La Princesa Mavie vivía en un hermoso castillo en el reino de Solis, rodeado de montañas majestuosas y valles floridos. Ella era conocida por su curiosidad insaciable y su espíritu aventurero. Mientras sus amigos se contentaban con jugar en los jardines del castillo, Mavie soñaba con explorar el mundo más allá de los límites de su hogar. En sus sueños, el océano azul la llamaba, sus olas susurraban secretos que solo ella podía entender.
La Reina Alessandra, su madre, era una mujer dulce y sabia que siempre alentaba los sueños de su hija, aunque a veces se preocupaba por la seguridad de Mavie. “Aventurarse es maravilloso, querida, pero nunca olvides que el mundo también puede ser peligroso”, solía decirle con una sonrisa maternal.
Un día, mientras caminaba por la orilla del lago que estaba cerca de su castillo, Mavie notó algo brillante bajo el agua. Sin pensarlo, se agachó a observar mejor y, de repente, una tortuga de concha dorada emergió del agua. “¡Hola! Soy Vaneza, la tortuga mágica”, dijo la tortuga, parpadeando con ojos llenos de sabiduría. “He estado esperándote, Princesa Mavie”.
Mavie, sorprendida, no podía creer lo que veía. “¿Tortuga mágica? ¿Qué quieres decir con que me has estado esperando?”, preguntó con asombro.
“Hay un reino en el fondo del mar, el Reino del Mar de los Sueños. Es un lugar donde todos los sueños se hacen realidad”, explicó Vaneza. “Pero solo los de corazón puro y valiente pueden visitarlo. He venido a buscarte, porque creo que eres la elegida”.
La curiosidad de Mavie se encendió aún más. “¡Oh, eso suena increíble! ¿Cómo llego hasta allí?”, cuestionó.
Vaneza sonrió y dijo: “Necesitamos la ayuda de Sergio, el Pez Espada. Él conoce los caminos secretos del océano y puede llevarnos hasta el reino. Sígueme, Princesa”.
Sin dudarlo, Mavie tomó la mano de Vaneza y ambas se sumergieron en el agua. Al principio, Mavie se sintió un poco nerviosa, pero pronto empezó a disfrutar la sensación del agua fresca rodeándola. Las burbujas danzaban a su alrededor mientras se sumergían en un mundo lleno de colores brillantes y criaturas maravillosas.
Finalmente, llegaron a un hermoso arrecife de coral donde Sergio, el Pez Espada, nadaba con gracia. Tenía un cuerpo brillante con un elegante color dorado y una espada que relucía bajo el sol que se filtraba a través del agua. “Hola, Mavie”, saludó Sergio. “Vaneza me ha hablado de ti. Estoy listo para llevarte al Reino del Mar de los Sueños”.
Mavie estaba emocionada. “¿De verdad? ¡No puedo esperar!” exclamó mientras se acomodaba al lado de Vaneza.
“Recuerda, Princesa, el Reino de los Sueños no es solo un lugar de diversión. A veces, los sueños pueden llevarte a enfrentar tus miedos”, le advirtió Sergio mientras se preparaban para el viaje.
Con un rápido movimiento, Sergio se lanzó hacia las profundidades y Mavie y Vaneza lo siguieron. A medida que descendían, el agua se volvía más oscura y las sombras de las criaturas marinas danzaban alrededor de ellos. Pero Mavie no estaba asustada; estaba boquiabierta ante la belleza misteriosa que la rodeaba.
De repente, una ola de frío recorrió su cuerpo. A lo lejos, pudo ver un brillo resplandeciente que la atrajo, como si una fuerza mágica la llamara. Al acercarse, los tres amigos llegaron a la entrada de un enorme palacio hecho de conchas y coral. “Este es el Reino del Mar de los Sueños”, indicó Vaneza con orgullo.
Al entrar, Mavie quedó maravillada. Las paredes estaban adornadas con perlas iridiscentes y peces de colores nadaban alrededor, creando una atmósfera mágica. En el centro del palacio, un gran trono estaba ocupado por una figura luminosa: era la Reina del Mar de los Sueños, una hermosa sirena con largas cabelleras azules y ojos que brillaban como las estrellas.
“Bienvenida, Princesa Mavie. He estado esperando tu llegada”, dijo la Reina Alessia, su voz era melodiosa como una canción. “He escuchado tus sueños y deseos. Pero antes de concederte cualquier deseo, debes completar tres desafíos”.
Los ojos de Mavie se iluminaron de emoción. “¡Estoy lista! ¿Cuáles son los desafíos?” preguntó, su corazón latiendo con fuerza.
“Cada desafío te llevará a conocerte a ti misma y te enseñará algo valioso”, explicó la Reina. “El primero es enfrentarte a la oscuridad de tus temores. Debes encontrar la perla de la valentía, oculta en la cueva de la sombra. Solo así podrás demostrar tu valía”.
Mavie sintió un pequeño escalofrío, pero su determinación fue más fuerte que el miedo. “Lo haré”, resolvió. Sergio y Vaneza la acompañaron a la entrada de la cueva. Un aire frío y denso emergía de la oscuridad, pero juntos, los tres avanzaron.
Dentro de la cueva, las paredes estaban cubiertas de misteriosas inscripciones y sombras de criaturas que parecían susurrar. Mavie parpadeó mientras se acostumbraba a la oscuridad y, de repente, escuchó una risa burlona. “¡Así que una princesita ha venido a jugar?”, rasguñó una voz escalofriante.
Del trasfondo apareció un enorme pez con ojos grotescos y escamas oscuras. Mavie sintió miedo, pero recordó la advertencia de Sergio. “No temas”, le dijo Vaneza con amabilidad. “Lo que ves es solo el reflejo de tus temores. Debes encontrar la perla enfrentando lo que sientes”.
Respirando hondo, Mavie se acercó al pez. “No soy una princesita asustada. Soy Mavie y estoy aquí para encontrar la perla. No me dejaré intimidar”, respondió con una voz firme.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.