Cuentos de Aventura

La Aventura de la Amistad

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Sara y Karol eran inseparables. Desde que se conocieron en el primer día de clases en la primaria, habían compartido risas, secretos y aventuras. Sara, con su largo cabello castaño siempre recogido en una cola de caballo, y Karol, con su cabello rubio y rizado que siempre parecía estar desordenado, eran el dúo perfecto. Si había un misterio en la escuela, ellas lo resolvían. Si alguien necesitaba ayuda, ellas estaban allí. Su amistad era como un vínculo indestructible que nada parecía poder romper.

Pasaban los días planeando nuevas aventuras, explorando el parque cercano a su escuela, y soñando con el día en que podrían emprender su gran viaje alrededor del mundo. Era difícil imaginar un día sin la otra, porque, para ellas, la vida era mucho más emocionante cuando estaban juntas.

Pero todo cambió cuando llegó José.

José era un chico nuevo en la escuela. Tenía el cabello negro, corto y siempre impecablemente peinado. Era tímido al principio, pero rápidamente se ganó la simpatía de los demás con su sonrisa amigable y su disposición a ayudar. Sara y Karol lo notaron enseguida, y aunque al principio todo parecía normal, las cosas comenzaron a cambiar.

José se hizo amigo de Karol, y, poco a poco, ella comenzó a pasar más tiempo con él. No fue algo inmediato, pero Sara lo sintió. Las risas que antes compartían en exclusividad ahora eran compartidas con José. Las aventuras que planificaban con tanto entusiasmo ahora se posponían o se transformaban en salidas donde José también era invitado. Sara intentó no darle importancia, pero no podía evitar sentirse apartada, como si su lugar al lado de Karol estuviera siendo ocupado por otra persona.

Las cosas llegaron a un punto crítico un día cuando Karol canceló su plan de explorar un nuevo rincón del parque porque José la había invitado a ir al cine. Sara se quedó en casa esa tarde, sintiendo una mezcla de tristeza y frustración. ¿Cómo había pasado todo tan rápido? ¿Cómo su mejor amiga podía preferir la compañía de alguien a quien apenas conocía?

Pasaron las semanas y la distancia entre Sara y Karol se hizo más evidente. Ya no pasaban tanto tiempo juntas, y cuando lo hacían, la presencia de José parecía llenar el espacio entre ellas, impidiendo que recuperaran la cercanía que solían tener. Sara, que siempre había sido alegre y extrovertida, comenzó a sentirse sola y a cuestionar si alguna vez podría recuperar a su amiga.

Un día, mientras caminaba sola por el parque, Sara se sentó en su banco favorito, donde solían sentarse con Karol para planear sus aventuras. Miró alrededor y sintió que todo el parque estaba vacío, incluso con todos los niños jugando y las familias disfrutando del día. Estaba absorta en sus pensamientos cuando escuchó una voz detrás de ella.

«¿Puedo sentarme?», era José.

Sara se sorprendió al verlo allí, pero asintió sin decir una palabra. José se sentó a su lado, y por un momento, ninguno de los dos dijo nada. El silencio se sintió pesado, pero finalmente José lo rompió.

«Sé que las cosas no han sido iguales entre ustedes dos», dijo José, mirando el suelo. «Y creo que es por mi culpa».

Sara lo miró, sin saber qué decir. No esperaba que José abordara el tema, pero en el fondo sabía que era necesario.

«Karol me dijo que ustedes dos eran las mejores amigas», continuó José, «y puedo ver que lo eran, pero desde que llegué, parece que todo ha cambiado. No quería causar problemas, solo quería tener amigos».

Sara suspiró, dejando escapar el nudo que tenía en el pecho. «No es que no quiera que tengas amigos», dijo, «es solo que… siento que he perdido a mi mejor amiga. Karol y yo siempre hemos estado juntas, y ahora parece que todo es diferente».

José asintió, comprendiendo lo que Sara sentía. «No quiero reemplazarte, Sara. Sé lo importante que eres para Karol, y lo último que quiero es que te sientas así. Deberíamos encontrar la manera de que todo vuelva a ser como antes».

Sara lo miró, sorprendida por la sinceridad en sus palabras. Nunca había pensado en que José podría sentirse mal por la situación. En ese momento, se dio cuenta de que, en lugar de verlo como una amenaza, debía verlo como una oportunidad de hacer crecer su círculo de amistad.

«¿Te gustaría venir con nosotros en nuestra próxima aventura?», preguntó Sara, un poco más animada.

José sonrió, aliviado. «Me encantaría», respondió. «Y prometo que haré lo posible para que todo vuelva a ser divertido para todos».

Al día siguiente, cuando Karol se acercó a Sara en el recreo, Sara la miró con una nueva perspectiva. «Karol», dijo con una sonrisa, «¿qué te parece si los tres exploramos ese rincón del parque que mencionamos la última vez?»

Karol, que había notado la tensión entre ellas pero no sabía cómo abordarla, se sintió aliviada. «¡Eso suena genial!», respondió, feliz de que su amiga estuviera dispuesta a darle una oportunidad a la nueva dinámica.

Así, los tres amigos se dirigieron al parque después de la escuela. Al principio, Sara se sentía un poco incómoda, temiendo que la presencia de José cambiara la dinámica. Pero a medida que avanzaban en su aventura, se dio cuenta de que José realmente estaba haciendo un esfuerzo por incluirla y hacerla sentir parte del grupo.

Exploraron nuevos senderos, encontraron un árbol que nunca antes habían visto y hasta se encontraron con un gato curioso que decidió unirse a su exploración por un rato. Las risas volvieron, y por primera vez en semanas, Sara sintió que todo estaba volviendo a la normalidad.

Al final del día, cuando el sol comenzaba a ponerse, los tres amigos se sentaron en el césped, agotados pero felices. Karol, con una sonrisa, dijo: «Creo que hemos encontrado un nuevo equipo de aventuras».

Sara miró a sus dos amigos y asintió. «Sí», dijo, «y creo que todavía hay muchos más lugares por descubrir».

José, que se había sentido como un intruso al principio, ahora se sentía parte de algo especial. Sabía que la amistad entre Sara y Karol era fuerte, pero también se dio cuenta de que había espacio para él. «Gracias por darme una oportunidad», dijo con sinceridad.

Sara sonrió. «Gracias a ti por no rendirte con nosotras», respondió.

A partir de ese día, las aventuras continuaron, pero ahora con un nuevo integrante en el equipo. Descubrieron que la amistad no tenía que ser algo exclusivo, sino que podía crecer y expandirse, creando lazos aún más fuertes.

Con el tiempo, Sara, Karol y José se convirtieron en un grupo inseparable. Aprendieron que, aunque las cosas podían cambiar, el verdadero valor de la amistad radicaba en adaptarse y encontrar la manera de estar juntos, sin importar los desafíos que se presentaran. Y así, su amistad se fortaleció, demostrando que, a veces, los nuevos comienzos pueden traer consigo las mejores aventuras.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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