Cuentos de Aventura

Goles y destinos bajo el sol del estadio

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Ezequiel era un niño muy especial que vivía en un pequeño pueblo, donde todos los días el sol brillaba y la alegría de jugar al aire libre nunca faltaba. Ezequiel tenía una gran pasión: el fútbol. Todos los días, después de acabar sus tareas, corría al parque con su balón de fútbol. Allí se imaginaba ser el mejor jugador del mundo, marcando goles y ganando la copa del campeonato.

Un día, mientras Ezequiel jugaba solo en el parque, vio que algo brillante y dorado asomaba entre la hierba. Se acercó con curiosidad y, al agacharse, descubrió un pequeño tesoro. Era una medalla dorada con la imagen de un balón de fútbol. Ezequiel sonrió y pensó que era un símbolo de buena suerte. Decidió guardarla en su bolsillo.

De repente, oyó un ruido. Era su amiga, Sofía, una niña de risa contagiosa y ojos llenos de sueños. Sofía también amaba el fútbol, y juntas pasaban horas creando nuevas jugadas y soñando con ser grandes estrellas. «¡Hola, Ezequiel! ¿Estás listo para nuestra gran aventura de fútbol?», le preguntó Sofía, llena de energía.

«¡Sí! Encontré esto», respondió Ezequiel, sacando la medalla de su bolsillo. «Creo que nos traerá suerte». Sofía miró la medalla y, emocionada, dijo: «¡Vamos a usarla como parte de nuestro juego de hoy!».

Decidieron que la medalla sería el premio para el equipo que ganara en su pequeño torneo improvisado. Invitaron a otros niños del parque: Lucas, un niño muy rápido, y Aitana, una niña que siempre tenía las mejores ideas. Juntos formaron dos equipos.

El sol brillaba alto en el cielo, y los niños estaban listos. Al silbato de Sofía, comenzó el partido. Ezequiel, jugando en la defensa, hizo todo lo posible para impedir que el equipo contrario marcara un gol. Lucas, con su velocidad, corría de un lado a otro y Aitana estaba siempre al acecho, lista para pasarlo. Sofía se movía con gracia como una estrella en el campo, mientras Ezequiel la animaba desde atrás.

Los niños reían y gritos de alegría llenaban el aire. El balón pasaba de un lado a otro, y la emoción aumentaba. Era un juego de pura diversión y compañeros. Pero, de repente, ocurrió algo inesperado. Un perro llamado Toby, que siempre merodeaba por el parque, se unió al juego. Toby era muy juguetón y no pudo resistir la tentación de correr tras el balón.

El perro ladraba y corría con entusiasmo, y los niños no pudieron parar de reír. «¡Mira a Toby! Parece que él también quiere jugar», decía Ezequiel, mientras intentaba dirigir al perro hacia donde estaba el balón. Toby corría alrededor de los jugadores, saltando y moviendo su cola. Sin embargo, eso hizo que todos se distrajeran un poco, y el equipo de Ezequiel perdió una oportunidad de gol.

«¡Vamos, Ezequiel! ¡Concentra tu energía!», le gritó Sofía mientras intentaban recuperar el control del juego. Ezequiel respiró hondo y sonrió. Sabía que lo más importante era la diversión y la amistad que compartían.

El partido continuó y, poco a poco, los equipos se fueron dividiendo. Unos marcaban goles, otros se reían con las travesuras de Toby. Después de varias jugadas, finalmente llegó el momento decisivo. Ezequiel tomó el balón, hizo un pase a Sofía, quien dribló a dos adversarios y, con un gran salto, metió el balón en la portería. ¡GOL!

Todos los niños gritaron de alegría, y Toby ladró como si también estuviera celebrando. Ezequiel, feliz, corrió hacia Sofía y juntos levantaron los brazos en señal de victoria. «¡Esto es increíble!», gritó Ezequiel.

Cuando el juego terminó, todos se sentaron en la hierba a descansar y compartir sus momentos favoritos del partido. Ezequiel sacó la medalla y la mostró a todos. «¿Quién quiere ser el nuevo campeón?», preguntó emocionado.

Sofía, Lucas y Aitana miraron la medalla con ojos brillantes. «¡Nosotros!», respondieron al unísono, y comenzaron a planear el próximo partido, donde todos tendrían la oportunidad de llevar esa medalla como símbolo de su amistad y amor por el fútbol.

Mientras hablaban y reían juntos, Toby se recostó a los pies de Ezequiel, como si también él quisiera participar en la celebración. Los niños decidieron que Toby sería su nuevo compañero de juego.

Pasaron los días en el parque jugando al fútbol, aprendiendo nuevas jugadas, y siempre compartiendo momentos llenos de risas y amistad. Ezequiel, Sofía, Lucas, Aitana y Toby se convirtieron en un equipo imbatible, no solo por ganar partidos, sino porque juntos disfrutaban de cada segundo. La medalla se volvió su símbolo de unión y entretenimiento.

Un día, cuando se acercaba el final del verano, los niños decidieron hacer un gran torneo en el parque con otros amigos. Prepararon todo con emoción. Todos estaban listos para una gran aventura deportiva, y la medalla brillaba bajo el sol, recordándoles lo que realmente importaba: la diversión, la amistad y el trabajo en equipo.

El día del torneo llegó, y el parque estaba lleno de risas, música y los gritos animados de los niños. Ezequiel jugó como nunca antes, guiando a su equipo con amor y pasión. Aunque no ganaron todos los partidos, se dieron cuenta de que lo más importante era disfrutar la experiencia y apoyar cada uno a su equipo.

Al final del día, después de muchos partidos y risas compartidas, Ezequiel, Sofía, Lucas, Aitana y Toby se sentaron exhaustos pero felices. Miraron al cielo y se sintieron agradecidos por cada experiencia que habían vivido juntos. La medalla dorada no solo era un premio; simbolizaba un verano lleno de aventuras y la mejor amistad que podrían haber deseado.

Y así, Ezequiel aprendió que en cada aventura, lo más importante no era ganar, sino disfrutar del viaje y compartir ese momento con los que amaba. Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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