En un pequeño pueblo, al borde de un bosque antiguo, vivían Elías y Rosa, dos niños de espíritus aventureros y corazones valientes. Elías, con su pelo castaño y ojos llenos de curiosidad, amaba explorar, mientras que Rosa, con sus trenzas doradas y sonrisa radiante, soñaba con descubrir mundos mágicos.
Un día, al borde del bosque, Elías y Rosa encontraron un viejo mapa. El mapa mostraba un sendero oculto que llevaba a un lugar marcado como “El Corazón del Bosque”. Intrigados, los niños decidieron seguir el mapa, esperando encontrar el misterioso lugar.
El bosque era un laberinto de árboles altos y sombras danzantes. A medida que avanzaban, se encontraron con criaturas mágicas: hadas juguetonas que revoloteaban, un sabio búho que les habló de antiguas leyendas y un amable ciervo que les mostró el camino.
Finalmente, llegaron a un claro iluminado por una luz brillante. En el centro, había un árbol gigantesco cuyas raíces brillaban con una luz azul mística. Era el Corazón del Bosque, el lugar donde todos los secretos del bosque eran guardados.
De repente, el cielo se oscureció. Una bruja malvada, que había estado siguiendo a los niños, apareció. Ella quería apoderarse del Corazón del Bosque para usar su magia para el mal. Elías y Rosa, aunque asustados, sabían que debían proteger el árbol.
La bruja lanzó un hechizo, pero Elías y Rosa esquivaron ágilmente. Recordando las palabras del búho, Rosa comenzó a cantar una canción antigua, una melodía que se decía podía proteger el corazón del bosque. Mientras tanto, Elías, con la ayuda de las hadas y el ciervo, preparó un encantamiento de luz.
La combinación de la canción de Rosa y el hechizo de Elías creó un escudo mágico alrededor del árbol. La bruja, incapaz de romper el escudo, fue repelida por la magia del bosque, y la luz volvió a brillar en el claro.
Agradecidos por la valentía de Elías y Rosa, las criaturas del bosque les revelaron un secreto: el Corazón del Bosque podía conceder un deseo a aquellos que lo protegieran con corazón puro. Los niños, pensando en su pueblo, desearon que el bosque siempre fuera un lugar de magia y maravilla para todos los que entraran con buen corazón.
Con el deseo concedido, Elías y Rosa regresaron a su pueblo, llevando consigo la magia y las historias de su aventura. Se convirtieron en protectores del bosque, asegurándose de que siempre fuera un lugar seguro y mágico.
La leyenda de Elías y Rosa se extendió por todo el pueblo, inspirando a otros niños a explorar y respetar la naturaleza. Aprendieron que la verdadera magia reside en la valentía y la bondad, y que juntos, pueden enfrentar cualquier desafío.
Y así, cada vez que un niño entra en el bosque, puede sentir la magia de Elías y Rosa, protegiendo y guiando sus aventuras, recordándoles que en cada rincón de la naturaleza, hay una historia esperando ser descubierta.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.