Cuentos de Ciencia Ficción

El misterio de la máquina mágica

Lectura para 1 año

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de frondosos bosques, tres amigos muy curiosos llamados Enzo, Pamela y Cesar. Enzo era un niño pequeño con cabello corto y marrón y grandes ojos azules. Siempre llevaba una camiseta roja y pantalones cortos azules. Pamela era una niña con el cabello rubio largo, que siempre lo llevaba atado en dos coletas. Ella vestía un vestido rosa y zapatos blancos. Cesar, por su parte, tenía el cabello rizado y negro, y unos brillantes ojos verdes. Usaba una camiseta amarilla y pantalones verdes.

Un día soleado, mientras jugaban en el bosque cercano, Enzo tropezó con algo que sobresalía del suelo. “¡Miren esto!” exclamó, llamando a sus amigos. Pamela y Cesar corrieron hacia él y vieron lo que parecía ser una máquina vieja y polvorienta, medio enterrada entre las raíces de un gran árbol. Tenía botones de colores y pequeñas luces que aún parpadeaban débilmente.

“¿Qué será?” preguntó Pamela, acercándose para examinarla de cerca.

“No lo sé, pero parece muy antigua y muy interesante,” respondió Enzo, tratando de limpiar un poco el polvo para ver mejor.

Cesar, siempre el más aventurero, ya estaba presionando algunos de los botones. De repente, la máquina comenzó a emitir un zumbido y las luces parpadearon con más fuerza. Los tres amigos dieron un paso atrás, sorprendidos.

“¡Creo que la hemos encendido!” exclamó Cesar con una mezcla de miedo y emoción.

La máquina empezó a hacer ruidos extraños y, de pronto, una pantalla pequeña se iluminó mostrando un mapa del bosque y, en el centro, un punto brillante que parecía indicar su posición actual.

“Parece que es un tipo de mapa,” dijo Enzo, mirando la pantalla con fascinación. “Y parece que nos está mostrando algo en el bosque.”

Los tres amigos, intrigados y un poco nerviosos, decidieron seguir el mapa. Caminando por el bosque, encontraron senderos que nunca antes habían visto y pasaron por lugares mágicos que parecían sacados de un cuento de hadas. Había flores que brillaban en la oscuridad y árboles cuyas hojas parecían cantar al viento.

Finalmente, llegaron a un claro donde se encontraba una gran puerta de metal medio oculta por la vegetación. La puerta tenía símbolos extraños y un lector de huellas dactilares. Pamela fue la primera en acercarse y, con un poco de vacilación, puso su mano en el lector. La puerta emitió un sonido y se abrió lentamente, revelando un largo pasillo iluminado con luces suaves y cálidas.

“Vamos, tenemos que ver qué hay dentro,” dijo Enzo, tomando la mano de sus amigos y adentrándose en el pasillo.

El pasillo los condujo a una enorme sala llena de dispositivos extraños y brillantes. En el centro de la sala había una gran pantalla que mostraba imágenes del espacio exterior: planetas, estrellas y galaxias lejanas.

“¡Es un laboratorio espacial!” exclamó Cesar, maravillado. “Creo que hemos encontrado algo increíble.”

De repente, una voz suave y amigable resonó en la sala. “Bienvenidos, pequeños exploradores. Mi nombre es Astra, y soy la inteligencia artificial que administra este laboratorio.”

Los niños miraron alrededor, buscando la fuente de la voz, pero no vieron a nadie. “¿Quién eres?” preguntó Pamela, con curiosidad.

“Soy Astra, un programa diseñado para guiar a los exploradores a través del universo,” respondió la voz. “Este laboratorio fue construido hace mucho tiempo por una civilización avanzada que quería compartir su conocimiento con los niños curiosos como ustedes.”

“¿Podemos aprender más sobre el espacio?” preguntó Enzo, emocionado.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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