Cuentos de Brujas

Hermanas de corazón en un hogar de sueños

Lectura para 8 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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Erase una vez, en un pequeño pueblo rodeado por verdes colinas y magníficos bosques, tres hermanas que compartían un fuerte lazo de amor y complicidad. María, la mayor, era conocida por su gran inteligencia y su curiosidad insaciable. Le encantaba leer libros sobre aventuras y cuentos de brujas, llenos de magia y misterio. Paula, la del medio, era la soñadora de la familia; su risa contagiosa iluminaba cada rincón de su hogar. Siempre estaba en busca de nuevas ideas para inventar juegos y aventuras. Lucía, la más pequeña, aunque era solo una niña de siete años, poseía una creatividad desbordante y una imaginación que no conocía límites. Amaba dibujar y crear mundos fantásticos con colores vibrantes.

Un día, mientras María leía un libro de cuentos de brujas, una frase llamó su atención. Decía que en un bosque cercano, existía una cueva mágica donde las brujas se reunían para contar historias y compartir secretos. Intrigada, decidió que necesitaba averiguar si era realmente cierto. Sin pensarlo dos veces, se lo contó a sus hermanas. Paula se emocionó y dijo que era la oportunidad perfecta para una nueva aventura. Lucía, con sus enormes ojos brillantes, agregó que en la cueva también podrían encontrar un tesoro mágico. Las tres decidieron que al día siguiente, al amanecer, irían juntas a buscar la cueva mágica.

Desde temprano, se prepararon para su aventura. Llevaron una mochila llena de provisiones, un mapa que habían dibujado entre las tres, y, por supuesto, algunos de los dibujos de Lucía que mostraban su interpretación de lo que podrían encontrar. Con la luz del sol saliendo detrás de las montañas, partieron en dirección al bosque. Mientras caminaban, María le contaba a sus hermanas sobre las brujas que solían habitar esos lugares y las travesuras que hacían con sus poderes mágicos.

Al llegar al bosque, el ambiente cambió drásticamente. Los árboles eran más altos de lo habitual, y una suave brisa parecía susurrar secretos entre las hojas. Paula sugirió que se detuvieran un momento para escuchar los sonidos del bosque. Se sentaron en un tronco cubierto de musgo y escucharon a los pájaros cantar y a las hojas moverse suavemente. Lucía, con su mente creativa, imaginó que eran las brujas hablando entre ellas, planeando su próxima travesura.

Después de un rato, las tres continuaron caminando, siguiendo el mapa que habían dibujado. De repente, entre dos grandes robles, vieron una entrada oscura. Era la cueva. Un escalofrío recorrió la espalda de María, pero la emoción de sus hermanas la llenó de valentía. Se acercaron con precaución, sosteniéndose de las manos.

—Si estamos juntas, no hay nada que temer —dijo Paula, sonriendo.

Entraron en la cueva y se encontraron con un mundo completamente diferente. Las paredes estaban cubiertas de extrañas pinturas que parecían cobrar vida bajo la luz de sus linternas. En el centro de la cueva había una gran mesa de roble con libros y frascos llenos de pociones. En una esquina, una figura alta y delgada se encontraba de espaldas, garabateando algo en un papel.

—¡Hola! —gritaron las hermanas al unísono, sorprendidas.

La figura se giró lentamente. Era una anciana con un sombrero puntiagudo, una túnica larga y canas en su cabello. Tenía una mirada amable que se iluminó al ver a las tres hermanas.

—¡Bienvenidas a mi cueva! Soy la bruja Belinda. ¿Qué las trae por aquí? —preguntó con una voz suave y melodiosa.

María, emocionada, explicó que habían oído hablar de la cueva mágica y que deseaban conocer a las brujas y sus secretos.

—Me alegra conocerte, María. Cada bruja tiene su propia historia y habilidades mágicas. Pero, sobre todo, lo que más importa son los lazos que tenemos entre nosotras —respondió Belinda, con una sonrisa.

Las hermanas se miraron entre sí, sintiendo la calidez de la amistad que compartían. La bruja notó la conexión especial entre ellas y decidió contarles una historia.

—Hace muchos años, había tres hermanas brujas que vivían en este bosque. Eran conocidas por su magia poderosa y su unión inquebrantable. Sin embargo, un día, una gran sombra se cernió sobre su hogar. Una oscura bruja llamada Malvina, celosa de su felicidad, trató de separarlas. Les lanzó un hechizo, haciendo que cada hermana olvidara el amor que sentía por las demás.

Las chicas escuchaban atentamente, atrapadas por la historia de Belinda.

—Pero las tres hermanas, a pesar de no recordar su amor, se encontraron en el bosque y, guiadas por un extraño sentimiento, empezaron a buscarse unas a otras. Con el tiempo, se dieron cuenta de que su amor era más fuerte que cualquier magia oscura. Juntas rompieron el hechizo y Malvina perdió su poder. Desde entonces, las tres hermanas brujas prometieron siempre proteger la magia del amor y la unión —concluyó Belinda.

Paula, con una gran ilusión, preguntó si podían ayudar a las personas del pueblo con su magia, tal como lo hicieron las hermanas de la historia.

—Por supuesto —respondió Belinda—. La verdadera magia se encuentra en los actos de amor y bondad. Si desean, yo puedo otorgarles un poco de mi magia para que ayuden a su pueblo y mantengan viva la historia de las tres hermanas.

Las tres hermanas estaban extasiadas. Era una oportunidad maravillosa. Sin embargo, María, que siempre había sido la más sabia, se preguntó cómo podrían usar la magia sin caer en egoísmo o en lo material.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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