Cuentos de Aventura

Sorpresas en el mundo de las páginas

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Inglés

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Inés y María eran dos mejores amigas que vivían en un pequeño pueblo rodeado de grandes colinas y exuberantes bosques. Desde que eran muy pequeñas, compartían un amor por las historias y los cuentos. Todos los días después de la escuela, se reunían en el parque con un libro en la mano y se sumergían en un mundo de fantasía, donde existían dragones, castillos, y aventuras increíbles.

Un día, mientras caminaban por el parque, encontraron un enorme libro antiguo tirado sobre un banco de madera. Estaba cubierto de polvo y sus páginas parecían desgastadas, como si hubieran vivido muchas aventuras. Inés, con su curiosidad natural, lo abrió. Al hacerlo, una luz brillante salió volando del libro y llenó el aire con centelleantes destellos. María, asombrada, dio un paso atrás.

«¡Mira, Inés! ¿Qué es eso?» preguntó María, con los ojos muy abiertos.

«No lo sé, pero debe ser algo mágico,» respondió Inés, emocionada. Ambas miraron el libro con asombro. La luz brilló intensamente y, de repente, se materializó un pequeño dragón de patas cortas y ojos grandes, que se posó suavemente en el banco.

«¡Hola! Soy Troky,» dijo el dragón con una voz divertida que parecía un susurro. «He salido de las páginas de este libro para llevarlas en una aventura maravillosa. ¿Quieren venir?»

Inés y María no podían creer lo que escuchaban. ¡Un dragón que hablaba! Sin pensarlo dos veces, ambas gritaron al unísono: «¡Sí!» Así fue como los tres se adentraron en un mundo lleno de magia y sorpresas.

Troky les explicó que el libro contenía historias de todos los lugares del universo. Podían viajar a cada historia y vivir en ella. «El primer destino es un bosque encantado donde se cumplen deseos,» dijo Troky, y en un abrir y cerrar de ojos, el escenario cambió totalmente. Las flores eran de colores brillantes, los árboles eran altos como montañas y el aire olía a dulces.

Inés y María se miraron emocionadas. «¿Qué desearías primero?» le preguntó Inés a María. María pensó por un momento y sonrió. «Quiero hablar con los animales,» respondió. Justo en ese instante, un pequeño ciervo apareció, y comenzó a hablarles. «Hola, amigas. He estado esperándolas. En este bosque, todos pueden hablar,» dijo el ciervo con una risita.

Las dos amigas estaban maravilladas. Mientras exploraban el bosque, conocieron a una tortuga sabia que les compartió historias antiguas, a un loro que les enseñó a cantar, y a un zorro que les mostró los caminos secretos. Era un día lleno de risas y juegos.

Inés, al ver lo felices que estaban, pensó en un nuevo deseo. “¿Y si pudiéramos hacer que los animales nos acompañen en esta aventura?” propuso. «¡Sí!» gritaron todos juntos. Entonces, con un simple deseo, todos los animales del bosque comenzaron a seguirlas. Había ciervos, zorros, aves, e incluso una pequeña ardilla que hizo reír a todos con sus travesuras.

En un momento, un ruido sutil llamó su atención. Era un grupo de hadas, brillando con destellos plateados. «¡Hola! Somos las hadas del bosque,» dijeron. «Hemos estado observando su alegría, y hemos decidido unírsenos.» Las hadas cambiaron el ambiente, llenándolo de música suave y luces encantadoras que bailaban en el aire.

Inés y María estaban tan felices que decidieron pedir otro deseo. “Quisiéramos tener alas, así podríamos volar con las hadas,” dijieron. Y en un parpadeo, sentían una ligera brisa detrás de sus hombros. Cuando voltearon, vieron que tenían alas coloridas similares a las de las mariposas. “¡Mira, Inés! ¡Mira, Troky!” gritó María dando saltos de alegría.

¡Y volaron! Volaron alto, más allá del bosque encantado, descubriendo paisajes que no estaban en sus libros. Hicieron carreras con las aves y un picoteo de risas llenó el aire. Se lanzaron a través de nubes de algodón y dieron vueltas alrededor de arcos de arco iris. Era un día perfecto y, aunque el sol comenzaba a ponerse, no querían que esa aventura terminara.

Mientras volaban de regreso al centro del bosque, se encontraron con un río que brillaba como si estuviera hecho de estrellas. Decidieron aterrizar para hacer un pequeño picnic en la orilla. Troky les compartió su comida favorita: peras jugosas y néctar de flores. Mientras comían, el ciervo se acercó y les propuso un nuevo juego: un concurso de relatos.

“Cada uno de nosotros contará una aventura increíble, y después todos escogeremos la mejor”, propuso el ciervo. Así que todos comenzaron a contar sus historias más emocionantes. Inés habló sobre un día lluvioso en el que se había encontrado con una mariposa mágica que la llevó a un mundo de dulces. María contó sobre un misterio que resolvió en el parque, donde descubrió un escondite de caramelos. Troky compartió una historia sobre un viaje que hizo a una montaña lejana donde vivía un dragón gruñón.

Las historias llenaron el aire con risas y sonrisas. Finalmente, decidieron que cada historia era única y especial, por lo que no había un ganador. Cada aventura había estado llena de diversión y alegría, y eso era lo que realmente importaba.

Después de un rato, las hadas comenzaron a danzar alrededor de ellas, incitando a todos a unirse en un baile. La música llenó el aire y los animales saltaron y brincaron en una celebración mágica. Inés y María se sintieron verdaderamente felices, tan felices que deseaban que el tiempo se detuviera.

Cuando la luna comenzó a brillar, Troky se acercó y les dijo: “Es hora de regresar. Su tiempo en este mundo encantado ha terminado por hoy. Pero siempre pueden regresar al abrir el libro.” Inés y María sintieron un pequeño nudo en el estómago. No querían irse, pero sabían que debían volver a casa.

Con la ayuda de Troky, se despidieron de sus nuevos amigos, prometiendo regresar un día. Mientras volvían a caminar hacia el lugar donde habían encontrado el libro, el bosque comenzó a desvanecerse lentamente. Los árboles y las flores se volvieron sombras, y de repente, estaban de vuelta en el parque, sentadas en el mismo banco donde habían encontrado el libro.

“¡Fue increíble!” dijo María, con lágrimas de alegría. «Nunca había tenido una aventura tan magnífica.»

“No solo fue increíble, sino que tenemos un nuevo amigo,” añadió Inés, señalando al libro que todavía estaba abierto. “Podemos volver allí siempre que queramos.”

Ambas se abrazaron y sintieron que su amistad había crecido aún más fuerte. Habían compartido algo mágico, algo que nunca olvidarían. Con el corazón lleno de alegría, decidieron llevar el libro a casa, prometiendo explorar otras historias en el futuro.

Así, Inés, María y su nuevo amigo, el dragón Troky, empezaron una maravillosa tradición: cada semana, descubrirían un nuevo cuento en el libro y vivirían aventuras sorprendentes, explorando un mundo de imaginación donde cualquier cosa era posible. Y así, pasaron de una historia a otra, siempre acompañadas de risas, diversión y un toque de magia.

Al final, comprendieron que las mejores aventuras no solo se vivían en los cuentos, sino en la amistad y en los momentos compartidos. Hasta el día de hoy, Inés y María siguen explorando nuevas historias, llevando consigo la certeza de que la verdadera magia reside en lo que hacen juntas y en el amor que tienen la una por la otra. Y así, el libro de aventuras se convirtió en su pasaporte a un mundo lleno de sorpresas, risas y un infinito amor por las historias.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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