Había una vez, en un pequeño pueblo, tres amigos inseparables: Tomi, Kevin y Bauti. Tomi era un soñador que amaba bailar folclore, disfrutar de buenos asados y fantasear con viajes intergalácticos. Kevin y Bauti, por otro lado, eran apasionados por el fútbol, y siempre se los podía encontrar jugando en el parque del pueblo.
Un día, mientras Tomi practicaba sus pasos de baile, tropezó con una piedra brillante que llamó su atención. Era una gema de colores cambiantes, tan hermosa que parecía no ser de este mundo. Tomi, fascinado, decidió compartirla con sus amigos.
Al reunirse los tres, la gema comenzó a emitir una luz cegadora. De repente, se encontraron transportados a un lugar desconocido, rodeados de estrellas y planetas. Estaban ¡en el espacio!
Tomi, eufórico, descubrió que podía volar y dirigirse hacia las estrellas. Kevin y Bauti, aunque al principio se sintieron desorientados, pronto se unieron a la diversión. Mientras exploraban, encontraron una estrella que tenía chocolates del color del sombrero de Tomi. Al probarlos, descubrieron que les otorgaban habilidades especiales: Tomi podía crear música y danza en el aire, Kevin tenía una velocidad asombrosa y Bauti podía saltar entre planetas.
Animados por estas nuevas habilidades, decidieron explorar más. En cada estrella encontraban algo único: una tenía fideos blancos como lombrices, la comida favorita de Kevin y Bauti, otra estrella estaba cubierta de suaves campos de césped, perfecta para jugar al fútbol.
Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que no estaban solos. Un ser extraño, mitad robot, mitad criatura espacial, los observaba. Al principio, los amigos sintieron miedo, pero pronto descubrieron que la criatura, a la que llamaron Estelar, solo buscaba amigos.
Estelar les mostró cómo cada estrella tenía su propia historia y magia. Les enseñó el valor de la amistad y el respeto por los mundos desconocidos. Con cada aventura, Tomi, Kevin y Bauti aprendieron algo nuevo, no solo sobre el universo, sino también sobre sí mismos.
Finalmente, llegó el momento de regresar a casa. Estelar les regaló un pequeño cristal como recuerdo de su aventura. Al tocarlo, los amigos se encontraron de vuelta en su pueblo.
El viaje había terminado, pero la amistad entre ellos se había fortalecido. Tomi, Kevin y Bauti comprendieron que, aunque todos tenemos diferentes intereses, la amistad verdadera y las aventuras compartidas son los lazos que nos unen.
Conclusión:
Esta aventura les enseñó que en la diversidad está la verdadera magia, y que el universo está lleno de maravillas, esperando ser descubiertas por aquellos dispuestos a soñar y explorar juntos.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.