Cuentos Clásicos

Marta y el Día de Compras

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Era un sábado por la mañana cuando Marta y su mamá decidieron que era un buen día para ir al supermercado. Marta estaba emocionada porque siempre disfrutaba de las pequeñas aventuras que significaban hacer las compras semanales.

«Marta, ¿puedes ayudarme a preparar la lista de lo que necesitamos comprar hoy?» preguntó su mamá mientras tomaba un lápiz y un papel.

«¡Sí, mamá!» exclamó Marta con entusiasmo. Juntas, revisaron la nevera y los armarios para asegurarse de no olvidar nada. «Necesitamos plátanos, leche, pescado y zanahorias», dijo Marta, contando con sus dedos para no olvidar ninguno de los ítems.

Cuando llegaron al supermercado, Marta corrió hacia los carritos de compra y escogió uno pequeñito, justo de su tamaño. Empezaron por la sección de frutas donde Marta, con cuidado, seleccionó los plátanos más amarillos y brillantes. «Estos están perfectos, mamá», dijo mientras los colocaba suavemente en el carrito.

Luego, pasaron a la sección de lácteos. Marta alcanzó una botella de leche y la examinó antes de ponerla junto a los plátanos. «Mamá, ¿esta leche está bien?» preguntó, asegurándose de que era la que siempre tomaban.

«Perfecto, Marta. Muy bien hecho», respondió su mamá con una sonrisa, orgullosa de lo independiente que se estaba volviendo su pequeña.

Después, fue el turno del pescado. Marta frunció el ceño ante el peculiar olor de la pescadería, pero estaba decidida a escoger el mejor pescado. «Mira, mamá, ese pescado parece feliz», comentó, señalando a uno que parecía fresco y listo para ser llevado a casa.

Finalmente, llegaron a la sección de verduras donde las zanahorias los esperaban. Marta eligió las más grandes y coloridas, imaginando la deliciosa sopa que su mamá haría con ellas. «Estas zanahorias harán una sopa mágica», dijo con una risita, pensando en los cuentos que su mamá le contaba sobre sopas encantadas.

Con el carrito lleno, se dirigieron a la fila para pagar. Marta observaba todo con curiosidad, desde las revistas en los estantes hasta las golosinas cerca de la caja. Aunque se sentía un poco cansada, estaba contenta de haber ayudado tanto.

Mientras esperaban, Marta y su mamá charlaban sobre lo que harían el resto del día. «Podemos jugar a las cartas cuando lleguemos a casa, ¿y qué tal si pintamos también?» propuso Marta, ya pensando en su próximo proyecto.

Finalmente, llegó su turno. Marta ayudó a colocar cada artículo en la banda transportadora, orgullosa de cada elección que había hecho. Después de pagar, ayudó a su mamá a poner las bolsas en el carrito y se dirigieron al auto.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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