Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivían cinco amigas inseparables: Esteisy, Melodi, Camila, Rosa y Liliana. Un día, Esteisy llegó a la casa de sus amigas con una expresión preocupada. «Chicas, necesito su ayuda. Mi mamá ha sido maldecida por una bruja malvada y la única forma de curarla es encontrar una flor mágica que crece en una montaña muy lejana,» dijo con voz temblorosa.
Melodi, con su largo cabello rubio, tomó la mano de Esteisy y dijo: «No te preocupes, te ayudaremos a encontrar esa flor. Somos un equipo y nada nos detendrá.» Las otras tres amigas asintieron con determinación. Sabían que la aventura sería peligrosa, pero estaban dispuestas a hacer lo que fuera necesario para ayudar a la madre de Esteisy.
Las chicas se prepararon para su viaje. Empacaron mochilas con comida, agua, linternas y mapas. Al día siguiente, se encontraron al pie de la montaña, listas para comenzar su ascenso. La montaña era alta y majestuosa, con picos nevados y un denso bosque en la base. «Será un viaje difícil, pero juntas podemos hacerlo,» dijo Camila, la más valiente del grupo.
Empezaron a caminar por un sendero estrecho y empinado. A medida que subían, el paisaje cambiaba. El bosque se volvía más denso y oscuro, pero las chicas seguían adelante, animándose mutuamente. Rosa, con su cabello pelirrojo, encontró una señal en un árbol. «Este es el camino correcto. Debemos seguir por aquí,» dijo con una sonrisa.
El primer día de la caminata fue largo y agotador. Al anochecer, encontraron un claro donde decidieron acampar. Encendieron una fogata y se sentaron alrededor del fuego. Liliana, con su cabello ondulado y marrón, contó historias para mantener los ánimos altos. «Recuerden que estamos aquí por la mamá de Esteisy. Debemos ser fuertes,» dijo con determinación.
A la mañana siguiente, continuaron su ascenso. El camino se volvía cada vez más difícil, con rocas resbaladizas y senderos estrechos. En un momento, Melodi resbaló y casi cae, pero Camila la agarró a tiempo. «Gracias, Camila. Eres una verdadera heroína,» dijo Melodi, recuperando el aliento.
Después de varias horas de caminata, llegaron a un río caudaloso. No había un puente, así que tuvieron que ingeniárselas para cruzar. Utilizando ramas y piedras, construyeron un puente improvisado. Esteisy fue la primera en cruzar, seguida por sus amigas. El río era peligroso, pero todas lograron cruzar sin incidentes.
Más adelante, se encontraron con una cueva oscura. «Según el mapa, debemos pasar por esta cueva para llegar a la flor mágica,» dijo Rosa. Encendieron sus linternas y entraron en la cueva. Adentro, el eco de sus pasos resonaba en las paredes. La cueva estaba llena de estalactitas y estalagmitas, creando un ambiente misterioso.
De repente, escucharon un rugido. «¿Qué fue eso?» preguntó Esteisy, con los ojos muy abiertos. De las sombras apareció un enorme oso. Las chicas se quedaron paralizadas, pero Liliana tuvo una idea. «Recuerden lo que aprendimos sobre los osos. No debemos asustarlo, solo retrocedamos lentamente,» dijo en voz baja. Siguieron su consejo y, poco a poco, salieron de la cueva sin causar alarma al oso.
Al salir de la cueva, vieron algo increíble. Delante de ellas estaba la flor mágica, brillando con una luz dorada. «¡La encontramos!» exclamó Melodi con alegría. Corrieron hacia la flor, pero justo cuando estaban a punto de recogerla, apareció la bruja malvada. «No dejaré que se lleven mi flor,» dijo con una risa malévola.
La bruja lanzó un hechizo hacia las chicas, pero Rosa, con rapidez, arrojó una piedra hacia la bruja, distrayéndola. «Corran y tomen la flor,» gritó. Esteisy se apresuró y arrancó la flor del suelo. Al instante, la flor emitió un destello de luz que cegó a la bruja, haciéndola desaparecer.
«¡Lo logramos! ¡Tenemos la flor mágica!» dijo Esteisy, sosteniéndola con cuidado. Las chicas celebraron, abrazándose y saltando de alegría. Sabían que debían regresar rápidamente para salvar a la mamá de Esteisy, así que emprendieron el camino de regreso con renovada energía.
El regreso fue más fácil, ya que sabían el camino y estaban llenas de esperanza. Al llegar al pueblo, fueron directamente a la casa de Esteisy. La mamá de Esteisy estaba muy débil, pero al tocar la flor mágica, una luz cálida la envolvió y, poco a poco, comenzó a recuperarse. «Gracias, chicas. Me han salvado la vida,» dijo con lágrimas de gratitud.
Las cinco amigas se abrazaron, felices de haber completado su misión. «Somos un gran equipo,» dijo Camila con una sonrisa. «Sí, y siempre estaremos juntas, no importa lo que pase,» añadió Liliana.
Desde ese día, las chicas fueron conocidas en el pueblo como las heroínas que salvaron a la mamá de Esteisy. Su amistad se hizo más fuerte y continuaron viviendo aventuras juntas, siempre listas para enfrentar cualquier desafío.
Y así, la historia de Esteisy, Melodi, Camila, Rosa y Liliana se convirtió en una leyenda en el pueblo. Aprendieron que con valentía, amistad y trabajo en equipo, podían superar cualquier obstáculo. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.