En lo alto de la montaña nevada, donde las nubes parecían abrazar las torres, se erguía el majestuoso castillo de la Ciudad Blanco del Monte. Allí vivía el Rey Carlos junto a su esposa, la Reina Rocío, y sus dos hijos, la pequeña Lucía y el recién nacido Rubén. El rey y la reina eran conocidos por su generosidad y bondad, y su reino era un lugar donde la alegría nunca faltaba.
Un día soleado, mientras el reino se preparaba para celebrar el primer cumpleaños de Lucía, el Rey Carlos decidió que esa festividad debía ser inolvidable. Así, llamaron a Yuppis, el payaso más alegre y famoso de los reinos vecinos, para que divirtiera a los niños del castillo.
Yuppis llegó al castillo con sus maletas llenas de trucos, bromas y un sinfín de juguetes coloridos. Lucía, aunque muy pequeña, reía a carcajadas con las payasadas de Yuppis, y hasta el pequeño Rubén parecía hipnotizado por los colores brillantes y los movimientos cómicos del payaso.
«¡Oh, Yuppis! Siempre sabes cómo llenar este castillo de risas,» exclamó la Reina Rocío, observando cómo los niños del castillo se reunían alrededor del payaso.
«Majestad, no hay nada más gratificante que ver sonrisas en los rostros de los niños,» respondió Yuppis con una reverencia, antes de sacar de su sombrero una mariposa que parecía hecha de luz y música.
La fiesta continuó con juegos y cantos, y Yuppis narraba cuentos maravillosos de tierras lejanas y criaturas mágicas, capturando la imaginación de todos los presentes. Pero mientras la celebración llenaba de alegría los amplios salones del castillo, un viejo enemigo del rey, el Duque Gris, observaba desde la sombra.
El Duque Gris, envidioso del amor y la felicidad que reinaban en el Castillo Blanco, tramó un plan para robar la fuente de la alegría del reino: el cofre de juguetes mágicos de Yuppis, que el payaso había traído consigo y que era la clave de su mágica habilidad para entretener y alegrar.
Aprovechando un momento de distracción durante la fiesta, el Duque Gris envió a sus sombríos sirvientes para que se infiltraran en el castillo y sustrajeran el cofre. Sin embargo, su plan no pasó desapercibido para Lucía, que a pesar de su corta edad, poseía una aguda percepción.
«¡Papá, mamá! Alguien se lleva la caja de juguetes de Yuppis,» gritó Lucía, señalando hacia los sirvientes que intentaban escapar.
El Rey Carlos, alertado, llamó a sus guardias. «¡Detened a esos ladrones! No permitiremos que la tristeza entre en nuestro hogar,» ordenó con firmeza.
Con la ayuda de los guardias y el propio Yuppis, que usó uno de sus trucos para hacer tropezar a los sirvientes con una cuerda mágica, el cofre fue recuperado. El Duque Gris, al verse descubierto, huyó del castillo, prometiendo que volvería.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.