La Zapatería Mágica de Azafata y Alteza

En un reino muy, muy lejano, vivían dos amigos muy especiales. Uno era una niña llamada Azafata, siempre vestida con un uniforme brillante y alegre, y el otro era un joven príncipe llamado Alteza, que llevaba una pequeña corona y un traje real. Juntos, vivían muchas aventuras en su reino encantado.

Un día, mientras paseaban por el mercado del pueblo, Azafata y Alteza encontraron una tienda muy peculiar. Era una zapatería, pero no una zapatería común. Esta tienda estaba llena de zapatillas de todos los colores y tamaños, y había un cartel que decía: «Bienvenidos a la Zapatería Mágica».

«¡Mira, Alteza! ¡Una zapatería mágica! Vamos a entrar», dijo Azafata emocionada.

Alteza asintió con entusiasmo y juntos empujaron la puerta de la tienda. Al entrar, fueron recibidos por un amable zapatero que les sonrió y les dijo: «Bienvenidos, jóvenes amigos. Mi nombre es Mostaza, y soy el zapatero de esta mágica tienda. Aquí, cada zapatilla tiene una historia y un poder especial.»

Azafata y Alteza miraron alrededor con ojos llenos de asombro. Había zapatillas que brillaban como estrellas, otras que flotaban en el aire, y algunas que cambiaban de color al tocarlas. «¿Podemos probar alguna?» preguntó Alteza.

«Claro que sí», respondió Mostaza. «Pero antes, deben resolver una adivinanza. Solo aquellos que la resuelvan podrán usar la magia de las zapatillas.»

Mostaza les presentó una adivinanza: «Tengo una cabeza redonda y anaranjada, pero no soy una fruta. Puedo ser grande o pequeña y a menudo me encuentran en octubre. ¿Qué soy?»

Azafata y Alteza pensaron por un momento. «¡Ya sé!» exclamó Azafata. «¡Es una calabaza!»

«¡Correcto!» dijo Mostaza, aplaudiendo. «Ahora pueden elegir una zapatilla mágica.»

Azafata eligió una zapatilla que brillaba con luz dorada, mientras que Alteza escogió una que parecía hecha de cristal. Al ponerse las zapatillas, ambos sintieron una cálida energía recorriendo sus cuerpos.

«Estas zapatillas los llevarán a donde deseen ir», explicó Mostaza. «Solo tienen que pensar en el lugar y sus zapatillas los llevarán volando.»

Azafata y Alteza se miraron con emoción y decidieron probar la magia. «Vamos a visitar el castillo de las nubes», sugirió Alteza.

Cerraron los ojos y pensaron en el castillo de las nubes. De repente, se encontraron volando por el cielo, subiendo cada vez más alto hasta que llegaron a un hermoso castillo flotante hecho de nubes esponjosas.

En el castillo, conocieron a los habitantes de las nubes, quienes les dieron la bienvenida con alegría. Pasaron el día explorando el castillo, jugando con los niños de las nubes y aprendiendo sobre sus costumbres y magia.

Al caer la noche, Azafata y Alteza decidieron regresar al reino. «Gracias por todo, amigos de las nubes», dijeron antes de ponerse sus zapatillas mágicas y pensar en su hogar.

Al aterrizar de nuevo en la zapatería, Mostaza los esperaba con una sonrisa. «¿Cómo fue su aventura?» preguntó.

«¡Increíble!» respondieron ambos al unísono. «Nunca habíamos visto algo tan maravilloso.»

«Me alegra que lo hayan disfrutado», dijo Mostaza. «Recuerden siempre usar sus zapatillas para hacer el bien y vivir grandes aventuras.»

Azafata y Alteza prometieron cuidar bien de sus zapatillas mágicas y usar su poder sabiamente. A partir de ese día, vivieron muchas más aventuras juntos, siempre descubriendo nuevos lugares y haciendo nuevos amigos.

Y así, la zapatería mágica de Mostaza se convirtió en un lugar especial donde Azafata y Alteza siempre podían encontrar nuevas aventuras y aprender valiosas lecciones sobre la amistad, el valor y la magia.

Fin.