En un lugar muy lejano, donde la geometría cobraba vida y los objetos eran más que simples formas, vivían tres amigos muy especiales. Don Esfera, un círculo perfecto y brillante, Cilindra, un cilindro amigable y alto, y Conito, un simpático cono que siempre tenía una sonrisa en su rostro. A pesar de sus diferencias, compartían un fuerte lazo de amistad.
Un día, mientras jugaban en su hermosa pradera de figuras geométricas, donde los círculos danzaban y los triángulos pintaban el cielo, notaron que algo extraño sucedía. Las formas en su mundo empezaron a desvanecerse. Primero, era un triángulo que se transformaba en línea recta. Luego, un cuadrado que se convertía en una sombra. Preocupados, Don Esfera, Cilindra y Conito decidieron investigar.
“Debemos encontrar el origen de este problema”, dijo Don Esfera, girando ansiosamente. “Si seguimos así, nuestro mundo se quedará vacío”.
“¡Sí! ¡Vamos a la cima de la Montaña de los Ángulos!”, sugirió Cilindra. “Ahí podría estar la respuesta, siempre he oído que se habla de una criatura mágica que reside allí”.
“¡Buena idea!”, exclamó Conito, moviendo su punta hacia la montaña que se elevaba con formas afiladas y picos. “Quizás ella sepa por qué las formas desaparecen”.
Los tres amigos se lanzaron a la aventura. Durante el camino, atravesaron el Bosque de los Píxeles, donde los árboles eran formados por pequeñas figuras geométricas que brillaban con colores vibrantes. De repente, un ruido los sobresaltó. De entre los arbustos salió una figura que nunca habían visto. Era un polígono que parecía un rombo, con una sonrisa amplia y ojos chispeantes.
“Hola, amigos. Soy Rombito, un viajero de tierras lejanas. ¿A dónde se dirigen tan apresurados?” preguntó el rombo con curiosidad.
“¡Hola, Rombito! Estamos tratando de descubrir por qué las formas están desapareciendo en nuestro mundo”, explicó Cilindra.
“Eso suena preocupante. Estoy viajando hacia la Montaña de los Ángulos también. Me encantaría unirme a ustedes y ayudar”, ofreció Rombito, dando un salto entusiasta.
Los cuatro amigos continuaron su viaje juntos, conversando de sus aventuras pasadas y aprendiendo unos de otros. Mientras subían por la montaña, se encontraron con un estrecho sendero cubierto de neblina. “¡Cuidado!”, advirtió Conito. “Podríamos perdernos”.
Rombito, con su punto de vista agudo, dijo: “Sigamos la senda de las formas brillantes. Nos guiará hacia la cima”.
Siguiendo el consejo de Rombito, los amigos se mantuvieron en el sendero luminoso. Al llegar a la cima, se encontraron con un gran claro en el que había una espectacular fuente que emanaba una luz resplandeciente. Pero delante de la fuente estaba la criatura mágica que buscaban: un extraño dragón con escamas que parecían triángulos. Su mirada era sabia, y su voz profunda resonó en el aire.
“Bienvenidos, amigos. Soy el Dragón de las Formas, el guardián de este mundo. He observado su viaje, y sé por qué están aquí”, dijo el dragón con un susurro que vibraba en el suelo.
“¿Por qué están desapareciendo las formas?” preguntó Don Esfera, temblando un poco.
“Es un malentendido”, explicó el Dragón de las Formas. “Mi fuente tiene el poder de mantener el equilibrio entre las formas. Sin embargo, está siendo drenada por aquellos que desean hacerse con ese poder. He visto cómo triángulos y cuadrados se convierten en líneas porque han olvidado su esencia y su propósito en nuestro mundo”.
Los amigos miraron entre sí, comprendiendo el dilema. “¿Y cómo podemos ayudar?” preguntó Cilindra con determinación.
“Debemos restaurar el equilibrio de la fuente”, dijo el dragón. “Para hacerlo, deberán enfrentarse a los que roban la energía de las formas. Solo así podrán recuperar lo que se ha perdido”.
Cuentos cortos que te pueden gustar
Entre Escenarios y Realidades: Un Viaje Sociológico a Través de la Educación y la Comunidad
Juan Coz: El Maestro de San Lucas Tolimán
Un Martes en el Mini Supermercado Plaxyy
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.