Cuentos de Aventura

Un Viaje de Sueños y Abrazos: De Barcelona a la Tierra de los Abuelos con Amor y Aventura

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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Era un día soleado en Barcelona, y la pequeña Emma estaba llena de energía. Miraba por la ventana, admirando cómo la luz del sol brillaba sobre las calles y los edificios. «Hoy va a ser un gran día», pensó emocionada. Su mejor amiga, Martina, venía a visitarla. Ambas habían planeado una aventura muy especial.

Cuando Martina llegó, traía consigo una mochila llena de sorpresas. «¡Hola, Emma! ¡Mira lo que traigo!», exclamó mientras sacaba un mapa gigante de su mochila. El mapa estaba lleno de dibujos coloridos que mostraban diferentes lugares y tesoros. «He encontrado este mapa en la biblioteca. Nos lleva a la Tierra de los Abuelos, donde dicen que hay árboles de caramelos y ríos de chocolate», explicó Martina con una sonrisa grande.

Emma saltó de alegría. «¡Eso suena increíble! ¡Debemos ir ahora mismo!», dijo entusiasmada.

Eran las mejores amigas y no podían dejar pasar una oportunidad así. Entonces decidieron que, antes de empezar su aventura, debían invitar a Tomi, el hermano pequeño de Emma, a unirse a ellas. A Tomi le encantaban las aventuras, sobre todo si incluían cosas dulces.

Cuando Emma y Martina fueron a la habitación de Tomi, lo encontraron jugando con sus coches de juguete. «¡Tomi! ¡Ven! Vamos a la Tierra de los Abuelos, donde hay árboles de caramelos», gritó Martina.

Los ojitos de Tomi brillaron. «¿De verdad? ¡Voy con ustedes!», dijo mientras dejaba sus coches de lado y corría hacia ellas.

Las tres se prepararon para su aventura. En la puerta, se encontraron con Eli, el gato de Emma. Era un gato muy curioso y siempre estaba metido en mil travesuras. Cuando vio que sus amigos estaban a punto de salir, decidió que también quería ir. «¡Miau! ¡Miau!», decía Eli, intentando hacer que lo llevaran con ellos.

«Claro, Eli, puedes venir», dijo Emma riendo. «¡Un viajero más siempre es bienvenido!» Así que, con el mapa en la mano, y Eli siguiéndolas, las tres amigas se lanzaron a la aventura.

Siguieron el mapa que las llevaba por las calles de Barcelona, cruzando la plaza, saltando sobre las baldosas y esquivando a los paseantes. Mientras caminaban, su imaginación voló. Empezaron a hablar sobre cómo sería la Tierra de los Abuelos, y cada uno aportaba ideas sobre lo que podrían encontrar allí.

“Yo creo que habrá un castillo de chocolate”, aportó Tomi, imaginando un lugar lleno de delicias.

“Y yo quiero ver montañas de nubes de azúcar”, comentó Martina entusiasta.

“También deben haber animales mágicos. Quizás un unicornio que nos lleve a volar”, imaginó Emma, sonriendo ampliamente.

Eli, mientras tanto, seguía sus pasos, como un guardián de la aventura, con su suave pelaje brillando al sol.

De repente, el mapa llevó a las tres amigas a un parque donde había un gran árbol. «¡Miren! Este árbol es gigante y parece que guarda algún secreto», dijo Emma. Se acercaron al árbol y, al tocarlo, notaron que había una pequeña puerta. «¿Qué habrá dentro?», se preguntó política.

Tomi, siempre valiente, empujó la puerta que chirrió un poco. Al abrirse, se encontraron con un túnel oscuro que parecía interminable. Con los corazones latiendo de emoción y un poco de miedo, se miraron entre ellos. «¿Vamos?», preguntó Tomi, mientras Eli se asomaba y maullaba para animarlos.

Con determinación, Emma tomó la delantera. «¡Sí, vamos a explorar!» Y se adentraron en el túnel. El aire era fresco y abrigado y pronto se encontraron en una cueva iluminada por luces de colores que danzaban por las paredes. ¡Era un lugar mágico! En el centro, había una mesa llena de dulces: caramelos de todos los sabores, cupcakes de colores y un enorme pastel de chocolate.

«¡Es un sueño hecho realidad!», gritó Martina mientras se lanzaba a tomar un caramelo.

Las risas y el bullicio llenaron la cueva. Disfrutaron de todos los dulces, cada uno probando algo diferente. Tomi, que no podía resistirse al pastel, tenía un trozo del tamaño de su cabeza. Eli, el gato, saltaba alrededor, tratando de atrapar un par de caramelos que caían.

Después de un buen rato de deleitarse, se sentaron a descansar. «¿Qué hacemos ahora?», preguntó Tomi con un bocadillo en la mano.

«El mapa dice que debemos encontrar la puerta dorada para salir a la Tierra de los Abuelos», explicó Emma, mirando de nuevo el mapa con seriedad. «Debemos encontrarla antes de que se acabe el tiempo», añadió Martina, un poco preocupada.

Así que, tras un rico festín, decidieron seguir buscando. Pero primero, tenían que salir de la cueva, así que exploraron cada rincón y, tras un rato de buscar, encontraron una segunda puerta. Esta era de un color espectacular, rojo brillante, y, al abrirla, se encontraron en un jardín mágico lleno de flores gigantes y árboles que daban sombra y confort.

«¡Este lugar es aún más bonito!», exclamó Martina, con la mirada extasiada. Las flores cantaban suaves melodías, mientras las mariposas de colores revoloteaban por el aire. «Es como si todos los cuentos de hadas estuviesen aquí», comentó Emma con admiración.

Siguiendo el jardín, los niños llegaron a un puente hecho de dulces y caramelos. Ellos comenzaron a cruzarlo, riendo y saltando de alegría, cuando de repente, un gran pájaro de colores apareció volando. Llevaba un gorro de mago y tenía una voz muy dulce. «¡Hola, pequeños aventureros!», dijo el pájaro. «Soy el Guardián de este lugar. ¿A dónde van tan apresurados?»

«¡Vamos a la Tierra de los Abuelos!», responded Tomi emocionado.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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