Cuentos de Aventura

La Llegada del Nuevo Destino: Entre la Unión y la Amenaza de Dogmas

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Había una vez, en un colorido pueblo lleno de risas y alegría, dos amigos inseparables llamados Vewor y Dogmi. Vewor era un pequeño dragón de escamas verdes brillantes que siempre estaba lleno de energía y tenía una gran curiosidad por el mundo que lo rodeaba. Su amigo Dogmi, por otro lado, era un perrito de pelaje marrón y orejas largas que adoraba correr y jugar en el campo. Los dos amigos pasaban sus días explorando bosques, montañas y praderas, siempre en busca de una nueva aventura.

Un día, mientras jugaban cerca del río que atravesaba su pueblo, encontraron un mapa antiguo. El mapa tenía dibujos de montañas, bosques, ríos y un enorme «X» marcado en un lugar que nunca habían visitado. Vewor miró el mapa con sus ojos brillantes y dijo: «¡Mira, Dogmi! ¡Este mapa seguramente nos lleva a un tesoro escondido! ¿Qué te parece si vamos a buscarlo?»

Dogmi movió la cola emocionado. «¡Sí, Vewor! ¡Eso suena increíble! Pero, ¿dónde está exactamente este lugar?»

Vewor examinó el mapa de cerca y señaló con su pequeña patita. «Aquí, al otro lado del Gran Bosque, donde se dice que vive el Gran Dragón de los Secretos. Él puede saber cómo llegar.»

«¡Vamos a buscarlo!» ladró Dogmi con entusiasmo, y los dos amigos comenzaron su travesía hacia el misterio que les esperaba.

Mientras cruzaban el Gran Bosque, se encontraron con criaturas mágicas. Había mariposas de colores que danzaban a su alrededor y ardillas que los observaban curiosas desde las ramas de los árboles. Vewor y Dogmi se detuvieron a admirar la belleza del bosque. Sin embargo, en su camino, se toparon con un pequeño dinosaurio llamado Trico. Trico era un dino amigable, de piel anaranjada, pero siempre había tenido un pequeño problema: se sentía muy solitario porque no tenía amigos con quienes jugar.

«Hola, ¿quiénes son ustedes?» preguntó Trico con una voz suave.

«¡Hola! Somos Vewor y Dogmi, y estamos en busca de un tesoro escondido. ¿Quieres unirte a nosotros?» dijo Vewor con su característico entusiasmo.

Trico sonrió, sintiendo que por fin había encontrado a unos amigos. «¡Sí, me encantaría! Siempre he querido tener aventuras.»

Los tres nuevos amigos continuaron su camino, compartiendo historias y risas. Pero mientras avanzaban, comenzaron a escuchar un extraño rugido que provenía del fondo del bosque. Vewor, Dogmi y Trico se miraron unos a otros, un poco asustados. «¿Qué fue eso?» preguntó Dogmi.

«No lo sé,» respondió Vewor, «pero debería ser algo emocionante.» Siguiendo su curiosidad, decidieron investigar el sonido. Con cuidado y manteniendo el mapa como guía, se acercaron lentamente al lugar de donde provenía el ruido.

Al llegar a un claro, se dieron cuenta de que el rugido venía de un enorme dragón de escamas oscuras, que estaba atrapado en una red dejada por cazadores. El dragón tenía un aspecto temible, pero sus ojos mostraban tristeza y desesperación.

«Por favor, ayúdenme,» dijo el dragón con una voz profunda y retumbante. «Soy Shen, el guardián de este bosque, y estoy atrapado en esta red. No puedo proteger a los animales que viven aquí sin mi libertad.»

Vewor, Dogmi y Trico miraron al dragón con compasión. «¡Debemos ayudarlo!» exclamó Vewor, avanzando hacia la red.

Perplejo, Trico preguntó: «Pero, ¿y si es peligroso?»

«No parece peligroso, Trico. Solo necesita nuestra ayuda,» respondió Dogmi. Así que juntos comenzaron a deshacer la red que mantenía al dragón en su trampa. Mientras trabajaban, Shen les agradeció: «Ustedes son muy valientes. Siempre he creído que la amistad y la unión son la verdadera fuerza de este bosque.»

Finalmente, después de un gran esfuerzo, lograron liberar a Shen. El dragón se estiró y batió sus alas con alegría. «Gracias, pequeños amigos. Ahora que estoy libre, puedo ayudarles en su búsqueda del tesoro.»

Los cuatro amigos se sintieron aliviados y emocionados. Shen voló por encima de ellos y les señaló un sendero que antes no habían visto. «Este camino los llevará a la cima de la montaña donde se encuentra el tesoro escondido. Pero por favor, tengan cuidado, ya que hay peligros en el camino.»

«¿Qué tipo de peligros?» preguntó Trico, un poco asustado.

Shen hizo una pausa y les respondió, «Hay criaturas que han olvidado lo que significa la amistad. Pueden ser amistosas si se les habla con bondad, pero si tienen miedo, pueden volverse peligrosas.»

Los tres amigos se sintieron un poco nerviosos, pero tenían a Shen a su lado. Así que, con determinación, comenzaron a andar por el camino que los llevó hacia la montaña. Mientras subían, se dieron cuenta de que el paisaje cambiaba; las flores eran más coloridas y los árboles eran cada vez más altos. El aire estaba fresco, y podían oír el canto de los pájaros.

Sin embargo, de repente se encontraron con una extraña criatura que parecía una mezcla entre un jaguar y una serpiente. Sus ojos eran grandes y brillantes, y su cola se movía rápidamente. «¿Quiénes son ustedes que se atreven a cruzar mi camino?» dijo la criatura con un tono desafiante.

Vewor dio un paso adelante y dijo: «Hola, somos Vewor, Dogmi, Trico y Shen. Estamos buscando un tesoro escondido. Solo queremos pasar.»

La criatura los miró con desconfianza. «¿Por qué debería dejarles pasar? No confío en ustedes. ¿Por qué no intentan demostrarme que pueden ser amigos?»

Trico, quien siempre había deseado ser valiente, decidió que ese era su momento. Se acercó a la criatura y le sonrió cálidamente. «No queremos hacerte daño. Solo estamos buscando un tesoro que quizás pueda ayudar a todos en nuestro pueblo. ¿Te gustaría acompañarnos? Podemos ser amigos.»

La criatura frunció el ceño un momento, pero luego su expresión comenzó a cambiar. «La amistad, eh… Nunca he tenido amigos. Pero… ¡bien! Haré un trato. Si pueden resolver este acertijo, les dejaré pasar.»

Vewor, Dogmi, Trico y Shen se miraron con emoción. «¡Sí, claro! ¿Cuál es el acertijo?» preguntó Shen con interés.

La criatura sonrió, y les dijo: «Aquí va: en la cima de una montaña, siempre miran hacia el cielo, son tiempos y lugares, pero no son un lugar. ¿Qué son?»

Todos se quedaron en silencio, pensando. Después de unos momentos, Trico exclamó: «¡Son las estrellas! ¡Siempre están en el cielo!».

La criatura se alegró. «¡Correcto! Pueden continuar. Les deseo buena suerte en su búsqueda del tesoro.»

Agradecidos, los amigos continuaron su camino, más unidos que nunca. Mientras ascendían la montaña, se dieron cuenta de que el aire se hacía más ligero y el viento soplaba suavemente a su alrededor. Al llegar a la cima, quedaron maravillados por lo que vieron. El paisaje se extendía ante ellos como un hermoso tapiz de colores brillantes. Pero lo que más les sorprendió fue un pequeño cofre dorado entre rocas brillantes que lucía como si estuviera esperando por ellos.

Vewor, Dogmi, Trico y Shen se acercaron con cautela al cofre. «¿Qué crees que hay dentro?» preguntó Dogmi. «Tal vez joyas, o monedas de oro,» dijo Vewor emocionado.

Trico, que siempre había pensado en los demás, dijo: «Espero que haya algo que podamos compartir con todos en el pueblo.»

Cuando abrieron el cofre, se encontraron con algo completamente inesperado: no eran joyas ni monedas, sino un conjunto de libros iluminados. «Estos son cuentos de amistad y aventuras de todos los que han pasado por aquí,» explicó Shen, que estaba muy emocionado. «Podemos compartir estas historias con todos y hacer nuevos amigos.»

«¡Son maravillosos!» exclamó Vewor. «Podemos hacer una gran fiesta y leer estos cuentos juntos.»

Y así, con libros en sus patas y un sentimiento de alegría en sus corazones, comenzaron el camino de regreso al pueblo. En el camino, se encontraron nuevamente con la criatura que los había retado. «¿Regresan ya?» preguntó con curiosidad.

«Sí,» respondió Vewor. «Hemos encontrado tesoros, pero no son solo oro o joyas. Hemos encontrado historias y amistad.»

La criatura sonrió y les dijo: «Me alegra saber que han aprendido el valor de la amistad. Yo también quiero aprender sobre esos cuentos. ¿Podrían compartirlos conmigo?»

Los amigos miraron entre ellos y decidieron que sí, podían compartir su tesoro con todos. Juntos, invitaron a la criatura a la fiesta que prepararían en el pueblo.

Cuando llegaron, fueron recibidos con alegría. Todos querían escuchar sobre sus aventuras, el dragón, y cómo habían encontrado la amistad y los tesoros en su camino. La fiesta se llenó de risas y cuentos que unieron a todos los habitantes del pueblo y a la criatura que una vez había sido solitaria.

Vewor, Dogmi, Trico y Shen se dieron cuenta de que lo más importante en sus aventuras no había sido el tesoro físico, sino todo lo que habían aprendido sobre la amistad, la valentía y el poder de unirse en tiempos de dificultad.

Desde ese día, el pueblo nunca volvió a ser el mismo. Las historias dieron vida a nuevos lazos entre las criaturas del bosque y los habitantes del pueblo, y juntos aprendieron que, aunque el mundo podía ser un lugar misterioso y a veces peligroso, siempre era mejor cuando lo enfrentaban juntos.

Así, Vewor, Dogmi, Trico, Shen, y todos los que estuvieron allí aprendieron a valorar lo que tenían y a celebrar la magia de la amistad cada día. Y así, vivieron felices, explorando y disfrutando de más aventuras que compartieron con todos los demás, porque entendieron que el verdadero tesoro estaba en el corazón y en los momentos que compartían juntos, siempre recordando que la unión hace la fuerza.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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