En un rincón lejano del mundo, había un bosque mágico lleno de árboles altos, flores de colores brillantes y animales juguetones. Entre todos ellos vivían cuatro amigos inseparables: La Gota Tomasa, Rosa Pink, Ficus y Blue. La Gota Tomasa era una gotita de agua alegre y sonriente que siempre saltaba de un lado a otro. Rosa Pink era una rosa muy amigable que adoraba mostrar sus pétalos. Ficus era un árbol sabio y viejo, con ramas que parecían brazos, siempre dispuesto a dar consejos. Y Blue era un pequeño pájaro azul con ojos brillantes y una voz melodiosa.
Un día, el bosque comenzó a sufrir una terrible sequía. El sol brillaba más fuerte y las nubes se negaban a dejar caer la lluvia. Los ríos se secaron, las flores comenzaron a marchitarse y los animales estaban muy preocupados.
«¡Tenemos que hacer algo!» dijo Rosa Pink con su voz suave pero decidida. «Si no encontramos agua pronto, nuestro querido bosque no sobrevivirá.»
La Gota Tomasa, que siempre estaba llena de energía, saltó y dijo: «¡No te preocupes, Rosa! Encontraremos una solución. Vamos a pedirle ayuda al sabio Ficus.»
Los amigos se reunieron alrededor de Ficus, que estaba pensando profundamente. «Amigos, he vivido muchos años y he visto sequías antes,» dijo Ficus con su voz profunda y calmada. «Podemos intentar algunos rituales antiguos para llamar a la lluvia.»
Con determinación, comenzaron a preparar los rituales. Blue voló alto en el cielo, cantando canciones para atraer a las nubes. Rosa Pink abrió sus pétalos lo más que pudo, esparciendo su dulce fragancia para atraer la humedad. Ficus agitó sus ramas, creando sombras frescas para proteger a los animales del sol abrasador. Y La Gota Tomasa saltaba y danzaba, tratando de traer de vuelta a sus amigas gotas.
Pasaron los días y los amigos no veían resultados. Las nubes no venían y la tierra estaba cada vez más seca. Los animales del bosque comenzaron a perder la esperanza.
«¿Qué haremos ahora?» preguntó Rosa Pink con tristeza. «Hemos intentado todo y no ha funcionado.»
Ficus, siempre sabio, respondió: «Quizás debamos considerar otra opción. Si no podemos hacer que la lluvia venga a nosotros, tal vez debamos buscar un lugar donde haya agua.»
Los amigos se miraron unos a otros y asintieron. Aunque no querían dejar su hogar, sabían que debían encontrar agua para sobrevivir. Así que comenzaron a empacar sus pertenencias. Los animales recogieron su comida, Rosa Pink cerró sus pétalos para el viaje, Blue guardó sus plumas más hermosas, y Ficus dejó caer sus hojas más viejas para aligerar su carga.
Justo cuando estaban a punto de partir, La Gota Tomasa notó algo en el cielo. «¡Miren!» gritó con alegría. «¡Allá, en el horizonte, hay una nube! ¡Viene hacia nosotros!»
Todos miraron hacia donde señalaba Tomasa y vieron una pequeña nube gris moviéndose lentamente. Poco a poco, la nube se acercó más y más, y antes de que se dieran cuenta, comenzaron a sentir pequeñas gotas de agua cayendo del cielo.
«¡Está lloviendo!» exclamó Blue, agitando sus alas de felicidad.
Las gotas de lluvia cayeron con más fuerza, empapando la tierra sedienta y llenando los ríos vacíos. Las flores comenzaron a levantar sus cabezas marchitas, y los árboles extendieron sus ramas en gratitud.
«¡Lo logramos!» dijo Rosa Pink, riendo mientras sentía la lluvia en sus pétalos. «¡Nuestro bosque está salvado!»
Ficus, mirando el cielo, sonrió y dijo: «A veces, la esperanza y la perseverancia son todo lo que necesitamos para superar los momentos difíciles.»
La Gota Tomasa, brincando de alegría, dijo: «¡No hay nada que nuestros amigos no puedan lograr cuando trabajamos juntos!»
Con la lluvia cayendo suavemente y el bosque volviendo a la vida, los amigos se abrazaron, sabiendo que siempre estarían ahí el uno para el otro, sin importar las dificultades.
Desde ese día, cada vez que el sol brillaba demasiado fuerte y las nubes parecían desaparecer, los habitantes del bosque recordaban la historia de La Gota Tomasa, Rosa Pink, Ficus y Blue, y cómo su amistad y valentía habían salvado el bosque.
Y así, el bosque siguió siendo un lugar mágico, lleno de vida y alegría, donde todos vivieron felices para siempre.
Colorín colorado, este cuento se ha acabado.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.