Cuentos de Aventura

La aventura de Tomi contra los Mutans: Un cuento de héroes y dientes saludables

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez un niño llamado Tomi que vivía en una linda casita con su Mamá y su Papá. Tomi era muy pequeño y todos los días tomaba leche materna que su Mamá le daba con mucho amor. Era feliz, pero un día, cuando le comenzaron a salir los primeros dientecitos blancos y brillantes, pasó algo muy curioso y un poco travieso dentro de su boca.

Unas bacterias diminutas y bromistas, que se llamaban los Mutans, empezaron a aparecer entre los dientecitos de Tomi. Los Mutans eran muy chiquitos, tan pequeños que no se podían ver sin un microscopio, pero a ellos les encantaba hacer travesuras. Rápidamente encontraron el lugar perfecto para esconderse entre los dientecitos que estaban creciendo en la boca de Tomi. Pero los Mutans no solo se escondían, sino que también organizaban fiestas muy divertidas y ruidosas.

En esas fiestas, los Mutans juntaban restos de leche, azúcar, y todo lo dulce que Tomi comía o tomaba. Les encantaban los caramelos, las galletas, el chocolate, los jugos que tenían mucho azúcar, el pan blanco y hasta los cereales dulces. Mientras estaban en sus fiestas, los Mutans cantaban y bailaban, y lo más triste era que, después de todas esas fiestas, dejaban un ácido muy fuerte que comenzaba a atacar el esmalte de los dientes de Tomi. ¡Era como si esas fiestas hicieran agujeritos en los dientecitos! Los dientecitos se sentían débiles y por eso empezaron a gritar: “¡Ayuda, Tomi! ¡Ayuda, Tomi!”

Tomi, aunque era pequeño, tuvo un día un momento especial y curioso. Mientras jugaba con sus bloques de colores en el piso de su cuarto, escuchó a sus dientes que lloraban pidiendo ayuda. Tomi se sorprendió mucho, porque nunca había escuchado que sus dientes hablaran. Entonces, decidió contarle a Mamá todo lo que había sucedido. Mamá lo escuchó con atención, lo abrazó fuerte y le dijo que juntos encontrarían una manera para que las fiestas de los Mutans no hicieran más daño.

Al día siguiente, Mamá y Papá llevaron a Tomi a ver al Dentista, un señor muy amable y paciente que sabía todo sobre dientes y caries. El Dentista les explicó que los Mutans eran unas bacterias comunes, pero que si Tomi comía muchos dulces y no se cepillaba bien, ellos podían hacer mucho daño. El Dentista le enseñó a Mamá y Papá cómo cuidar la boca de Tomi desde que era pequeño y también para que él aprendiera a proteger sus dientecitos.

El Dentista les contó que había alimentos que ayudaban a que los Mutans no tuvieran grandes fiestas para hacer ácido. Por ejemplo, las frutas frescas como manzanas, peras y fresas, las verduras crujientes como zanahorias y pepinos, el queso blanco y el yogur natural eran como héroes que no daban azúcar para las fiestas, ¡y eso hacía que a los Mutans no les gustara la fiesta! Además, beber mucha agua ayudaba a limpiar la boca de Tomi y a que los Mutans se cansaran y no pudieran bailar tanto.

El Dentista también mostró a Mamá y Papá cómo limpiar la boca de Tomi con un cepillo de dientes pequeño y suave. “Hay que hacer círculos suaves, arriba y abajo, por dentro y por fuera de cada diente. No olviden cepillar también la lengua, porque ahí también viven algunas bacterias,” les dijo el Dentista con una sonrisa. Además, les explicó que para que la limpieza fuera poderosa, Tomi debía usar pasta dental con flúor, que era como un escudo mágico que protegía los dientes contra los ácidos de las fiestas de los Mutans.

Mamá y Papá comenzaron a ayudar a Tomi a cepillarse los dientes todos los días, dos veces al día, por dos minutos. Al principio, a Tomi le costaba sentarse y dejar que lo cepillaran, pero poco a poco se fue acostumbrando y hasta cantaba una canción mientras limpiaban sus dientecitos. El Dentista también les enseñó a usar hilo dental para limpiar entre los dientecitos donde los cepillos no podían llegar.

Con el tiempo, Tomi descubrió algo muy divertido: cuanto más frutas y verduras comía y más se cepillaba los dientes con la pasta mágica, menos fiesta hacían los Mutans. Los Mutans ya no podían juntar azúcar ni leche para bailar, y cada vez que Tomi usaba su cepillo y su pasta con flúor, ellos huían rápido buscando otro lugar.

Una tarde, mientras Tomi comía una manzana crujiente, escuchó a sus dientecitos cantar en voz baja: “¡Gracias, Tomi! Ahora somos fuertes y felices.” Tomi se quedó muy contento, porque sabía que había ayudado a sus dientes a ser héroes también. Sus dientes se ponían más blancos y brillantes cada día y ya no tenían miedo de los agujeritos que las fiestas de los Mutans podían causar.

Incluso Mamá y Papá estaban muy orgullosos de Tomi, porque no solo aprendió a cuidarse, sino que ahora disfrutaba comer muchas frutas, verduras, queso y yogur natural. De vez en cuando podía comer caramelos o galletas, pero siempre después se cepillaba muy bien para que los Mutans no hicieran fiestas con esos dulces.

Pasó el tiempo y Tomi creció feliz, fuerte y con muchos dientes sanos. Siempre recordaba lo que le había enseñado el Dentista y nunca olvidaba usar su escudo mágico todos los días. Los Mutans, por más que trataban, no pudieron hacer daño otra vez porque Tomi era el héroe que cuidaba su boca con valentía.

Y así, en la pequeña boca de Tomi, cada diente se sentía feliz y sano, y juntos cantaban canciones de alegría porque sabían que su amigo Tomi los cuidaba bien. Y esta fue una aventura muy especial, porque Tomi aprendió que con buenos hábitos, la comida correcta y un cepillado diario, todos podemos ser héroes de nuestros propios dientes.

Por eso, amigos y amigas, cuiden siempre sus dientecitos, coman frutas y verduras, no olviden cepillarlos con una pasta que tenga flúor y visiten al dentista para que les ayude a mantener su sonrisa brillante y feliz. Así, ustedes también podrán vencer a los Mutans y tener unos dientes fuertes para que cantemos todos juntos: “¡Gracias, dientes felices!”

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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