Cuentos Clásicos

La Extraña Odisea de los Círculos en un Mundo de Formas y Ángulos

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un lugar muy lejano, donde la geometría cobraba vida y los objetos eran más que simples formas, vivían tres amigos muy especiales. Don Esfera, un círculo perfecto y brillante, Cilindra, un cilindro amigable y alto, y Conito, un simpático cono que siempre tenía una sonrisa en su rostro. A pesar de sus diferencias, compartían un fuerte lazo de amistad.

Un día, mientras jugaban en su hermosa pradera de figuras geométricas, donde los círculos danzaban y los triángulos pintaban el cielo, notaron que algo extraño sucedía. Las formas en su mundo empezaron a desvanecerse. Primero, era un triángulo que se transformaba en línea recta. Luego, un cuadrado que se convertía en una sombra. Preocupados, Don Esfera, Cilindra y Conito decidieron investigar.

“Debemos encontrar el origen de este problema”, dijo Don Esfera, girando ansiosamente. “Si seguimos así, nuestro mundo se quedará vacío”.

“¡Sí! ¡Vamos a la cima de la Montaña de los Ángulos!”, sugirió Cilindra. “Ahí podría estar la respuesta, siempre he oído que se habla de una criatura mágica que reside allí”.

“¡Buena idea!”, exclamó Conito, moviendo su punta hacia la montaña que se elevaba con formas afiladas y picos. “Quizás ella sepa por qué las formas desaparecen”.

Los tres amigos se lanzaron a la aventura. Durante el camino, atravesaron el Bosque de los Píxeles, donde los árboles eran formados por pequeñas figuras geométricas que brillaban con colores vibrantes. De repente, un ruido los sobresaltó. De entre los arbustos salió una figura que nunca habían visto. Era un polígono que parecía un rombo, con una sonrisa amplia y ojos chispeantes.

“Hola, amigos. Soy Rombito, un viajero de tierras lejanas. ¿A dónde se dirigen tan apresurados?” preguntó el rombo con curiosidad.

“¡Hola, Rombito! Estamos tratando de descubrir por qué las formas están desapareciendo en nuestro mundo”, explicó Cilindra.

“Eso suena preocupante. Estoy viajando hacia la Montaña de los Ángulos también. Me encantaría unirme a ustedes y ayudar”, ofreció Rombito, dando un salto entusiasta.

Los cuatro amigos continuaron su viaje juntos, conversando de sus aventuras pasadas y aprendiendo unos de otros. Mientras subían por la montaña, se encontraron con un estrecho sendero cubierto de neblina. “¡Cuidado!”, advirtió Conito. “Podríamos perdernos”.

Rombito, con su punto de vista agudo, dijo: “Sigamos la senda de las formas brillantes. Nos guiará hacia la cima”.

Siguiendo el consejo de Rombito, los amigos se mantuvieron en el sendero luminoso. Al llegar a la cima, se encontraron con un gran claro en el que había una espectacular fuente que emanaba una luz resplandeciente. Pero delante de la fuente estaba la criatura mágica que buscaban: un extraño dragón con escamas que parecían triángulos. Su mirada era sabia, y su voz profunda resonó en el aire.

“Bienvenidos, amigos. Soy el Dragón de las Formas, el guardián de este mundo. He observado su viaje, y sé por qué están aquí”, dijo el dragón con un susurro que vibraba en el suelo.

“¿Por qué están desapareciendo las formas?” preguntó Don Esfera, temblando un poco.

“Es un malentendido”, explicó el Dragón de las Formas. “Mi fuente tiene el poder de mantener el equilibrio entre las formas. Sin embargo, está siendo drenada por aquellos que desean hacerse con ese poder. He visto cómo triángulos y cuadrados se convierten en líneas porque han olvidado su esencia y su propósito en nuestro mundo”.

Los amigos miraron entre sí, comprendiendo el dilema. “¿Y cómo podemos ayudar?” preguntó Cilindra con determinación.

“Debemos restaurar el equilibrio de la fuente”, dijo el dragón. “Para hacerlo, deberán enfrentarse a los que roban la energía de las formas. Solo así podrán recuperar lo que se ha perdido”.

“¿A quiénes debemos enfrentar?” preguntó Conito curioso.

“Se trata de un grupo de formas inestables que se han desviado de su camino, conocidos como los Fragmentos. No son malvados, solo han olvidado cómo y por qué existen en este mundo. Necesitan recordarlo”, explicó el Dragón.

Don Esfera, Cilindra, Conito y Rombito decidieron que debían buscarlos y ayudarlos a redescubrir su esencia. Con la guía del Dragón, se adentraron en un valle donde los Fragmentos habitaban, un lugar donde las formas estaban casi desvanecidas.

Se encontraron con un triángulo que sollozaba. “Me siento tan perdido”, decía. “Danzaré en el viento, pero no tengo un hogar”.

“¡Esperen!”, exclamó Rombito. “¡Podemos ayudarte! No necesitas bailar solo, puedes unirte a nosotros y ser parte de un hermoso diseño. ¡No has olvidado tu forma, solo has perdido tu dirección!”

Con eso, motivaron al triángulo, y él empezó a reconocer su lugar. Con el apoyo de sus nuevos amigos, danzó en el aire, formando figuras fluidas, recordando su propósito. Así, Rombito, Don Esfera, Cilindra y Conito continuaron su búsqueda, encontrando a otros Fragmentos y ayudándoles a redescubrir su esencia.

Con paciencia y compañerismo, los amigos trabajaron juntos para guiar a los Fragmentos hacia la fuente y devolverles su energía. Cada uno fue creciendo en su confianza y recordando la belleza de ser quienes eran. Al final, regresaron a la cima de la Montaña de los Ángulos, donde el Dragón de las Formas los esperaba.

“Bien hecho, mis valientes amigos. Han restaurado el equilibrio al ayudar a los Fragmentos a recordar su esencia”, dijo el dragón, sus ojos brillando de orgullo.

Y así, el mundo de las formas y los ángulos volvió a brillar con colores vibrantes, lleno de movimiento y alegría. Con los Fragmentos regresando a sus formas originales, cada personaje tomó su lugar: Don Esfera, Cilindra, Conito y Rombito, todos unidos en una increíble danza de posibilidades.

Recogieron la lección de que, aunque puedan encontrarse perdidos o asustados, siempre hay una manera de encontrar el camino de regreso. La amistad y la confianza pueden crear maravillas, incluso en los momentos más oscuros. Desde ese día, cada vez que alguien se sentía perdido en el reino de las formas, sabían que podían contar con el apoyo de sus amigos y juntos, siempre hallarían una manera de brillar de nuevo.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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