Cuentos de Ciencia Ficción

La Gran Revolución Galáctica

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Hace mucho, mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana, existían planetas llenos de seres que vivían bajo la opresión de un gran emperador cósmico. Todos estaban cansados de las reglas injustas y de la falta de libertad. Pero un día, un valiente líder llamado Miguel Hidalgo decidió que era el momento de luchar por la libertad.

Miguel Hidalgo no estaba solo. A su lado estaban sus valientes compañeros, todos listos para llevar la libertad a los rincones más lejanos del universo. Josefa Ortiz, siempre astuta y con un gran corazón, era la estratega del grupo. José María Morelos, fuerte y decidido, se encargaba de liderar las tropas. Y Agustín de Iturbide, con su ingenio y sus habilidades para pilotar naves espaciales, se encargaba de llevar al equipo de un planeta a otro.

Un día, Miguel Hidalgo reunió a todos en una base secreta, ubicada en el planeta Xolox, un lugar cubierto de montañas de cristal y cielos violetas. Allí, bajo el brillo de tres lunas, comenzó a planear la gran Revolución Galáctica.

«Nuestros amigos en el planeta Terralia han estado sufriendo demasiado tiempo bajo el yugo del emperador cósmico», dijo Miguel Hidalgo, mientras señalaba un mapa holográfico de la galaxia. «Es hora de que les devolvamos la libertad. Josefa, ¿cómo está nuestro ejército?»

«Tenemos a cientos de soldados de distintas especies listos para luchar», respondió Josefa con confianza. «Hay indígenas de Terralia, afrodescendientes de Nubaris, mestizos de Solaria, todos unidos por la misma causa.»

«Perfecto», dijo José María Morelos, ajustando su armadura espacial. «Lucharemos hasta que todos los planetas sean libres.»

Agustín de Iturbide, que estaba ajustando los controles de su nave, sonrió. «Mi nave está lista para despegar. Llevaremos la revolución a todos los rincones de la galaxia.»

El equipo partió en sus naves espaciales, viajando a través de nebulosas de colores y campos de asteroides. A medida que se acercaban a Terralia, vieron el planeta cubierto por enormes naves del emperador cósmico. Pero eso no los detendría. Miguel Hidalgo tomó su espada de energía y levantó su escudo brillante. «¡Es hora de la libertad!», gritó, y el equipo se lanzó a la batalla.

El ejército insurgente, compuesto por seres de todo tipo, luchaba valientemente. Los indígenas de Terralia, con sus lanzas de energía, luchaban junto a los afrodescendientes de Nubaris, que usaban escudos luminosos. Los mestizos de Solaria volaban sobre sus motos espaciales, lanzando rayos de luz contra los soldados del emperador.

Josefa, desde su puesto de control en una colina, daba órdenes precisas a todos. «¡José María, cubre el flanco derecho! ¡Agustín, necesitamos apoyo aéreo en el sector norte!»

La batalla fue intensa. Los cielos de Terralia se llenaron de luces de colores, mientras las naves del equipo de Miguel Hidalgo chocaban contra las del emperador. Pero el equipo no se rindió. Poco a poco, fueron ganando terreno, acercándose cada vez más a la gran nave del emperador cósmico.

Finalmente, Miguel Hidalgo y su equipo llegaron a la nave del emperador. Entraron en el oscuro pasillo principal, con sus espadas de energía en mano y sus corazones llenos de determinación. Sabían que el destino de la galaxia dependía de ellos.

Cuando llegaron a la sala del trono, el emperador cósmico los estaba esperando. Era un ser gigantesco, con una capa oscura que flotaba en el aire y ojos que brillaban como estrellas. «¿Creen que pueden derrotarme?», dijo el emperador, con una voz que resonaba por toda la sala.

Miguel Hidalgo dio un paso adelante. «No estamos solos. Luchamos por la libertad de todos los planetas. Y hoy, tu tiranía terminará.»

Con esas palabras, comenzó la batalla final. Las espadas de energía de Miguel Hidalgo y su equipo brillaban en la oscuridad, mientras se enfrentaban al emperador. Fue una lucha feroz, pero gracias al trabajo en equipo y al valor de los insurgentes, lograron derrotar al emperador cósmico.

Con el emperador derrotado, los planetas comenzaron a recuperar su libertad. Las naves del emperador se retiraron, y los cielos de Terralia se llenaron de cantos de victoria. Los seres de todos los planetas se reunieron en celebración, agradeciendo a Miguel Hidalgo, Josefa, José María, Agustín y todos los valientes que lucharon por su libertad.

Miguel Hidalgo, con una sonrisa, miró a su equipo. «Lo logramos», dijo. «Pero nuestra misión no ha terminado. Aún hay muchos planetas en la galaxia que necesitan nuestra ayuda.»

Y así, la Gran Revolución Galáctica continuó, con Miguel Hidalgo y su equipo viajando de planeta en planeta, llevando la libertad a cada rincón del universo. Porque, como decía Miguel, «la libertad no tiene fronteras, ni siquiera en las estrellas.»

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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