En un pequeño pueblo rodeado de colinas y vastos campos de girasoles, vivía una niña llamada Estela. Con 11 años, Estela soñaba con el espacio, con sus estrellas y galaxias lejanas. Desde su ventana, cada noche, observaba el cielo estrellado, imaginando increíbles aventuras más allá de la atmósfera terrestre.
La fascinación de Estela por el espacio comenzó cuando su abuelo, un astrónomo retirado, le mostró su viejo telescopio. Le habló de constelaciones, planetas y la inmensidad del universo. Pero lo que más cautivó a Estela fue la historia de una estrella especial, llamada Lumina, que solo aparecía cada cien años. Según la leyenda, quien observara Lumina podría descubrir los secretos más profundos del universo.
Estela decidió que quería ser la primera en ver Lumina desde el espacio. Comenzó a leer libros de astronomía, a construir maquetas de cohetes y a soñar con viajar entre las estrellas. Sus padres, viendo su pasión, la inscribieron en el Club de Jóvenes Astrónomos del pueblo, donde Estela aprendió más sobre las maravillas del cielo nocturno.
Una noche, el líder del club les anunció que un cometa pasaría cerca de la Tierra, un evento que solo ocurría cada décadas. Estela sabía que esta era su oportunidad para estar más cerca de su sueño. Con la ayuda del club, construyó un pequeño telescopio más potente, con el que podría observar el cometa y, quizás, la estrella Lumina.
La noche del evento, Estela y los demás miembros del club subieron a la colina más alta del pueblo. Con sus telescopios apuntando al cielo, esperaron con ansias la aparición del cometa. Y entonces, justo cuando el cometa iluminaba el cielo, Estela vio algo más: una estrella que brillaba con una luz inusual. Era Lumina, visible mucho antes de lo esperado.
Estela, emocionada, compartió su descubrimiento con los demás. Pronto, astrónomos de todo el mundo confirmaron la aparición anticipada de Lumina. Estela se convirtió en una pequeña celebridad en su pueblo y en el mundo de la astronomía.
Su historia llegó a oídos de una organización espacial, que se maravilló con su pasión y dedicación. Le ofrecieron visitar su centro de lanzamiento espacial y conocer a astronautas reales. Estela no podía creerlo; su sueño estaba más cerca de lo que jamás imaginó.
En el centro espacial, Estela aprendió sobre cohetes, satélites y la vida en el espacio. Los astronautas le mostraron cómo entrenaban y le enseñaron sobre las misiones espaciales. Estela estaba fascinada; cada día en el centro espacial alimentaba su sueño de llegar a las estrellas.
La noche antes de regresar a casa, uno de los astronautas le regaló un pequeño modelo de un cohete. «Para recordarte que los sueños pueden volverse realidad», le dijo. Estela abrazó el modelo, sabiendo que era un símbolo de su determinación para alcanzar las estrellas.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.