre lo mejor, incluso de quienes parecen oscuros».

Así, Yess y Ale regresaron a Luminaria, montados en Estelina. En sus manos llevaban un pequeño fragmento del cristal como recordatorio. Habían aprendido que las aventuras no solo son registros de descubrimientos, sino también de conexiones y cambios en el corazón.

De vuelta en su pueblo, mientras la luna llenaba el cielo con su resplandor, Yess y Ale prometieron seguir buscando aventuras, ayudando a quienes necesitaran su luz. Porque sabían que, aunque los caminos puedan ser oscuros y llenos de desafíos, siempre habrá una estrella brillante que guiaría su camino.

Así, con sus corazones llenos de esperanza y sus espíritus llenos de luz, se dispusieron a vivir más aventuras, porque en el vasto universo, siempre había nuevos mundos que explorar y nuevos amigos que hacer. Lo esencial era recordar que, en sus corazones, siempre llevarían la energía del cristal de la esperanza, brillando intensamente entre las estrellas.

Y así, entre risas y grandes sueños, Yess y Ale continuaron su camino, sabiendo que, efectivamente, la aventura nunca tendría fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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