Cuentos de Brujas

Morgana y el Gran Desorden

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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En la mágica playa de Azulmar, justo donde las olas acarician la arena brillante, se alzaba un colorido castillo, hogar de una bruja muy especial llamada Morgana. Morgana no era una bruja común; tenía el pelo corto, una mezcla vibrante de rosa y negro, y siempre vestía pantalones blancos, una camiseta azul y una gorra morada. Pero lo más importante, Morgana amaba cantar, bailar y, por supuesto, volar en su escoba.

Un día soleado, Morgana decidió que sería divertido hacer un gran picnic en la playa para todos sus amigos del jardín de niños, incluidos Jordi, Ion, las dos Veras, Carla, Arish, y muchos otros, junto con las queridas profes Reme y Edurne. Con la ayuda de su amigo el lobo, quien adoraba las chuches y las palomitas, tanto como dormir bajo el sol, y su amigo monstruo, además de un simpático ogro, Morgana preparó todo para una tarde inolvidable.

Sin embargo, en su entusiasmo por hacer el día perfecto, Morgana usó un poco demasiado de su magia. Mientras intentaba conjurar una máquina para hacer palomitas, accidentalmente invocó un viento mágico que empezó a revolotear todo por los aires: manteles, platos, incluso las chuches comenzaron a volar como locas por toda la playa.

Los niños se reían al principio, viendo cómo incluso las palomitas parecían querer unirse a las gaviotas en el cielo. Pero pronto, el caos fue demasiado, y las risas se convirtieron en caritas preocupadas. Morgana, viendo el desorden que había causado, sabía que tenía que arreglar las cosas.

Recordando cómo le gustaba bailar para expresar sus sentimientos, Morgana comenzó a danzar en la arena, cantando una canción de perdón. Era una danza mágica, y con cada paso, el viento comenzó a amainar, y los objetos voladores poco a poco regresaron a su lugar. El lobo, el monstruo y el ogro ayudaban a recoger todo, guiados por la dulce melodía de Morgana.

Cuando todo estuvo en calma nuevamente, Morgana se acercó a cada niño y profesor, ofreciendo una disculpa personal y una palomita especial, hecha con un poquito de magia para que fuera la más deliciosa que hubieran probado. Los niños, viendo la sinceridad y el esfuerzo de Morgana, la perdonaron de inmediato y la abrazaron fuertemente.

La tarde terminó con juegos, risas y muchas palomitas mágicas. Morgana aprendió una valiosa lección ese día: que el poder de la magia debe usarse con cuidado, pero más importante aún, que el verdadero poder residía en el corazón y en la capacidad de pedir perdón y arreglar los errores.

Desde aquel día, el castillo en la playa no solo fue un hogar para una bruja, sino un lugar de encuentro para todos los niños y sus familias, quienes siempre eran recibidos con el corazón abierto y una sonrisa de Morgana. Y así, entre cantos, vuelos en escoba y bailes en la arena, Morgana y sus amigos vivieron muchos más días felices, llenos de magia y amistad, en la hermosa playa de Azulmar.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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