Cuentos Clásicos

Cris, Clau, Esme y Eve en el Pueblo Mágico

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un pequeño y colorido pueblo mágico, vivían cuatro amigos muy especiales: Cris, Clau, Esme y Eve. Este pueblo tenía casas de formas divertidas y jardines llenos de flores de todos los colores. El cielo siempre estaba brillante y lleno de nubes con formas fantásticas. Los cuatro amigos pasaban sus días explorando y descubriendo cosas nuevas.

Un día, mientras jugaban en la plaza del pueblo, Cris encontró un libro viejo y polvoriento. Tenía la portada dorada y parecía muy antiguo.

—¡Miren lo que encontré! —dijo Cris, mostrando el libro a sus amigos.

Clau, siempre curiosa, se acercó a ver.

—¡Guau, Cris! ¿Qué crees que haya adentro? —preguntó Clau, con los ojos brillando de emoción.

Esme, con su cabello rojo rizado, sonrió y dijo:

—¡Abrámoslo y veamos!

Eve, que siempre estaba llena de energía, comenzó a saltar de alegría.

—¡Sí, sí, ábrelo, Cris!

Cris abrió el libro con cuidado. Dentro había dibujos y palabras que ninguno de ellos entendía. Pero al pasar las páginas, encontraron una nota que decía: «Este libro contiene la magia del lenguaje. Con él, aprenderás a entender y a resolver cualquier problema de comunicación.»

Los cuatro amigos se miraron, intrigados.

—¿Qué será la magia del lenguaje? —preguntó Eve, mientras se rascaba la cabeza.

—No lo sé, pero suena importante —respondió Cris—. Tal vez podamos usarlo para ayudarnos cuando no entendemos algo.

Decidieron probar el libro y ver qué podían aprender. Esa misma tarde, mientras jugaban en el jardín, se dieron cuenta de que a veces no se entendían bien entre ellos.

—Cris, pásame la pelota —dijo Clau, pero Cris no la escuchó bien y lanzó la pelota en otra dirección.

Esme se rió y dijo:

—Parece que necesitamos esa magia del libro.

Volvieron al libro y empezaron a leer más. Descubrieron que el primer paso para la magia del lenguaje era escuchar con atención. Se dieron cuenta de que a veces estaban tan emocionados hablando que no escuchaban bien a los demás.

Decidieron practicar la escucha atenta. Cuando alguien hablaba, los otros tres amigos se aseguraban de mirar a quien hablaba y prestar mucha atención.

—Cris, pásame la pelota, por favor —dijo Clau, esta vez asegurándose de que Cris la mirara.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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