Cuentos de Aventura

La Aventura Comienza en Málaga

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Isabel siempre había sido una mujer de espíritu aventurero, y a sus 60 años, no había perdido ni un ápice de su pasión por las nuevas experiencias. Rubia y con una sonrisa que podía iluminar cualquier habitación, había criado a su hijo Raúl en un hogar lleno de amor y cuentos de destinos lejanos. Raúl, a sus 30 años, había heredado no solo el cabello castaño de su padre sino también el amor por las aventuras de su madre.

El Día de la Madre había llegado, y Raúl estaba emocionado por presentarle a Isabel dos regalos que sabía que estarían a la altura de sus sueños más salvajes. El primero era una casa en primera línea de playa en Málaga, un lugar donde ella podría despertar cada día con vistas al vasto océano que tanto amaba.

— Mamá, este es mi regalo para ti — anunció Raúl, mientras le mostraba la fotografía de una encantadora casa blanca con un porche que miraba directamente al mar.

Isabel, con lágrimas en los ojos y una sonrisa radiante, abrazó a su hijo, emocionada por la perspectiva de comenzar un nuevo capítulo en tan idílico lugar.

— ¡Es perfecta, Raúl! Siempre has sabido lo que mi corazón anhela. Pero, dime, ¿cuál es la segunda sorpresa? — preguntó con una mezcla de curiosidad y excitación.

Raúl sacó entonces dos boletos de avión de su bolsillo y los agitó con una sonrisa traviesa.

— Nos vamos a París, mamá. Tendrás la oportunidad de ver la Torre Eiffel con tus propios ojos, algo que siempre quisiste hacer desde que eras niña — dijo con orgullo.

Isabel se cubrió la boca con las manos, abrumada por la emoción. Raúl siempre había sido un hijo atento, y estos gestos lo confirmaban una vez más. Aprovechando la emoción del momento, Raúl se inclinó para susurrarle al oído:

— Gracias por darme la vida, mamá. Te quiero mucho, y quiero que este viaje sea un homenaje a todo lo que has hecho por mí.

Apenas unos días después, madre e hijo estaban en su nueva casa en Málaga, empacando ligero para su próximo gran viaje a París. La mañana antes de partir, mientras disfrutaban de un desayuno en la terraza mirando al mar, Isabel se encontró pensando en cómo este nuevo entorno podría inspirar nuevas aventuras.

— Raúl, ¿y si exploramos un poco más de Málaga antes de ir a París? Siempre he querido saber más sobre las leyendas de los antiguos navegantes que partieron de estas costas — sugirió Isabel, su mente ya girando con posibilidades.

Raúl, conocedor del amor de su madre por la historia y la aventura, aceptó con entusiasmo. Decidieron explorar los antiguos fuertes y museos de la ciudad, descubriendo historias de valientes marinos y tesoros perdidos que solo habían escuchado en los libros.

Entre relatos de batallas navales y expediciones a tierras desconocidas, madre e hijo encontraron un pequeño museo local que contaba la historia de un capitán que había escondido su tesoro en alguna parte de la Costa del Sol. Intrigados por la leyenda, Isabel y Raúl decidieron buscar el tesoro, guiados por un antiguo mapa encontrado en el ático de su nueva casa, marcado con extraños símbolos y lugares.

Lo que comenzó como una simple excursión se convirtió en una emocionante cacería del tesoro, llevándolos a través de playas escondidas y cuevas olvidadas. Con cada pista que descifraban, se adentraban más en la historia y la cultura de su nuevo hogar, y el vínculo entre ellos se fortalecía aún más.

Finalmente, en una pequeña cueva cerca de Nerja, encontraron un cofre antiguo. Dentro, en lugar de oro o joyas, había cartas y diarios de aquel capitán, revelando no solo la ubicación de su verdadero tesoro, sino también sus esperanzas y sueños para futuras generaciones.

Isabel y Raúl leyeron juntos los desgastados papeles bajo la luz de una linterna, emocionados por haber encontrado un tesoro mucho más valioso que el material: la historia de una vida de aventuras y el legado de un hombre que, como ellos, valoraba los descubrimientos y los momentos compartidos.

Regresaron a su casa en Málaga, sabiendo que aún tenían París por delante, pero agradecidos por la aventura inesperada que habían vivido en su propia tierra. Isabel, mirando el cofre que ahora ocupaba un lugar de honor en su sala, le dijo a Raúl:

— Ves, mi querido, cada lugar tiene sus secretos esperando ser descubiertos. Y qué mejor que descubrirlos juntos.

Así, con corazones llenos de historias y sueños renovados, madre e hijo se prepararon para su próxima gran aventura, sabiendo que, independientemente de dónde los llevaran sus viajes, el mayor tesoro que compartirían sería siempre el tiempo juntos.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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