Carlota, Cloe y María eran tres hermanas que vivían en un pequeño pueblo rodeado de colinas y bosques. Las tres tenían una gran pasión por la aventura y siempre estaban buscando nuevas maneras de explorar el mundo que las rodeaba. Carlota, la mayor, tenía el cabello rizado y castaño y llevaba siempre una mochila roja llena de herramientas y provisiones. Cloe, la del medio, tenía el cabello corto y rubio y era la encargada de los mapas y la brújula. María, la más pequeña, tenía el cabello largo y negro, y aunque era la más joven, era valiente y siempre lista para enfrentarse a cualquier desafío.
Un día soleado de verano, las tres hermanas decidieron que era el momento perfecto para una nueva aventura. Habían oído hablar de un lugar mágico en el bosque donde, según la leyenda, se podía encontrar un lago cristalino lleno de peces de colores y rodeado de flores que brillaban como estrellas. Decidieron que acamparían en el bosque y pasarían la noche bajo las estrellas, buscando ese lugar mágico.
Prepararon sus mochilas con todo lo necesario: una tienda de campaña, sacos de dormir, linternas, comida y agua. Carlota, como siempre, llevaba su mochila roja. Cloe guardó cuidadosamente el mapa en su bolsillo y María se aseguró de llevar suficientes malvaviscos para tostar en la fogata.
Llegaron al borde del bosque y se adentraron por un sendero estrecho rodeado de árboles altos. El canto de los pájaros y el susurro de las hojas las acompañaban mientras caminaban. Después de varias horas de caminata, encontraron un claro perfecto para acampar. Montaron la tienda de campaña y, mientras Carlota y Cloe buscaban leña para la fogata, María empezó a preparar los malvaviscos.
La noche cayó rápidamente y el bosque se llenó de los sonidos de la naturaleza. Las tres hermanas se sentaron alrededor de la fogata, disfrutando de los malvaviscos tostados y contándose historias de aventuras pasadas. De repente, escucharon un ruido entre los arbustos. Carlota se levantó rápidamente, con su linterna en mano, y se acercó con cautela. Para su sorpresa, descubrió a un pequeño zorro atrapado en una trampa.
«¡Pobrecito!» exclamó María, acercándose al zorro. «Tenemos que ayudarlo.»
Cloe sacó un par de guantes de su mochila y, con mucho cuidado, ayudaron al zorro a salir de la trampa. El animalito las miró agradecido y desapareció rápidamente en la oscuridad del bosque.
«Creo que deberíamos seguir el rastro del zorro,» sugirió Carlota. «Quizás nos lleve al lago mágico.»
Las tres hermanas apagaron la fogata, recogieron sus cosas y siguieron el rastro del zorro a través del bosque. El camino era oscuro y lleno de obstáculos, pero no se dieron por vencidas. Después de lo que parecieron horas, llegaron a un claro donde un hermoso lago brillaba bajo la luz de la luna. Los peces de colores nadaban alegremente y las flores alrededor del lago emitían un resplandor suave y mágico.
«¡Lo encontramos!» exclamó Cloe con entusiasmo. «El lugar mágico es real.»
Pasaron el resto de la noche explorando el área, recolectando flores brillantes y observando a los peces de colores. Se sintieron como si estuvieran en un sueño, rodeadas de tanta belleza y magia. Cuando el sol comenzó a salir, decidieron regresar a su campamento.
De camino de vuelta, se encontraron nuevamente con el zorro, que parecía querer guiarlas por un atajo. Lo siguieron y, efectivamente, llegaron a su campamento en mucho menos tiempo del que les había tomado ir al lago.
«Gracias, amiguito,» dijo María, acariciando al zorro antes de que este se despidiera y desapareciera en el bosque.
Recogieron su campamento y, con sus mochilas listas, emprendieron el camino de regreso a casa. Durante el trayecto, hablaron sobre su increíble aventura y cómo habían ayudado a un nuevo amigo en el proceso.
Al llegar a casa, sus padres las recibieron con abrazos y sonrisas. Les contaron todo sobre su aventura, y sus padres se maravillaron de su valentía y espíritu aventurero.
Esa noche, mientras se preparaban para dormir, Carlota, Cloe y María se prometieron a sí mismas que seguirían buscando nuevas aventuras y explorando el mundo juntas. Sabían que, mientras estuvieran juntas, cualquier cosa era posible.
Y así, las tres hermanas se quedaron dormidas, soñando con las maravillas del bosque y las aventuras que aún estaban por venir.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.