Cuentos de Ciencia Ficción

Lancelot y el Planeta de los Secretos

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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En una era donde la exploración espacial era tan común como ir a la escuela, vivía un joven llamado Lancelot que soñaba con aventuras más allá de las estrellas. Desde pequeño, había devorado historias de exploradores galácticos y civilizaciones alienígenas, pero nunca había salido de la colonia lunar en la que creció.

Lancelot tenía doce años cuando recibió la noticia que cambiaría su vida: había sido seleccionado para una misión de exploración a un planeta recién descubierto, llamado Zytheron. Este planeta, ubicado en un rincón remoto de la galaxia, era un misterio completo para los científicos debido a sus señales energéticas inusuales y su flora y fauna desconocidas.

La preparación para el viaje fue intensa. Lancelot pasó meses aprendiendo sobre supervivencia en terrenos extraterrestres, manejo de tecnología avanzada y, lo más importante, cómo pilotar la nave que lo llevaría a su destino. A pesar de los nervios y la emoción, estaba listo cuando llegó el día del despegue.

La nave, llamada Aurora, era una maravilla tecnológica, equipada con lo último en propulsión hiperlumínica y sistemas de vida autosostenibles. Lancelot, aunque acompañado por una tripulación de androides diseñados para asistirlo, se sentía solo al alejarse de la Tierra, mirando cómo su mundo se hacía más pequeño a través de la ventana de la nave.

El viaje duró varias semanas, durante las cuales Lancelot pasaba sus días estudiando mapas estelares, configurando los sistemas de la nave y, en sus momentos de descanso, observando el vacío estrellado pensando en lo que encontraría.

Al llegar a Zytheron, lo que vio superó todas sus expectativas. El planeta estaba cubierto de una vegetación luminescente que brillaba con colores que cambiaban de un momento a otro. Los cielos eran de un azul intenso y las nubes parecían hechas de algún tipo de cristal brillante. Pero lo más sorprendente era el aire: estaba lleno de diminutas partículas que brillaban como si el espacio mismo estuviera esparciendo estrellas.

Su primera tarea fue explorar los alrededores de la zona de aterrizaje. Lancelot se puso su traje espacial, ajustó su casco y salió de la Aurora. Los androides quedaron programados para recoger muestras del suelo y analizar la atmósfera mientras él se aventuraba más allá.

No pasó mucho tiempo antes de que Lancelot descubriera una estructura en la distancia. Era una especie de torre, pero hecha de un material que parecía metal y cristal fusionados. Decidido a aprender más, se dirigió hacia ella.

A medida que se acercaba, comenzó a oír un sonido suave, como una melodía que venía de la propia torre. Era cautivadora y casi hipnótica. Al tocar la estructura, la música cambió, como si respondiera a su presencia. Poco después, un panel en la base de la torre se deslizó, revelando una entrada.

Dentro de la torre, Lancelot encontró una sala llena de pantallas y dispositivos desconocidos. Al centro, había un pedestal con un artefacto que parecía un antiguo astrolabio, pero con cristales donde normalmente estarían los brazos del instrumento.

Instintivamente, Lancelot tocó uno de los cristales y la sala se iluminó completamente, mostrando mapas de constelaciones desconocidas y planetas que no figuraban en ninguna base de datos de la Tierra. La torre era una biblioteca de conocimientos astronómicos, posiblemente dejada por una civilización avanzada que había habitado el planeta mucho antes de que la humanidad siquiera soñara con las estrellas.

Maravillado y lleno de preguntas, Lancelot pasó días en la torre, aprendiendo todo lo que podía. Descubrió que los antiguos habitantes de Zytheron habían sido una civilización increíblemente avanzada, capaces de manipular la energía de formas que los humanos apenas comenzaban a entender. Habían dejado el planeta, no por desastre o guerra, sino porque habían evolucionado más allá de la necesidad de un hogar físico, convirtiéndose en seres de pura energía y conciencia.

Cada cristal en el astrolabio representaba un aspecto diferente de su conocimiento: desde física avanzada y biología hasta filosofía y arte. Lancelot utilizó dispositivos de traducción de la Aurora para descifrar los textos, aprendiendo no solo sobre ciencia, sino también sobre la ética y la moral de esta especie desaparecida.

Con el tiempo, se dio cuenta de que la torre también servía como un faro, diseñado para enseñar a cualquier visitante sobre los Zytherianos y quizás, para ver si otras civilizaciones podrían alcanzar un entendimiento y evolución similar. Lancelot grabó cada descubrimiento en su diario y en la memoria de la nave, sabiendo que la información que estaba recolectando era de un valor incalculable para la humanidad.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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