Cuentos de Aventura

Sueños de Estrellas y Viajes Estelares Más Allá del Cosmos

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y árboles altos, tres amigos inseparables: Benja, Thiago y Fabian. Benja era un niño curioso con unos ojos grandes y relucientes que siempre estaban buscando aventuras. Thiago, con su risa contagiosa, era el más bromista del grupo y siempre tenía una idea divertida. Y por último, Fabian, un soñador que pasaba horas mirando las nubes y creando historias en su mente, amaba las estrellas más que nada en el mundo.

Una tarde, mientras jugaban en el campo, Benja miró hacia el cielo y vio las estrellas brillando intensamente. «¿Alguna vez han pensado en lo que hay allá arriba?», preguntó emocionado. Thiago, siempre listo para una broma, dijo: «¡Quizás hay un árbol de chicles! O un lago de chocolate donde los peces nadan haciendo burbujas». Fabian se rió y añadió: «O quizás hay criaturas de luz que bailan en la luna».

Los tres amigos comenzaron a imaginar juntos. Fue así como decidieron que al siguiente día construirían un cohete para viajar a las estrellas. Benja corrió a su casa para buscar cajas de cartón, mientras Thiago y Fabian reunieron algunos objetos brillantes y coloridos que encontraron en el jardín. Con el sol brillando sobre ellos, empezaron a trabajar en su increíble proyecto.

Con mucho entusiasmo, apilaron las cajas una sobre otra, ataron cintas de colores y decoraron su cohete con las cosas más brillantes que pudieron encontrar. Pusieron estrellas de papel y unos dibujos de planetas en los lados del cohete, haciendo que pareciera realmente mágico. Después de horas de trabajo, el cohete estaba listo, y los tres amigos no podían contener la emoción.

«Eureka, hemos creado nuestro cohete!», gritó Benja con una sonrisa de oreja a oreja. «Ahora solo necesitamos una chispa para despegar». Thiago pensó un momento y sugirió: «¡Podemos hacer una carrera! El primero que llegue al final del camino dará la ‘chispa’ de inicio». Era una idea divertida, así que todos aceptaron.

Los tres amigos corrieron hasta el final del camino, mientras el viento soplaba suavemente. Cuando llegaron, Thiago levantó su mano como si fuera un piloto experto y gritó: «¡Tres, dos, uno, despegue!». Los tres se lanzaron hacia su cohete de cartón, riendo y pretendiendo que estaban volando por el espacio.

Fue entonces cuando, en medio de su juego, aparecieron unas criaturas luminosas y peludas. Era un grupo de hadas brillantes, que danzaban en el aire y parecían emocionadas al ver a los tres niños. Las hadas se acercaron y dijeron: «¿Qué hacen ustedes aquí, amigos?». Benja, sorprendido, respondió: «Hemos venido a volar a las estrellas en nuestro cohete».

Las hadas, intrigadas por la idea, decidieron ayudarles. «Si realmente quieren viajar a las estrellas, necesitamos un poco de magia». Una de las hadas, que se llamaba Lila, movió su varita y llenó el cohete de luz. «Ahora, estarán listos para un viaje especial», anunció.

Los amigos se miraron emocionados. «¿De verdad podemos ir a las estrellas?», preguntó Fabian con asombro. «¡Así es!», respondió Lila, y en un abrir y cerrar de ojos, el cohete comenzó a brillar intensamente, llevándolos a un viaje mágico.

De pronto, estaban sobre un océano de nubes suaves y esponjosas. Cuando miraron hacia abajo, vieron muchas islas flotantes llenas de flores de colores y árboles que brillaban en la oscuridad. «¡Miren eso!», gritó Thiago, señalando hacia una isla que parecía un enorme pastel cubierto de fresas. «¡Vamos a aterrizar allí!»

El cohete, guiado por la magia de las hadas, descendió suavemente sobre la isla. Los tres amigos saltaron con emoción y comenzaron a explorar. En la isla, encontraron ríos de jugo de frutas y un puente de malvaviscos que deseaban cruzar. Las hadas los siguieron, riendo y haciendo piruetas en el aire.

A medida que avanzaban, descubrieron criaturas mágicas que nunca habían visto antes: unicornios con crines de arcoíris y pájaros cantores que hablaban entre sí. «Hemos llegado a un mundo maravilloso», dijo Fabian, completamente asombrado. Las hadas les presentaron a los habitantes de la isla, quienes les ofrecieron un festín lleno de golosinas y frutas exquisitas.

Después de comer, todos decidieron jugar. Jugaron a saltar entre las nubes, hicieron carreras con los unicornios y hasta aprendieron a tocar melodías con los pájaros cantores. Todo era risas y diversión hasta que comenzaron a sentir que la tarde avanzaba. Entonces, Lila, la hada, les dijo: «Es hora de que regresen a casa. Sus familias deben estar esperándolos».

Los amigos sintieron un pequeño nudo en el estómago al pensar en dejar todo lo que habían descubierto, pero sabían que era hora de regresar. Lila extendió su mano y, junto a los otros amigos, los llevó de vuelta a su cohete de cartón. «A la cuenta de tres, despegamos», dijo Lila. Y al igual que antes, gritaron juntos: «¡Tres, dos, uno, despegue!».

Mientras volaban de regreso, cada uno llevaba en su corazón un recuerdo especial de aquel viaje mágico: las risas, la alegría y la amistad. Al aterrizar en el campo donde todo había comenzado, el cohete de cartón se desvaneció en un brillo luminoso y se convirtió en un suave resplandor.

Los tres amigos se abrazaron emocionados. «Hicimos un viaje increíble», exclamó Benja. «Un viaje que nunca olvidaremos», añadió Thiago mientras sonreía. Fabian miró hacia el cielo y dijo: «Y aunque ahora estamos de vuelta, siempre podremos soñar con nuevas aventuras».

Y así, bajo el cielo estrellado, los tres amigos comprendieron que la verdadera magia de la aventura no solo estaba en los lugares lejanos a los que podían ir, sino en la amistad que compartían y en la capacidad de soñar juntos. Y desde aquel día, cada vez que miraban las estrellas, sonreían, pensando que siempre habría un nuevo viaje esperando por ellos en el mundo de los sueños.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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