Cuentos de Aventura

La Aventura de Joaquín en Venezuela

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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Había una vez un niño llamado Joaquín que, junto con su mamá, estaba a punto de embarcarse en una gran aventura. Tenía solo dos años y su mundo estaba lleno de maravillas y descubrimientos. Joaquín y su mamá estaban en el aeropuerto, listos para volar desde su hogar en España hasta Venezuela, donde vivían sus abuelos y otros familiares.

Joaquín nunca había viajado en avión y, mientras miraba las enormes máquinas voladoras a través de las ventanas del aeropuerto, su pequeño corazón latía de emoción. Sin embargo, también sentía un poco de tristeza. Su papá no podía acompañarlos porque tenía que trabajar, y eso hacía que Joaquín lo extrañara mucho más.

Justo cuando estaban a punto de abordar el avión, Joaquín comenzó a llorar. Su mamá, entendiendo su tristeza, lo abrazó fuertemente y le susurró: «Pronto estaremos con la abuela y el abuelo, y papá nos estará esperando cuando volvamos. Además, te prometo que este viaje será una aventura maravillosa.»

Consolado por las palabras de su mamá, Joaquín se secó las lágrimas y asintió, tomando fuertemente la mano de su mamá mientras caminaban hacia el avión. Una vez a bordo, la curiosidad de Joaquín superó su tristeza. Miraba todo con ojos asombrados: las luces, los botones de cada asiento, y a las azafatas que caminaban por los pasillos.

El vuelo fue largo, y Joaquín jugaba y dormía en intervalos. Cuando no estaba mirando por la ventana o jugando con un pequeño avión de juguete que su mamá le había comprado, descansaba en su asiento, soñando con las aventuras que le esperaban.

Finalmente, después de horas en el aire, el avión aterrizó en Venezuela. Al salir del aeropuerto, Joaquín fue recibido por una multitud de rostros sonrientes. Abuelos, tías, tíos y primos lo abrazaron y llenaron de besos. «¡Qué familia tan numerosa tengo, y qué cariñosos son todos!» Pensó Joaquín, su corazón rebosante de felicidad.

Los días siguientes estuvieron llenos de nuevas experiencias. Joaquín y su mamá visitaron la playa con sus abuelos, tíos y primos paternos. El mar le pareció un gigante azul y salado que bailaba bajo el sol. La arena era suave bajo sus pies, y el sol brillaba con una intensidad que nunca había visto. «¡Qué hermoso es el mar!» Exclamaba Joaquín mientras construía castillos de arena y corría por la orilla.

También viajaron a las montañas, donde el aire era fresco y los paisajes eran de un verde profundo que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Allí, Joaquín probó por primera vez el jojoto, un tipo de maíz tierno y dulce que se comía asado. «¡Pero qué rico es el jojoto!» Decía con una sonrisa, mientras el sabor nuevo y delicioso explotaba en su boca.

Después de unos días con la familia paterna, era momento de visitar a la familia materna. Joaquín rápidamente se encariñó con su abuela Miriam, quien lo consentía cantándole canciones y cocinándole delicias que solo una abuela sabe hacer. Su abuelo Omar tenía una risa contagiosa y jugaba con Joaquín todo el día. Su tía hablaba muy fuerte, pero siempre estaba lista para darle un beso o un abrazo, y su primo Sebastián, aunque al principio estaba un poco celoso, terminó compartiendo todos sus juguetes con Joaquín.

«Qué linda es Venezuela, qué hermosa familia tengo,» pensaba Joaquín mientras se acurrucaba en su cama cada noche, cansado pero feliz, soñando con todas las aventuras del día y las que vendrían. Sabía que, aunque extrañaba a su papá, estaba haciendo recuerdos que guardaría en su corazón para siempre.

Así pasaron las semanas, entre juegos, risas y aventuras. Cuando llegó el momento de regresar a casa, Joaquín estaba lleno de historias para contar a su papá. Sabía que volvería, que nuevas aventuras lo esperaban en ese hermoso país junto al mar y las montañas, en esa tierra llena de calor y amor. Y mientras el avión despegaba de regreso a casa, Joaquín miraba por la ventana, su corazón lleno de esperanza y alegría, anticipando ya su próximo gran viaje.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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