Cuentos Clásicos

Guardianes del Río

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado por la majestuosidad de la naturaleza, donde los ríos cantaban y los árboles danzaban al compás del viento, vivía una joven llamada Laura. Laura no era una chica común; tenía una conexión especial con la naturaleza, una pasión por proteger cada gota de agua y cada hoja verde que adornaba su hogar.

Un día, mientras Laura cuidaba del río que serpenteaba cerca del pueblo, notó algo preocupante. Juan y Pepe, dos niños del pueblo conocidos por su curiosidad inagotable y espíritu aventurero, jugaban en la orilla sin darse cuenta del daño que causaban. Con cada paso que daban, las bolsas de plástico y envoltorios de golosinas que llevaban consigo se escapaban, contaminando las aguas cristalinas que tanto amaba Laura.

Decidida a cambiar esta situación, Laura se acercó a los niños con una sonrisa amable. Sabía que el enojo no era el camino para enseñar a otros el respeto por la naturaleza. En su lugar, optó por compartir su amor y conocimiento sobre el río y todo lo que este representaba.

«¿Sabían que este río es el corazón de nuestro bosque?”, comenzó Laura, atrayendo la atención de Juan y Pepe. “Cada criatura, desde el más pequeño pez hasta el más grande de los árboles, depende de sus aguas para vivir. Pero si continuamos contaminándolo, pronto no habrá río que cuidar.”

Los ojos de los niños se abrieron de asombro al escuchar las palabras de Laura. Nunca habían considerado el impacto de sus acciones en el entorno que tanto disfrutaban explorar.

Para hacer su lección aún más memorable, Laura les propuso un juego. Les enseñó a hacer barcos de papel con hojas caídas y los invitó a una carrera de barcos en el río, explicando cómo cada elemento natural, incluso una simple hoja, podía ser parte de un juego divertido sin necesidad de contaminar.

Mientras los barcos de hojas navegaban suavemente río abajo, Laura compartió historias sobre los seres mágicos que, según las leyendas, habitaban el bosque protegiendo sus secretos y bellezas. Habló de cómo cada uno de nosotros, al cuidar el río, podía convertirse en un guardián de esos secretos.

Día tras día, Juan y Pepe volvieron al río, no solo para jugar sino para aprender más de Laura. Juntos limpiaron las orillas del río, retirando la basura que otros habían dejado atrás, y plantaron nuevas flores y árboles, devolviendo al lugar algo de la belleza que había sido robada por la negligencia.

La transformación de Juan y Pepe no pasó desapercibida. Pronto, otros niños del pueblo se unieron, formando un pequeño ejército de guardianes del río. Bajo la guía de Laura, aprendieron no solo a respetar la naturaleza sino a amarla y protegerla como ella lo hacía.

La historia de Laura, Juan, y Pepe se convirtió en un cuento legendario dentro del pueblo. No solo habían salvado al río de la contaminación, sino que también habían enseñado a todo el pueblo una valiosa lección sobre la responsabilidad que cada uno tiene con el mundo que nos rodea.

Y así, el río continuó fluyendo, más limpio y vibrante que nunca, un testamento vivo del poder de la conciencia y el amor por la naturaleza. Los niños, una vez descuidados en sus juegos, ahora eran los más fervientes protectores del río, demostrando que incluso los más pequeños cambios en nuestras acciones pueden tener un impacto profundo en el mundo.

El cuento de los guardianes del río se compartía de generación en generación, recordando a todos la importancia de cuidar nuestros recursos naturales. Porque en cada rincón de la naturaleza hay una historia esperando ser contada, una lección esperando ser aprendida, y un mundo esperando ser protegido.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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