Cuentos de Aventura

La Llama de la Justicia en Córdoba

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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La ciudad de Córdoba era conocida por su arquitectura impresionante y su rica historia. En el corazón de la ciudad, en la Mezquita-Catedral de Córdoba, se encontraba el Juez Elhabid Ahmed Ben Mohamed Ben Ziad, un hombre sabio y justo que había pasado su vida estudiando la ley y la JUSTICIA. Era un hombre de barba larga y blanca, con ojos profundos y sabios que parecían ver más allá de lo que se presentaba ante él.

Un día, mientras el Juez Elhabid Ahmed Ben Mohamed Ben Ziad se preparaba para escuchar los casos del día, llegó un mensajero a la puerta de la Mezquita-Catedral. El mensajero era un joven llamado Ibrahim, que había sido enviado por el gobernador de la ciudad para pedir la presencia del Juez en el palacio.

Ibrahim explicó que el gobernador estaba preocupado por una serie de misteriosos robos que habían estado ocurriendo en la ciudad. Los ladrones parecían tener acceso a información privilegiada y siempre parecían estar un paso adelante de las autoridades. El gobernador había oído hablar de la sabiduría y la justicia del Juez Elhabid Ahmed Ben Mohamed Ben Ziad y había pedido su ayuda para resolver el misterio.

El Juez Elhabid Ahmed Ben Mohamed Ben Ziad se interesó por el caso y decidió ir al palacio para reunirse con el gobernador. Ibrahim lo escoltó a través de las calles empedradas de Córdoba hasta llegar al palacio. Una vez allí, el Juez fue recibido por el gobernador, un hombre llamado Abdallah.

Abdallah explicó al Juez que los robos habían comenzado hace varias semanas y que no habían podido encontrar ninguna pista que los llevara a los ladrones. Los objetos robados eran siempre valiosos y parecían ser seleccionados con cuidado. El Juez escuchó atentamente y luego pidió permiso para investigar y hablar con los testigos.

El Juez Elhabid Ahmed Ben Mohamed Ben Ziad pasó el resto del día hablando con los testigos y recopilando información. Preguntó sobre los robos, los objetos robados y cualquier cosa que pudiera ser útil. También visitó los lugares donde habían ocurrido los robos, buscando cualquier pista que pudiera haber pasado por alto.

Mientras caminaba por la ciudad, el Juez se encontró con un hombre llamado Khalid, que era un mercader local. Khalid parecía nervioso y asustado, y el Juez notó que estaba escondiendo algo en su mano. El Juez le pidió a Khalid que se acercara y le preguntó qué estaba haciendo.

Khalid explicó que había visto a uno de los ladrones en una de las tiendas de la ciudad. El ladrón había estado buscando algo específico y había ofrecido una gran suma de dinero por ello. Khalid no había querido involucrarse, pero el Juez lo convenció de que le dijera más.

Khalid le dijo al Juez que el ladrón había estado buscando un libro antiguo y valioso. El libro era propiedad de un coleccionista local llamado Amir, y se decía que tenía un valor incalculable. El Juez agradeció a Khalid por la información y le pidió que lo llevara a la tienda de Amir.

Una vez en la tienda de Amir, el Juez habló con el coleccionista y le preguntó sobre el libro. Amir explicó que el libro era un manuscrito antiguo y valioso, y que lo había adquirido en una subasta hacía varios años. El Juez le pidió a Amir que le mostrara el libro, y Amir lo sacó de una caja fuerte.

Mientras examinaba el libro, el Juez notó que había una nota escondida entre las páginas. La nota estaba escrita en un código antiguo, pero el Juez logró descifrarla. La nota decía que el libro era solo una parte de un gran tesoro, y que el resto del tesoro se encontraba en un lugar secreto de la ciudad.

El Juez pensó que había encontrado la pista que necesitaba para resolver el misterio de los robos. Pidió a Amir que lo acompañara al lugar secreto, y Amir accedió a llevarlo allí.

Una vez en el lugar secreto, el Juez y Amir encontraron una gran cámara subterránea llena de objetos valiosos. Había joyas, monedas, libros antiguos y otros tesoros. El Juez notó que había una figura en la sombra, escondida detrás de una cortina.

La figura salió de detrás de la cortina y resultó ser el gobernador Abdallah. El Juez no podía creer que el gobernador estuviera detrás de los robos. Abdallah explicó que había estado en problemas financieros y que había recurrido al robo para resolver sus problemas.

El Juez Elhabid Ahmed Ben Mohamed Ben Ziad estaba decepcionado, pero también estaba decidido a llevar a Abdallah ante la justicia. Pidió a Amir que lo acompañara al palacio para presentar las pruebas al Concejo de la ciudad. Una vez allí, el Juez presentó las pruebas y contó la historia de cómo había resuelto el misterio de los robos.

El Concejo estaba sorprendido y decepcionado por la noticia, pero también estaba agradecido al Juez por haber resuelto el caso. Abdallah fue juzgado y condenado por sus delitos. El Juez Elhabid Ahmed Ben Mohamed Ben Ziad había demostrado una vez más su sabiduría y su justicia, y la ciudad de Córdoba estaba a salvo gracias a su esfuerzo.

La llama de la justicia había brillado una vez más en la ciudad de Córdoba, y el Juez Elhabid Ahmed Ben Mohamed Ben Ziad había demostrado que la justicia siempre prevalece, incluso en los momentos más oscuros.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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