Cuentos de Aventura

Samuel y el reino olvidado de los dinosaurios bajo la mirada atenta de Marling

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Era una mañana brillante y soleada en el pequeño pueblo de Valle Verde. Los pájaros cantaban felices mientras Samuel, un niño curioso de cuatro años, jugaba en su jardín. Samuel tenía una imaginación muy viva, siempre soñando con aventuras emocionantes. Tenía una amiga maravillosa llamada Marling, una pequeña ardilla que vivía en un árbol cercano. Marling era muy traviesa y siempre estaba dispuesta a explorar el mundo con Samuel.

Un día, mientras Samuel estaba en el jardín construyendo un castillo de arena, se le ocurrió una idea emocionante. «Marling», llamó Samuel, «¿quieres venir a buscar un tesoro? He oído que en el bosque cercano hay un antiguo mapa que lleva a un reino olvidado lleno de dinosaurios».

Marling, que estaba recogiendo nueces, se detuvo de inmediato. «¡Oh, sí! ¡Eso suena increíble! ¡Debemos ir YA!», exclamó, haciendo un pequeño saltito de emoción.

Así que Samuel y Marling se pusieron en marcha hacia el bosque. Mientras caminaban, Samuel miraba a su alrededor con los ojos muy abiertos. «Mira, Marling», decía señalando un grupo de flores de colores brillantes. «¡Son tan hermosas! Dicen que las flores pueden hablarnos si las escuchamos con atención».

Marling se acercó a las flores. «¡Hola, flores!», gritó. Por supuesto, las flores no respondieron, pero eso no desanimó a Samuel. «Está bien, Marling, quizás más adelante hablemos con ellas». Continuaron su camino, riendo y jugando mientras se adentraban más en el bosque.

Después de un rato, llegaron a un claro donde un viejo árbol estaba en el centro. Sus ramas eran anchas y fuertes, y había un brillo misterioso sobre él. «Este debe ser el árbol que se menciona en el mapa», dijo Samuel emocionado. «Debemos buscar la pista que nos lleve al reino de los dinosaurios».

Marling subió rápidamente por el tronco del árbol, buscando con sus manos pequeñas. «¡Samuel, mira esto!», gritó desde arriba. Samuel miró hacia arriba y vio una hendidura en el árbol donde se asomaba un viejo mapa arrugado.

Samuel se acercó con cuidado y Marling dejó caer el mapa a sus pies. Lo desdoblaron juntos y empezaron a estudiarlo. «Parece que tenemos que seguir el río hacia el sur y después encontrar una montaña que parece un pato», dijo Samuel. «¿Vas a ayudarme a encontrarlo, Marling?».

«¡Por supuesto! ¡Aventuras nos esperan!», respondió Marling, muy entusiasmada.

Así que empezaron a caminar, siguiendo el mapa que los guiaba. El río sonaba suave y refrescante, y el aire estaba lleno del aroma de la hierba fresca. De repente, escucharon un ruido extraño, como un gran trueno. «¿Qué fue eso?», murmuró Samuel con un poco de miedo.

Marling se asomó a su lado y dijo: «No te preocupes, Samuel. Vamos a averiguarlo». Ambos caminaron con cuidado hacia el ruido, que se hacía más fuerte. Al llegar a una rotonda en el río, vieron algo increíble. Un enorme dinosaurio Herbívoro estaba tomando agua del río. Tenía un aspecto sorprendente, con un largo cuello y estaba chapoteando felizmente.

«¡Un dinosaurio de verdad!», gritó Samuel con alegría. «¡Mira, Marling! Este es un Brachiosaurus».

Marling se quedó Boquiabierta. «¡Es tan grande! Nunca había visto uno así antes. ¿Crees que sea amistoso?».

Deslizando la mirada al dinosaurio, Samuel decidió acercarse. «Hola, gigante amable», dijo con voz suave. El Brachiosaurus levantó su cabeza y los miró con curiosidad. Sus enormes ojos eran amables y brillaban bajo el sol.

«Saluden, pequeños amigos», dijo el Brachiosaurus con una voz profunda y gentil. «Soy Bruno, el guardián de este lugar. ¿Qué desean en el reino de los dinosaurios?».

Samuel no podía creerlo. «¿Sabes dónde podemos encontrar el tesoro? Estamos buscando un antiguo mapa». Bruno sonrió y movió su largo cuello afirmativamente. «Sí, pero el tesoro no es solo oro y joyas. Aquí, aprenderás que el verdadero tesoro está en la amistad y la aventura».

Marling dijo: «¡Eso suena maravillosa, Bruno! Pero, ¿podrías ayudarnos a encontrar el mapa?».

«Claro, pero deben hacer algo primero», dijo Bruno. «Tendrán que demostrar su valentía ayudando a un amigo. Hay un pequeño dinosaurio que se ha perdido en la montaña que parece un pato. Si me ayudan a llevarlo de regreso a casa, los guiaré a donde está el mapa».

Samuel asintió. «¡Sí, haremos lo que sea necesario!».

Así que Bruno los llevó a la base de la montaña. Mientras subían por la ladera, comenzaron a buscar al pequeño dinosaurio. «¿Dónde estás, pequeño?», llamó Samuel. «¡Ven aquí!».

De repente, escucharon un pequeño llanto. «¡Allí! ¡Escucha!», dijo Marling, llevando su patita al oído. Ellos siguieron el sonido y pronto encontraron un pequeño dinosaurio Triceratops que estaba atrapado entre unas ramas.

«¡No llores!» dijo Marling, acercándose con cariño. «Estamos aquí para ayudarte. ¿Cómo te llamas?».

«Soy Timmy», respondió el pequeño dinosaurio con una voz temblorosa. «Me perdí mientras jugaba, y ahora no sé cómo regresar a casa».

«Ayudaremos a Timmy, ¿verdad, Samuel?», dijo Marling mirando a su amigo.

«Sí, por supuesto. Vamos a liberarte, Timmy», respondió Samuel.

Y sin perder tiempo, Samuel y Marling comenzaron a mover las ramas pesadas. Con mucho esfuerzo, lograron liberar al pequeño dinosaurio. Timmy miró a sus salvadores con ojos brillantes. «¡Gracias! ¡Ustedes son muy valientes!».

Samuel sonrió y dijo: «No hay problema, Timmy. Ahora debes volver a casa».

Siguieron el camino de regreso hacia la base de la montaña. Timmy estaba tan feliz que saltaba mientras caminaba. «¡Tengo amigos! ¡Tengo amigos!», repetía emocionado.

Después de un rato, encontraron un sendero que los llevó a un pequeño prado lleno de flores. «¡Ese es mi hogar!», gritó Timmy, señalando un grupo de dinosaurios que estaban en la distancia.

Bruno, que los había acompañado, dijo con orgullo: «Han demostrado su valentía y bondad. Gracias a ustedes, Timmy está de vuelta».

Timmy corrió hacia su mamá, que lo abrazó con fuerza. «¡Te estaba buscando, mi pequeño!», dijo la mamá Triceratops aliviada.

Samuel y Marling se sintieron muy felices al ver esa reunión. «¡Lo logramos, Marling!», gritó Samuel emocionado. «Ahora Bruno, ¿puedes mostrarnos el mapa?».

Bruno sonrió, «¡Por supuesto! Sigamos juntos hacia el gran árbol en el centro del prado».

Así que el grupo se dirigió de vuelta al árbol donde habían encontrado el mapa. Bruno hizo un gesto con su largo cuello y dijo: «El mapa es de todos aquellos que tienen el corazón valiente y amistoso. Ustedes han demostrado tener esos valores».

Con un ligero movimiento, Bruno sacó un viejo mapa que relucía a la luz del sol. Samuel y Marling lo miraron asombrados. «¡Es increíble!», exclamó Samuel.

«Este mapa los llevará a tesoros de aprendizajes. A tesoros de creatividad, amistad y aventuras», comentó Bruno con sinceridad.

Mientras seguían mirando el mapa, Samuel dijo: «Esto es mucho mejor que cualquier oro o joya».

Marling asintió. «¡Sí! La amistad y las aventuras son el verdadero tesoro».

Así, decidieron que la verdadera aventura no era solo alcanzar el lugar indicado en el mapa, sino vivir cada día llenos de alegría y aprender juntos. Con un corazón rebosante de felicidad y uno de los mayores regalos de la naturaleza a su lado, se despidieron de Bruno y aunque el camino de regreso fue largo, jamás olvidaron la experiencia y las valiosas lecciones que habían aprendido.

Así, Samuel y Marling sabían que siempre tendrían aventuras que vivir, amigos que ayudar, y tesoros que descubrir en sus corazones. Con cada paso, comprendieron que la verdadera magia estaba en la amistad, en el amor y en cada momento compartido.

De regreso en casa, Samuel miró a Marling y sonrió, «No importa lo que encontremos, siempre estaré feliz si estás a mi lado».

Marling, con sus ojos chispeantes, respondió: «¡Y yo siempre estaré aquí, listo para la próxima aventura!».

Y así, Samuel y Marling continuaron su camino, llenos de sueños y esperanzas, recordando que cada día era una nueva oportunidad para aventurarse a lo desconocido y aprender sobre la belleza de la amistad.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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