Había una vez, en un pequeño pueblo lleno de flores y árboles, dos amigas llamadas Emma y Carla. Emma era una niña de cabello rizado y ojos brillantes que siempre estaba llena de energía y ganas de explorar. Carla, por otro lado, tenía el cabello liso y una risa contagiosa que hacía que todos a su alrededor se sintieran felices. Las dos tenían una gran curiosidad por el mundo que las rodeaba y pasaban horas juntas jugando y descubriendo cosas nuevas.
Un hermoso día de sol, Emma le dijo a Carla: “¡Vamos a hacer un viaje! Quiero conocer algo nunca antes visto.” Carla sonrió emocionada y contestó: “¡Sí, vamos! Pero, ¿a dónde iremos?” Emma pensó un momento y luego exclamó: “¡Al Bosque de las Maravillas! Dicen que allí viven criaturas mágicas y hay muchos secretos por descubrir.”
Así que, con sus corazones llenos de emoción, las dos amigas tomaron sus mochilas, llenas de galletas, una botella de agua y una brújula que Emma había encontrado en el ático de su casa. Con la brújula en mano, se dirigieron hacia el Bosque de las Maravillas. Al llegar, se sorprendieron al ver lo frondoso y colorido que era el bosque. Los árboles eran altos, sus hojas brillaban al sol, y flores de mil colores adornaban el suelo.
Mientras caminaban, escucharon un suave susurro. Miraron alrededor y, de repente, una pequeña mariposa apareció ante ellas. Tenía alas brillantes con todos los colores del arcoíris y, apenas la vieron, las niñas quedaron maravilladas. La mariposa se presentó: “¡Hola, soy Lila, la mariposa mágica! He estado esperando a alguien como ustedes para que me ayude en una misión muy importante.”
Emma y Carla se miraron emocionadas. “¿Misión? ¡Claro que sí!” exclamó Emma. Lila les explicó que en el corazón del bosque había un árbol gigante, el Árbol de los Sueños, que había dejado de brillar porque había perdido su magia. “Si no recuperamos la magia del árbol, el bosque perderá su color y la alegría de sus habitantes. Necesito su ayuda para encontrar tres cosas mágicas que lo harán brillar de nuevo,” dijo Lila.
“¿Cuáles son esas cosas?” preguntó Carla con curiosidad. Lila respondió: “Primero, necesitamos encontrar un pétalo de la Flor del Arcoíris, que solo florece al amanecer en el Lago Sereno. Segundo, debemos conseguir una gota de rocío de la hoja más alta del Álamo Sabio, que se encuentra en la colina más alta del bosque. Y tercero, necesitamos el canto de un pájaro dorado que vive en las ramas del Gran Roble.”
Emma y Carla estaban listas para la aventura. “¡Vamos!” gritaron al unísono. Con Lila guiándolas, comenzaron su búsqueda. Dirección al Lago Sereno, correr, reír y jugar. Cuando llegaron, se encontraron con un paisaje deslumbrante. El lago brillaba bajo el sol, y alrededor había hermosas flores. Emma y Carla comenzaron a buscar la Flor del Arcoíris.
Después de un rato, Emma gritó: “¡Mira, Carla! ¡Allí está!” La flor era espléndida, con pétalos que cambiaban de color con la luz del sol. Con delicadeza, las niñas recogieron un pétalo sin dañar la flor y, felices, se lo mostraron a Lila. “¡Excelente! Ahora vamos por la próxima misión,” dijo Lila mientras volaba justo por delante de ellas.
Así que se dirigieron a la colina más alta. Caminaron, treparon y saltaron, llenas de alegría. Ya casi en la cima, Emma miró hacia arriba y vio al Álamo Sabio, sus hojas brillando de una manera especial. “Debemos conseguir la gota de rocío,” recordó Carla. Pero, ¿cómo harían para alcanzarla?
Lila les sugirió que trabajaran juntas. “Lo que necesitan es hacer una cadena humana. Así podrán alcanzar la hoja más alta,” sugirió. Emma, Carla y Lila se unieron. Emma se subió a los hombros de Carla mientras Lila volaba alrededor, ayudando a equilibrarse. Con mucho cuidado, Emma extendió su mano y, ¡sí! ¡Agarró la gota de rocío!
“¡Lo logramos!” gritaron, emocionadas. Con una sonrisa, Lila llevó a las niñas de regreso al camino. “Ahora solo nos queda la última parte de nuestra misión, conseguir el canto del pájaro dorado.” Buscaron por todos lados, mirando las ramas y escuchando atentamente. Finalmente, en la parte superior del Gran Roble, vieron al pájaro dorado.
“¡Él es!” susurró Lila. Pero el pájaro no parecía querer cantar. “Tal vez necesita un poco de ánimo,” sugirió Emma. “¿Qué tal si cantamos juntos?” Carla estuvo de acuerdo y las dos comenzaron a cantar una canción que habían aprendido en la escuela. La melodía era dulce y alegre.
El pájaro dorado, sorprendido por la hermosa música de las niñas, empezó a cantar también. Fue un canto maravilloso, lleno de notas brillantes que resonaban en el aire. Cuando terminó, el pájaro se acercó y dejó caer una pequeña pluma dorada en las manos de Emma. “¡Gracias por ayudarme a recordar la alegría de cantar!” dijo el pájaro.
Con los tres objetos mágicos en sus manos, las niñas regresaron al Árbol de los Sueños. Junto a Lila, colocaron el pétalo de la Flor del Arcoíris, la gota de rocío y la pluma dorada en las raíces del árbol. De repente, el árbol comenzó a brillar con una luz resplandeciente. Colores vibrantes llenaron el aire y la alegría volvió a los habitantes del bosque.
Lila, emocionada, les agradeció. “Ustedes han restaurado la magia del bosque. Sin su valentía y amabilidad, todo esto no habría sido posible.” Emma y Carla sonrieron, sintiéndose felices por lo que habían logrado juntas. Aprendieron que cuando se trabaja en equipo y se ayuda a los demás, se pueden lograr cosas maravillosas.
Al final del día, mientras el sol comenzaba a ocultarse, Emma y Carla regresaron a casa, llevando consigo recuerdos de un día mágico y la certeza de que la amistad y el amor son la verdadera magia en el mundo. A partir de ese día, las dos amigas nunca olvidaron la importante lección que habían aprendido, y siempre recordaron que la curiosidad y el deseo de ayudar pueden llevarlas a las aventuras más increíbles.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.