Cuentos Clásicos

El Paseo de Galleta

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Era un día soleado y perfecto para un paseo en el parque. Claudia, una niña de diez años con el cabello castaño y una sonrisa juguetona, estaba emocionada porque iba a llevar a su perrito Galleta a dar un paseo con su papá, Rafael. Galleta era un pequeño y alegre perro de color marrón que siempre estaba listo para una aventura.

Rafael, un hombre alto y amigable que usaba gafas, estaba igualmente entusiasmado de pasar tiempo al aire libre con su hija y su querido perro. Prepararon todo lo necesario: la correa de Galleta, una botella de agua y unos cuantos juguetes. Salieron de casa con una sensación de alegría y anticipación, dispuestos a disfrutar del día.

Al llegar al parque, Claudia soltó a Galleta para que pudiera correr y jugar. El parque estaba lleno de árboles altos, un área de juegos y una fuente en el centro que brillaba bajo el sol. Galleta corría de un lado a otro, olfateando todo a su paso y moviendo la cola con entusiasmo.

—Papá, mira lo feliz que está Galleta —dijo Claudia riendo mientras observaba a su perrito.

Rafael sonrió y asintió, disfrutando de la felicidad de su hija y su perro. Mientras caminaban por el parque, Claudia y Rafael se detuvieron a descansar bajo un gran árbol, donde Claudia empezó a jugar con uno de los juguetes de Galleta.

De repente, Claudia se dio cuenta de que Galleta ya no estaba a la vista. Miró a su alrededor con preocupación.

—Papá, ¿dónde está Galleta? —preguntó con ansiedad.

Rafael, que había estado leyendo un libro, levantó la vista y también empezó a buscar con la mirada.

—Debe estar cerca, Claudia. Vamos a buscarlo juntos.

Ambos comenzaron a caminar por el parque, llamando a Galleta y preguntando a las personas si lo habían visto. Preguntaron a una niña que estaba en el columpio, a un hombre que paseaba a su perro y a una señora que vendía helados, pero nadie había visto a un perro marrón con una correa rosa.

Mientras seguían buscando, se encontraron con una amable señora mayor llamada Rosa. Tenía ojos bondadosos y una sonrisa cálida.

—¿Están buscando algo? —preguntó Rosa.

—Sí, estamos buscando a nuestro perrito Galleta. Es marrón y tiene una correa rosa —explicó Claudia, con lágrimas en los ojos.

Rosa asintió comprensivamente y miró a su alrededor.

—¿Un perrito marrón con una correa rosa? Creo que lo he visto. ¿Es este el perrito que buscan? —Rosa levantó su mano, y para sorpresa de Claudia y Rafael, allí estaba Galleta, feliz y moviendo la cola.

—¡Sí, es él! —exclamó Claudia, corriendo hacia Rosa y Galleta. Rafael no pudo evitar reír al darse cuenta de la confusión.

—Lo hemos tenido todo el tiempo y ni siquiera nos dimos cuenta —dijo Rafael, riendo junto a Rosa.

Claudia abrazó a Galleta con fuerza y luego miró a Rosa con gratitud.

—Muchas gracias por ayudarnos a encontrarlo —dijo.

Rosa sonrió y respondió:

—Siempre es un placer ayudar. Y veo que Galleta es un perro muy especial. Tienen suerte de tenerlo.

Después de agradecerle de nuevo a Rosa, Claudia y Rafael decidieron seguir disfrutando del día en el parque, pero esta vez, manteniendo un ojo más atento en Galleta. Pasearon un rato más y luego se sentaron a la sombra de un gran árbol para descansar. Claudia acariciaba a Galleta, sintiéndose aliviada de haberlo encontrado.

Mientras descansaban, Rafael le contó a Claudia una historia de cuando era niño y también perdió a su perro por un rato en el parque.

—Siempre hay que estar atentos, pero a veces los perritos solo quieren una pequeña aventura —dijo, sonriendo.

Claudia se rió y prometió ser más cuidadosa. Al final del día, regresaron a casa cansados pero felices. Habían aprendido una valiosa lección y habían hecho una nueva amiga en el parque.

Esa noche, mientras se preparaba para dormir, Claudia pensó en todo lo que había pasado.

—Papá, hoy fue un día especial, ¿verdad? —preguntó mientras Rafael le arropaba.

—Sí, lo fue. A veces, las pequeñas aventuras nos enseñan grandes lecciones. Y hoy aprendimos a cuidar mejor de Galleta —respondió Rafael, dándole un beso en la frente.

Claudia sonrió y cerró los ojos, recordando el divertido y emocionante día que había tenido con su papá y Galleta.

—Buenas noches, papá.

—Buenas noches, cariño. Y buenas noches, Galleta —dijo Rafael, mirando al perrito que ya estaba dormido a los pies de la cama.

Y así, con un corazón lleno de gratitud y amor, Claudia se quedó dormida, soñando con nuevas aventuras junto a su papá y su fiel amigo Galleta.

El fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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